Cultura y entretenimiento

Traductores, el oficio más precario del mundo literario

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Hay muchos que no se fijan en quien ha traducido tal libro, sin embrago, su importancia es total, al menos para mí. Es cierto que son tantos que es imposible recordar su nombre de un libro a otro. Lo que considero importante es mantener el estilo del escritor al que traduces y es lo más difícil de comprobar.
Manuel Vega

Voy a aprovechar las declaraciones de Nuria Barrios a un medio de comunicación para entender un poco más a este gremio indispensable, pero que apenas está reconocido.

Novelista, poeta y ensayista, Nuria Barrios (Madrid, 1962) En los últimos años ha añadido a su trayectoria, premiada en varias ocasiones, su labor como traductora de autores anglosajones como James Joyce, John Banville o Amanda Gorman.

A partir de esa experiencia, ha publicado ‘La impostora, un ensayo literario donde aborda los problemas y las dificultades de una profesión menospreciada, poco considerada y mal pagada.

“Las editoriales”, señala Barrios, “son las grandes responsables de ocultar la labor de las traductoras. Y utilizo el genérico femenino porque en esta profesión la mayoría somos mujeres”. Su libro obtuvo el premio Málaga de Ensayo y ha abierto un debate en el sector sobre la olvidada importancia de las traducciones.

Entre el 16 y el 27% de los lanzamientos editoriales anuales son traducciones. Esto supone un 35% de la facturación anual de las editoriales (en torno a 294 millones de euros) pero, a pesar de este importante volumen, el gremio denuncia la “opacidad en el mercado, aceptando “de buena fe” las cifras de las liquidaciones de derechos, “que son meras declaraciones de una de las partes involucrada”, afirman en ACE.

Los Libros Blancos de la Traducción, promovidos por esta asociación profesional, llaman la atención sobre la “informalidad de las relaciones laborales” de los traductores.

El ensayo de Nuria Barrios parte de la constatación de la sorpresa que tuvo al iniciarse como traductora. “Leer con ojos de traductora puso fin a la inocencia en la que había vivido”.

“Cuando lees un libro, no sueles cuestionarte quién lo escribió, en qué condiciones o hasta qué punto es fiel la versión traducida que ha llegado a tus manos. La traducción es siempre una reinterpretación de un texto, una recreación de una obra que plantea como gran reto romper con tu idioma para dar cabida a otro idioma. No se trata tanto de qué traduces sino cómo lo traduces” explica Barrios.

Desde su doble condición de escritora y traductora, Nuria Barrios destaca que estos dos oficios suelen observarse con muchas reticencias hasta el punto de afirmar que esta ambivalencia suscita recelos y desdenes en los dos gremios.

“Una buena traductora no tiene por qué ser autora. En mi caso la experiencia literaria me sirve para ser más audaz como traductora porque, pese a que suene a paradoja, si has de ser precisa, necesitas libertad. En palabras del escritor Andrés Neuman podríamos decir que una traducción es una ficción basada en hechos lingüísticos reales”.

Pagar por número de palabras

El hecho de que la mayoría de editoriales paguen las traducciones literarias por palabras o caracteres, es decir, al peso con independencia de las características de un texto; o la lucha por la inclusión de los nombres de las personas que han hecho la traducción en las portadas de los libros, o el eterno reclamo de mejores honorarios, dibujan hasta qué punto nos hallamos ante el sector, en el que se estiman que trabajan unos 3.200 traductores profesionales, más precario del mundo literario.

Dado que la retribución por la traducción se puede calcular a través de múltiples tarifas y sistemas de cómputo, se dan unas diferencias de remuneración de hasta el 20% entre una tarifa u otra, según la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña Contrato de Traducción (ACEC).

Según el ‘Libro Blanco de la Traducción’ (2015), la media de ingresos brutos por traductor en ese año fue de 5.319 euros anuales. No es de extrañar que solo un 72% puedan tener una dedicación exclusiva a su profesión y cada vez predominan más los traductores esporádicos, que acometen uno o dos libros al año.

Nuria Barrios opina que no existe una educación sobre el valor de las traducciones al tratarse de una obra distinta donde influye mucho la actitud de la persona que vierte un libro a otro idioma.

Desde un discurso suave en las formas, pero contundente en el fondo, teñido de reflexiones filosóficas y literarias, ‘La impostora’, subtitulado ‘Cuaderno de traducción de una escritora’, se erige en un alegato en favor de la riqueza de las lenguas como factor de diversidad cultural.