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¿Cómo afecta a la salud el cambio de horario de invierno? 

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La noche del sábado 29 al domingo 30 de octubre, se producirá el cambio de hora en España, así, cuando sean las 03:00, tendremos que cambiar los relojes a las 02:00 horas.
Doctora Blanca Rodríguez Ayala

¿Capricho o necesidad? El objetivo es aprovechar más la luz natural ajustando la jornada laboral a ésta y, del mismo modo, contribuir al ahorro energético y eléctrico. Sin embargo, el organismo acusa estos cambios originando pequeñas alteraciones de nuestra rutina, algo que ha hecho que surjan detractores de la Ley que regula esta modificación horaria, y que no sólo nos afecta a nosotros si no a todos los países que conforman la Unión Europea. 

Según los expertos, el horario invernal nos beneficia en el descanso ya que, al recibir menos horas de luz, se favorece una mayor segregación de la hormona del sueño o melatonina, lo que hace que descansemos durante más tiempo y con una calidad mejor. Pero esto no sucede de forma inmediata pues, al principio, nuestro ritmo circadiano se ve perjudicado y, contrariamente a lo anterior, el sueño se ve alterado hasta que se adapta a la nueva rutina. El resultado de estas nuevas condiciones se traduce en cansancio diurno, somnolencia, falta de concentración, dificultad para conciliar el sueño de noche y problemas para despertarse por la mañana, todos ellos síntomas que suelen resolverse favorablemente en una semana o en 10 días a lo sumo. 

Para minimizar las molestias que acarrea este cambio, es aconsejable no alterar el ciclo sueño-vigilia, esto es: 

  • Seguir unos horarios regulares para acostarse y levantarse, sin que difieran en exceso los fines de semana. El adulto debe mantener las horas de descanso que precise, siendo aconsejable alcanzar las 6-8 horas, según la persona. 
  • Dar prioridad al descanso los días previos al cambio horario, para ir acostumbrando al cuerpo. 
  • Evitar el uso de pantallas y dispositivos electrónicos al menos un par de horas antes de irse a la cama. 
  • Cenar temprano y de forma ligera, que no escasa, ya que tomar poco alimento puede hacer que nos despertemos con hambre durante la noche y tengamos dificultades para volver a dormir o bien tomemos alimentos que no nos convienen. 
  • Limitar el consumo de bebidas estimulantes a partir de la hora de comer, incluyendo café, té y algunos refrescos. 
  • Dejar tiempo al organismo para que se adapte sin ayudas, lo que supone evitar la automedicación. En caso de que los síntomas se prolonguen en el tiempo, lo ideal es consultar al médico antes de tomar pastillas para dormir por nuestra cuenta. 

De todos modos, el cambio de invierno resulta más sencillo para la adaptación del cuerpo que el de verano, al facilitar las horas de sueño por el menor tiempo de luz que hay, y el poder adaptar el despertar con la claridad del amanecer sin que sea tan temprano como en la época estival. ¡Aprovechemos las bondades del invierno para descansar!