Opinión

España y las patologías previas

Compartir

Opinión de Cowboy de La Mancha

Escribo desde las afueras de Dallas, en las praderas de Texas. Me arden las entrañas. Es el dolor de España en la distancia. Me asfixia mi pulmón del alma: Madrid.

En cada bocanada de aire que consigo inhalar, mi cabeza vuelve a ver al niño que fui: corriendo en primavera el Cross de Aldovea por las calles de Alcobendas, comprando chucherías en Popurrí, y tirando el monopatín por la calle Salvia. ¿Dónde están hoy esos niños? Encerrados y con paseos racionados.  

 Dallas tiene el mismo número de habitantes que Madrid, pero con el virus está controlado. Hay unos cuatro mil contagiados. Desde hace dos semanas, el número de nuevos enfermos crece diariamente a un ritmo parecido al de los sanados.

Aquí, el niño que fui puede correr cada tarde un cross, compartir unas chucherías con sus hijos y conversar paseando sobre los miedos que nos invaden. La pandemia es global. Los miedos también.

 La gestión no es global. Depende de cada individuo y, en un sentido más amplio, de cada sociedad, de cada conjunto de individuos representados por sus políticos. Reflexionemos sobre la gestión política y social. ¿Qué se ha gestionado diferente en Dallas que en Madrid? Mucho. Se resume en un antibiótico basado en: rapidez, responsabilidad, liderazgo y defensa del bien común.

 En primer lugar, se tomaron medidas mucho más rápido: con diez contagiados se cerraron las escuelas (fue el 10 de Marzo, mismo día que en Madrid pero allí había cientos). Ese día, el gobernador de Texas dio orden de sellar todas las residencias de ancianos del estado, prohibiendo cualquier visita y obligando a los empleados a vestir traje de protección completo.

 Con cien contagiados en Dallas, el alcalde prohibió una famosa marcha que se celebra cada 15 de Marzo, cerró las salas de bares, restaurantes, los centros comerciales, se puso de acuerdo con los líderes religiosos para cerrar lugares de culto, prohibió cualquier reunión de más de diez personas y pidió a la gente estar en casa.

 Gobernador y alcalde, responsablemente lucharon por aumentar la capacidad de test hasta el punto de transformar en cuatro días el estadio donde juegan los Dallas Mavericks en centro de test por el método de “drive-thru”: fila interminable de coches aprovechando el parking del estadio con enfermeros vestidos con escafandra tomando muestras por la ventanilla de cada coche. Más de tres mil test al día desde la primera semana de “cuarentena”.

  Fueron decisiones sin precedentes en el país de la libertad, tomadas de manera coordinada por un alcalde demócrata y un gobernador republicano que han sabido coordinarse por el bien común (con algún puntapié soterrado, como es normal).

  Ese liderazgo conjunto, acompañado de una estricta limitación de la distancia social, ha permitido no haya colapso hospitalario (llegando a un máximo del 50% de la capacidad), que las familias puedan pasear, y que los mayores hayamos podido ir a trabajar, tomando las medidas de seguridad necesarias.

 En un ejercicio de inteligencia política casi todos los trabajos se han clasificado como esenciales. Así, la economía puede planear como el avión que pierde un motor pero que todavía conserva el otro.

Comparación con España

 Cuando comparo esas medidas con España, donde teníamos previsto volver a vivir el próximo verano, me indigno. Un gobierno muy irresponsable que ignoró todos los avisos, una Comunidad de Madrid llena de complejos que fue incapaz de suspender todos los actos públicos de aquel trágico fin de semana por miedo al que dirán, una oposición que, consciente del peligro, celebró su acto de Vistalegre sólo para demostrar que a machos no les gana nadie.

 Pero era sólo el inicio. Posteriormente la gestión de la crisis ha llevado a España al mayor caos desde la Segunda República: abandono de los ancianos, limitación de las libertades fundamentales, falta de medios de protección, errores de contabilidad, ridículos internacionales en el aprovisionamiento, y un colapso a todos los niveles: hospitalario, burocrático y funerario.

 Este maldito virus es especialmente letal con quien tiene patologías previas. El caso de España es un ejemplo evidente. España, lleva varios años aquejada de una gran obesidad política, caso que se ha complicado por un tumor, llamado nacionalismo, que ha hecho metástasis y que se ha agravado por ignorar de manera intencionada todas las analíticas: corrupción disparada, carga fiscal, complejidad burocrática, etc.

Un enfermo con esas patologías requería de por si hospitalización. Si encima, se contagia de Coronavirus, el diagnóstico es letal. Quién no vea que como país estamos en la UVI, está ciego.  El enfermo tiene la suerte de tener una salud cardíaca única (llamada fuerza e ilusión) y unas células (ciudadanos) con enorme capacidad de regenerarse.

Puede que no muera, pero es urgente empezar regenerando la capa política. Ninguno de los que estaban, ni de los que están, es válido. Savia nueva, gente veterana, mayor de sesenta y, a ser posible, proveniente del sector privado. Medicina de choque, plan de adelgazamiento estructural severo, muchas oraciones, mucho trabajo y a por el milagro.

Por Cowboy de La Mancha