Opinión

Un verano sin bicicletas

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Por Cowboy de La Mancha

Tuve la enorme suerte de ser un niño feliz. Tremendamente feliz. En parte fue porque mis días de verano se limitaban a ver el Tour en aquella vieja casa de pueblo y a coger la bicicleta, terminada la etapa, para pedalear entre los amarillos campos de Castilla en Julio. Para emular en mi imaginación a aquel trueno navarro de nombre Miguel que tanto me enseñó de sacrificio, de esfuerzo y de humildad. De saber ganar y de saber perder con dignidad.  Hoy ese caballero navarro sigue siendo un ejemplo por su sobriedad, discreción y saber estar. 

 Un Julio sin Tour no es verano. Un Julio sin Tour es un confinamiento de ilusiones. Y, sin embargo, en un año como este 2020 marcado por la dureza, los imprevistos y las caídas que nos da la vida, la esencia del ciclismo está más presente que nunca. Tiene el ciclismo algo de lógico y también de mitológico, algo de quijotesco y también de proletario, algo de sagrado y también de pagano, algo de desequilibrado y también de racional, algo de gloria y también de tragedia, algo de metafísico y también de agnóstico, algo de igualitario y también de injusto.

Es el único deporte que se puede practicar toda la vida. Quizá, porque integra todos los aspectos esenciales de la vida. En el ciclismo, como en la vida, la verdadera victoria reside en terminar cada etapa, y esto importa incluso más que el lugar en que se llega. Esa línea final que en el ciclismo se llama meta, en la vida se llama felicidad. La vida puede dar muchos reveses, hacer etapas con desfallecimientos constantes, o, también, puede dar pocos reveses pero hacernos caer virulentamente cuando uno está en la cúspide para rodar por el suelo, perdiendo completamente cualquier opción de ganar.  Da igual. Pedalear es saber que siempre va a llegar la pájara o la caída, que nos hará más fuertes.

Pero en la vida siempre hay que pedalear para llegar a la felicidad. Pedalear hacia una raya de meta que, o bien, nunca termina de llegar, o bien, se cruza en cada pedalada. Da igual cuál sea el problema o la alegría. Simplemente, pedalea…y aunque nunca ganes, al final de cada etapa llegarás a esa meta llamada felicidad.

!Nunca dejes de pedalear!