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Caronte: el carisma de Roberto Álamo remolca a la serie de Amazon Prime

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Por José Ignacio Vidal

No esperen ver en “Caronte” (nueva serie de la plataforma Amazon Prime) tramas espectaculares, grandes persecuciones ni grandes efectos especiales, porque no es ése su propósito.

No. “Caronte” es una serie de abogados, sí, de abogados fundamentalmente, y muy realista, muy de al pie de la calle.

En ella, un ex policía, Samuel Caronte (interpretado por Roberto Álamo) reconvertido en prisión en abogado, se encarga de casos cada vez más complicados y que le van implicando de nuevo con su oscuro pasado -fue a la cárcel por un delito que… ¿no cometió? (eso solo se descubre muy avanzada la serie)-. La intención de Caronte es siempre ponerse del lado del más debil, es decir, proporcionar una defensa legal a quien no puede permitírselo.

La acción se ve salpicada casi de forma continua por flashbacks que nos van contando más detalles sobre el oscuro pasado de Caronte. De hecho, la serie arranca de adelante hacia atrás. Eso consigue que la atención del espectador no se relaje, ya que todo está por contar.

 Producida por Big Bang Media para Mediaset, es un drama legal que, tras un tiempo esperando su hueco en la parrilla de Telecinco, se ha lanzado primero en Amazon Prime, como parte del acuerdo sellado por ambas compañías.

Reza para que todo esto sea verdad

A favor de “Caronte” juega que las series de abogados en España no se han estilado tanto como por ejemplo en EEUU, y eso ya es aire fresco. Además, las últimas producciones en serie españolas no han tenido demasiado éxito, y eso le abre a “Caronte” una vía de entrada entre los espectadores.

 Y sí que resulta original esta serie, más allá de que en nuestro país no se hayan prodigado las series de juristas. “Reza para que todo esto sea verdad”. Esta línea de diálogo se repite en los dos primeros episodios de “Caronte”, después de los requiebros del heterodoxo abogado den un vuelco a los procedimientos judiciales abiertos contra sus clientes.

Así como el doctor House reiteraba, episodio tras episodio, que la dolencia misteriosa que le tocaba curar “no era lupus” antes de dar con el diagnóstico definitivo, el ex policía encuentra su modus operandi más efectivo bordando la legalidad, sometiendo a tensión a unos eslabones del sistema, fiscales y magistrados, que desconfían de sus técnicas.

Caronte se construye sobre un cierto idealismo. Idealismo real, de a pie de calle, por eso les decíamos al principio que no busquen mucha espectacularidad. Son tramas que le pueden ocurrir a cualquiera, y por ahí es por donde engancha de verdad. Estamos hablando de un drama policíaco que plantea la lucha contra la decadencia del sistema a cargo de profesionales abnegados e incansables en su objetivo de reparar el daño causado al desfavorecido.

Partiendo de casos con resonancias actuales -en el primer capítulo se remite a la muerte del hincha del Deportivo Jimmy Romero y en el segundo se aprecian ecos de la desaparición de Diana Quer- cada capítulo trabaja sobre el concepto de falso culpable, apuntando siempre a las altas esferas como auténticas responsables en la sombra. Frente a esas élites, los clientes de “Caronte” pertenecen a las clases populares que necesitan un rayo de esperanza.

Reparto de altura

En cuanto a los intérpretes, y según reza nuestro titular, el estupendo Roberto Álamo lleva todo el peso de la serie, lo que hace que en algunos momentos- pocos, hay que decirlo – flaquee un poco. Pero es lo que tiene llevar todo el protagonismo en casi todas las secuencias. Desde luego que el papel de hombre torturado por su pasado le va como anillo al dedo a Álamo, y su personaje recuerda mucho al Javier Alfaro de “Que Dios nis perdone”.

Al ganador de dos premios Goya le rodean una serie de actores de reparto notables. Destacar la presencia de Miriam Giovanelli (se ve aquí algo desaprovechada, y es una lástima porque su aparición refresca mucho la interpretación de Álamo) la abogada que se asocia con el protagonista, y sobre todo Carlos Hipólito, el comisario, del que se echan de menos más escenas en primera línea. “Caronte” acierta también en sus localizaciones geográficas. Arranca en Gijón, pero muy pronto se traslada a Madrid, donde recorre diversos barrios, mudándose a territorios más cercanos al lumpemproletariado. De hecho, uno de sus puntos fuertes está en la recreación de procesos judiciales y en la traslación del lenguaje específico.

Cada episodio consta de 70 minutos y muchos de ellos tienen  un final cerrado, es decir la trama empieza y acaba en el mismo capítulo. El ritmo es constante, así como los flashbacks, que mantienen la atención del espectador.

“La Mirada” recomienda que vean esta serie, disfrutarán con las tramas y pasarán un buen rato ante una serie española que poco tiene que envidiar a los “grandes transatlánticos” de EEUU o Reino Unido.