Opinión

Esclavos de las redes sociales

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Que conste que tenía tres temas en el tintero para escribir la carta al director de este mes.

Me asaltaba, y me asalta, el interés por escribir sobre la impunidad de los funcionarios en determinadas decisiones que toman desde esa curiosa atalaya que tienen sufragada con nuestros impuestos. También sobre el denominado patriotismo de partidos, cuyo crecimiento va acompasado de esa legión de fanáticos que es incapaz de admitir un error de los suyos y por supuesto, un acierto de los contrarios. Pero, finalmente me quedo con nuestra nueva condición del SXXI: somos “esclavos de las redes sociales”.

Cada vez conozco más gente que es incapaz, no solo de vivir sin su “amado” teléfono móvil, cosa que nos puede pasar a todos, sino que viven obsesionados en mirar los estados de whasup que cambian en sus contactos y también, en estar permanente actualizado en cualquier incidencia o alteración de su cuenta de Instagram. Hace tiempo lo denuncié en estos versos. Nuestro otro yo, el virtual, crece y gana enteros a una velocidad inesperada. El problema es que ese otro yo que tenemos en las redes no debería ser más que eso, una especie de firma electrónica que lleva nuestro nombre y que podemos utilizar en unos cuantos soportes y plataformas.

La mala noticia es que para las generaciones que vienen, y para muchos de los que pertenecen a la nuestra, este “avatar” ya es mucho más real que su vida propia. Los jóvenes solo se comunican a través de estas redes frías y atemperadas en los sentimientos. Una de las consecuencias de esta, a mi juicio, somera gilipollez es que cada vez son más los zalameros (vendedores de humo), que existen en las redes. Para más inri, ahora aparece la dichosa Inteligencia artificial que es el mayor “falsificador” que se ha inventado en la historia. Todo esto ha llegado también a la política, donde asistimos a un bombardeo continuo de imágenes a través de las redes sin más contenido que eso, una imagen.

Me gustaría poner en valor que existe la vida más allá de cualquier soporte digital. Y no solo que existe, sino que fuera de esos dispositivos electrónicos esta nuestra verdadera vida, la de verdad. No sé por qué estamos aceptando que las redes sociales son el escaparate profesional y personal de cada uno de nosotros. Les animo a volver y a enseñar a nuestros jóvenes que la vida es, y era maravillosa sin internet.

Juan Ussía Muñoz-Seca/ Director La Mirada Norte