Cultura y entretenimiento

«Última noche», de Lorenzo Roal

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“Hoy el lavavajillas se ha parado, / como si al no estar tú hubiera decidido / hacer huelga, dejar de funcionar / porque el jabón lleva mucho tiempo / sin rastro de tus dedos”.

Estamos de enhorabuena porque Lorenzo Roal publica su primer poemario: “Última noche” y lo ha hecho con Sonámbulos Ediciones. A pesar de su juventud, ha vivido ya varias vidas gracias a su frenética hiperactividad artística e intelectual: maestro, traductor, editor, cantante, poeta, lector empedernido…

Pedro Robledo

Lorenzo es un artesano emocional especializado en adaptarse al entorno. Si le metes en un campo de fútbol te hará un himno. Y si te cruzas con él en la calle y le das conversación, asentirá con su cabeza mientras su corazón te descubre endecasílabos que ni sabías que llevabas (no conozco a nadie con tanta facilidad -y tanta obsesión- para detectar endecasílabos sobre la marcha).

La portada de “Última noche” ya es toda una declaración de intenciones. Se trata de un desagüe rodeado de gotas. Pura cotidianeidad. Y es que la magia de Lorenzo es crear poemas con los rutinarios y vulgares mimbres del día a día. Y descubrirse. Es este un poemario valiente, honesto, y muy hermoso. Lleno de confesiones e intimidades pero desde la elegancia que da el oficio:

“Cuando por fin le confesé a mi madre / que no iba a ser el hijo que había imaginado, / me respondió: -Qué tonterías dices! / Con lo que yo te quiero, cómo tienes esas ideas raras. -Nunca hubo / peor forma de dar amor que con / sonrisas de silencio.”

Imagen de Lorenzo Roal

Es inevitable acercarse a “Última noche” y sentir que uno se acerca al autor hasta notar la calidez de su personalidad -que se va colando entre los versos-. Mientras que la mayoría de poemarios van a la caza y captura de los grandes temas universales intentando mostrar el poema que deje ciego a todos los lectores, “Última noche” cambia las reglas. Juega a hacer sencillos poemas desde lugares comunes a todos los lectores con la astuta finalidad de que al leerlo, resuenen en ellos los grandes temas universales. Ése es el secreto de este poemario. Lorenzo ha escrito un auténtico caballo de Troya.

Un ejemplo claro lo tenemos en el poema “Planes”. Da igual la edad que tengas. El poema explota en forma de preguntas incómodas una vez leído. Y para ello, el poeta sólo ha necesitado recurrir a una conversación de peluquería:

“y me pregunto si / en estos veinte años que me quedan / para alcanzar al hombre que se corta / el pelo ahora a mi lado / perderé toda gana e intelecto / y acabaré en una peluquería / comentando procedimientos para / abaratar algún cochino euro / en mis viajes futuros, me pregunto / si serán esos los únicos temas / que queden por hablar con mis amigos / y con mi peluquero cuando / ya lo haya dicho todo. Acaso puedo / agotar mi baraja en estos años? / Acaso lo que escribo, lo que cuento / se volverá pesado y solamente / sabré hablar de sandeces? / Y acaso esas sandeces me serán relevantes?”

Así que queda hecha la advertencia. Porque una vez que hayas leído “Última noche”, no habrá sitio donde puedas esconderte.

Pedro Robledo

Instagram:  @probledo