ActualidadOpinión

¿Cómo pueden votar a Trump?

Compartir
Hace cuatro años que me instalé en Texas y miraba incrédulo a los americanos republicanos. No entendía cómo en pleno siglo XXI, podían defender el derecho a las armas, la sanidad privada, y la falta de servicios públicos. Me sentía como Asterix cuando sacudía la cabeza y decía “están locos estos romanos”.
Por Cowboy de La Mancha
Javier Sánchez Babe

Durante estos años he preguntado sin pudor y he experimentado la vida americana sin rubor. He experimentado la esencia de ese populismo, envuelto en un aura hortera, que rodea al presidente, y que tanto nos choca a los europeos por la falta de elegancia. He sufrido un síndrome de Estocolmo. Ahora, hasta me parece que las Galias son la América profunda, y que los cowboys, son Obelix (por el tamaño no puedo compararlos con Asterix).

También entiendo por qué votan a Trump (aunque pueda no compartirlo). Se podría resumir en cuatro razones: adversidad, libertad, fiscalidad y religiosidad.

Adversidad: Aquí son comunes los desastres naturales y las reconstrucciones rapidísimas. Igual ocurre en los negocios, y en la vida afectiva. Si falta liquidez en caja o amor en casa, no fingen lo que no es, ni esperan el rescate de una subvención. Se lanzan contra el problema. Disfrutan con el hecho de volver a mirar al futuro (apenas hay historia). Se levantan muy  rápido ante los contratiempos, y empiezan de cero. Trump encaja en esa filosofía: lleva varios matrimonios, varias empresas quebradas y varias subidas de los infiernos. Tiene 77 años, sigue activo y acaba de superar el coronavirus. Esa vitalidad en vena, son votos en las urnas.

Libertad:    Valoran la libertad y la simplicidad por encima de todo. En la América profunda es impensable cualquier regulación que limite los derechos fundamentales de las personas incluso ante emergencias sanitarias o naturales. Por ejemplo, ante un huracán recomiendan el desalojo y advierten que quien se quede es bajo su riesgo, pero, no obligan al desalojo. Igual ocurre con el derecho a llevar armas. En ese contexto, se entiende la difusa gestión del COVID de la administración Trump. Imponer medidas hubiera sido un descalabro electoral…y económico. Al contrario que en España, la autoridad política recomienda, pero muy rara vez impone y el ciudadano, normalmente, respeta.

Fiscalidad: el votante siente aversión hacia el gasto público. Cree que nadie gestiona mejor su dinero que uno mismo. Bajar impuestos, incluso recortando prestaciones, está bien visto. Trump ha reducido la carga fiscal a las familias en más de un punto. Ilustremos con una comparación: un matrimonio en el que un miembro gana 70,000 y el otro 60,000 (ponga euros o dólares). Tienen tres hijos a cargo. En España pagan un 30% de impuestos. En EEUU, si viven en  un estado donde no hay tramo estatal (como Texas, Florida, Montana y muchos más) pagan solo un 11%, que son dos mil euros más al mes de dinero disponible.

Religiosidad: en un país lleno de paradojas y contradicciones, la religiosidad juega un papel importante. Especialmente en los estados del sur, que forman el llamado cinturón de la Biblia (el sureste y centro-sur del país). La administración Trump ha aglutinado a ese electorado cristiano (desde católicos a evangélicos) bajo un mismo paraguas con medidas fiscales para familias y con mensajes próvida (mas cosméticos que reales). Sin embargo, en  las últimas semanas uno de los artífices de esos puentes entre política y religión, el abogado evangélico  Jerry Faldwell, ha sido pillado en un tórrido escándalo sexual.

En resumen, cuando se analiza la compleja y diversa situación norteamericana bajo esos prismas, se entiende que la política haga extraños compañeros de viaje.