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La polarización como norma universal

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Blanco o negro. Estás conmigo o estás contra mí. Eres un facha o eres un rojo… De un tiempo a esta parte, se está asentando en nuestra sociedad la fragmentación extrema, la división provocada y la confrontación permanente. Apenas existen los matices, esos términos medios y esa “escala de grises” con la que yo siempre he simpatizado y me he sentido mucho más cómodo y satisfecho en el razonamiento y el diálogo social.
EL SALMÓN NOCTURNO

La historia nos demuestra que la polarización, entendiéndola como el proceso por el cual en un conjunto se establecen características que determinan la aparición de dos o más zonas, los polos, que se consideran opuestos respecto a una cierta propiedad, quedando el conjunto en un estado llamado estado polarizado, no es un fenómeno social novedoso ni original de la época actual. En efecto, la confrontación y el enfrentamiento entre dos bandos o fuerzas opuestas han formado parte consustancial e intrínseca del devenir y del desarrollo de nuestra sociedad a lo largo de los tiempos en los distintos ámbitos, ya sea social, religioso, político, cultural, etc. pero lo que no es menos cierto es que en el S. XXI, la polarización parece haber encontrado su hábitat natural, asentándose como norma universal.

Ante esta realidad, en mi opinión incuestionable, son muchas las preguntas que me surgen, pero hay dos en concreto que me interpelan y me interesan especialmente. La primera cuestión es ¿por qué la polarización ha pasado de ser algo presente de forma puntual a ser la tónica predominante en la sociedad actual? Sin ánimo de pretender dar una respuesta científica o irrefutable, cada día que pasa yo tengo más claro que la hegemonía de la polarización que vivimos en la actualidad, obedece al nuevo relato comunicacional imperante en el que Internet y las Redes Sociales juegan un papel decisivo. Me explico. No creo que los nuevos medios de comunicación digital ni las redes sociales sean el origen de la polarización, pero sí considero que, generalmente, contribuyen como altavoces de la radicalización y la unidireccionalidad del mensaje. Y lo hacen porque este enfrentamiento polarizado constante, es beneficioso para sus intereses de mantener vivo el relato y por tanto la polémica.

Internet, redes sociales

Paradójicamente, aunque con Internet las posibilidades de comunicación, los canales y los medios se hayan multiplicado, la posibilidad de crear diálogos ha descendido. Las redes sociales y los medios de comunicación se han convertido en numerosas ocasiones en cámaras de eco estancas que únicamente replican y fortalecen las opiniones y creencias de uno mismo y de sus semejantes. Y esto es así porque como bien sabemos la mayoría de nosotros a estas alturas de la película, los algoritmos internos de las redes y los medios digitales nos ofrecen siempre lo que queremos ver, ya que a medida que le vas diciendo a estos algoritmos tus libros favoritos, las causas sociales que te interesan, el tipo de charlas que te gustan, etc., te van diseñando un menú personalizado y a la medida en el que no tiene cabida ningún tema ni ninguna opinión que pueda molestarte o disgustarte. Es decir, vivimos en burbujas comunicativas en las que nos retroalimentamos únicamente de lo que nos gusta y lo que apoyamos y cada vez es más complicado que algún contenido que vaya en contra de nuestras creencias o que nos haga pensar más allá, consiga penetrar estas burbujas cada vez más sólidas.

La segunda cuestión que más me concierne respecto a la supremacía de la polarización en la sociedad actual es saber si, tanto a nivel colectivo como sobre todo a nivel individual, es posible que progresivamente consigamos erosionar y disminuir su preponderancia en un futuro no muy lejano. De nuevo, no tengo una fórmula magistral que ofrezca una solución indiscutible a una problemática tan compleja como la que estamos abordando en este artículo, pero sí me atrevo a proponer pistas o posibles caminos que quizás puedan aportar su granito de arena.

Ser capaces de discernir

En lo individual, me parece totalmente enriquecedor y sano para cualquiera, que seamos capaces de leer con capacidad analítica y crítica artículos en medios de comunicación que tienen un color político distinto al nuestro, escuchar de forma lo más objetiva posible tertulias y debates en televisión, radio o Internet sin juzgar apriorísticamente el contenido en función de quién sea el que lo expresa y su afinidad o no con nuestras creencias; en definitiva, romper de vez en cuando nuestras burbujas comunicativas de forma consciente y ser capaces de reconocer lo correcto o lo plausible en la argumentación de aquellos que piensan y se expresan de forma contraria a nosotros. Créeme que lejos de “traicionar” a tus principios, ser capaces de escuchar y leer opiniones distintas a las nuestras para sacar nuestras propias conclusiones nos dignifica y nos engrandece como personas.

La polarización al ser una distorsión de la realidad mediante la simplificación, que va en contra del consenso y del entendimiento, busca la demonización de los que no piensan igual y conspira contra la empatía y la posibilidad de que se pueden tener distintas opiniones sobre distintos asuntos. Por todo esto, en lo colectivo, si tuviera que focalizar los esfuerzos en una dirección sin lugar a dudas lo haría en el ámbito de la educación. En todos los niveles (familia, escuela, universidad, política y sociedad). Para superar esta cultura del enfrentamiento y del odio, resulta imprescindible cultivar el diálogo social en todas las facetas de la vida, ya que solamente desde aquí conseguiremos crecer y desarrollarnos en nuestra capacidad de escucha, nuestra capacidad crítica y en el respeto al diferente.

salmonnocturno@gmail.com