La doble vida de Dan Brown (El Código da Vinci), su esposa y las amantes
El Código Da Vinci, Ángeles y demonios, El símbolo perdido, Infierno u Origen. Ahí la saga más exitosa del escritor estadounidense Dan Brown, con especial atención a El Código Da Vinci, una novela trepidante centrada en la búsqueda del significado real del Santo Grial que también exploraba el papel de María Magdalena en el cristianismo. Más de 80 millones de ejemplares vendidos. Traducida a 44 idiomas. Una adaptación al cine protagonizada por Tom Hanks y Audrey Tautou, dirigida por Ron Howard en 2006.
Una mentira de más de dos mil años: de eso iba El Código Da Vinci, que fue ‘refutado’ por más de diez libros que intentaban corregirle presuntos matices históricos, geográficos, religiosos y culturales, porque, en el fondo, lo entendían como un ensayo destructivo del mundo tal y como lo conocemos hasta ahora.
De hecho, Brown fue hasta demandado por supuesto plagio -al libro El enigma sagrado, donde habla de la descendencia de Jesucristo y Magdalena-, pero ganó todas las reyertas legales. Recuerden también cuando en Origen, ambientada en España y basada en una conspiración contra la Casa Real, cambió sospechosamente el nombre de «Felipe VI» por «Julián». Para no pillarse los dedos.
Le gusta la polémica a Dan, pero no tanto, porque sabe que acercarse demasiado a la verdad puede quemar. Pueden caer las telas y las caretas. Ahora, él mismo, el propio autor, encarna un cuento sórdido lleno de mentiras: su exmujer le ha llevado a los tribunales asegurando que “ha llevado una vida de engaños”, que ha desviado dinero de sus cuentas conjuntas para comprar carísimos regalos para una entrenadora holandesa de caballos, una de sus ¡cuatro amantes!
Desvío de fondos
Brown no sólo habría incumplido su acuerdo matrimonial, sino que la habría maltratado psicológicamente, insuflándole “angustia emocional” de manera “intencional y negligente”. La pareja contrajo matrimonio en 1997 y se divorció el pasado diciembre. Su patrimonio neto se estima en más de 150 millones.
La señora Brown, que es artista e historiadora del arte, ha alegado que esta demanda trata de defenderla y “afirmar mi autoestima”. “He intentado asumir la impactante verdad oculta que ha salido a la luz durante el divorcio: que Dan ha llevado una doble vida durante años mientras estábamos casados”, ha relatado. “He confiado en este hombre durante décadas, ha sido el amor de mi vida. No reconozco al hombre en el que Dan se ha convertido. Siento que es hora de desvelar su engaño y sus traiciones. Ya me ha tocado a mí mucho dolor. Ahora es la hora de la verdad”.
Todo arrancó en 2014, cuando, según el testimonio de la exesposa, Brown “comenzó a mostrarse más distante y vestía de manera diferente”. Cuatro años más tarde, el escritor le pidió una separación, pero siempre con el deseo de seguir siendo “mejores amigos”. Ella cedió a su petición y se mudó de su casa en New Hampshire en agosto de 2018.
En un primer momento, todo amenazó con ser amistoso: cuando acordaron el divorcio, ella aseguró tener “pleno conocimiento” de la riqueza del núcleo conyugal, pero no era cierto. Empezó a investigar y presuntamente descubrió que, durante años, su marido había estado desviando fondos comunes para pagarse los lujitos con las amantes.
La amante entrenadora de caballos
¿La más problemática? La entrenadora de caballos, que queda reflejada en la demanda únicamente como JP, especialista en frisones. Fue la señora Brown, quien la llevó a EEUU en 2013 para entrenar uno de los caballos del matrimonio. Ella alega que la entrenadora comenzó una aventura con su marido en pleno 2014, durante una temporada en la que residió en la casa de la pareja porque estaba recuperándose de una cirugía del hombro.
Dan Brown le compró a su amante un caballo estimado en unos 350.000 dólares, un coche nuevo, un camión de transporte para caballos y una remodelación completa de su apartamento en Países Bajos. Además, explica que, cuando por fin se enfrentó a él en enero de este año, Brown reconoció que había hecho “muchas cosas malas” a “mucha gente” y admitió que también había tenido un affaire con una peluquera. Hay más: con una funcionaria y con su entrenadora personal.
Él se muestra “confuso” y “aturdido” por las “declaraciones falsas” de su compañera sentimental de toda la vida. Contó a The Boston Globe que “el día que Blythe y yo nos casamos, no se me ocurrió, ni remotamente, que pudiéramos distanciarnos tanto”.Se agarra a la “declaración financiera” de sus activos que firmaron cuando se divorciaron, y mantiene su vigencia.