Cultura y entretenimiento

El cine policíaco español cautivó a los espectadores desde sus primeras apariciones

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Aquella fascinación continúa más fuerte que nunca. Los callejones donde se esconde el misterio, el detective que lo investiga y el peligro que los rodea fueron una auténtica revolución.

Desde los primeros crímenes a resolver, pasando por las renovaciones del género y terminando con las incorporaciones más recientes a nuestro cine, os traemos las películas que más han influido al cine policíaco español a lo largo de su historia.

Domingo de carnaval (Edgar Neville, 1945)

Mezclando un cine policíaco aún en proceso de maduración con el sainete típico de la época, surgió una de las grandes obras del director Edgar Neviller. Siendo la segunda parte de una trilogía de historias criminales, precedida por ‘La torre de los siete jorobados’ y seguida por ‘El crimen de la calle de Bordadores’, en este caso Neville nos presenta a Conchita Montes acompañada de un joven Fernando Fer.an Gómez en una historia que mezcla la realidad con fantasía a partes iguales.

En las estrechas callejuelas del Rastro tiene lugar el asesinato de una usurera, del cual es acusado un vendedor que tenía cuentas pendientes con ella. Durante los tres días de carnaval presenciaremos cómo la hija del acusado, Nieves, investiga el crimen para limpiar el nombre de su padre, a la par que su relación con el detective del caso, Matías, va estrechándose.

Apartado de correos 1001 (Julio Salvador, 1950)

Con Julio Salvador y esta película encontramos al propulsor principal del cine negro en España. Con la unión de características clave del cine policíaco que llevaba años plagando Hollywood y del neorrealismo italiano, que se dejaba ver por gran parte de Europa, comienza a quedar atrás el miedo a mostrar una imagen menos que idílica de nuestro país. Rodada en las calles de Barcelona y con un ídolo de la época, Conrado San Martín, presenciamos un claro reflejo de la sociedad del momento.

Cuando un joven es asesinado frente a una comisaría de policía, un apartado de correos que frecuentaba la víctima será la única pista con la que contarán los oficiales Miguel  y Marcial a la hora de arrestar a su asesino. Poco a poco destaparán todos los secretos que esconde un crimen que, a primera vista, parecía ser simple.

A tiro limpio (Francisco Pérez-Dolz, 1963)

Adentrándonos en el cine policíaco barcelonés destaca uno de los largometrajes de culto del género y la ópera prima del director. Tras una autocensura por parte del equipo técnico para así asegurar que la cinta viese la luz del día, se estrena una película que, con el paso de los años, es recordada como una de las mejores representantes del cine policíaco español. Siendo tanta su popularidad, que en 1996 se estrenó un remake dirigido por Jesús Mora, con Toni Cantó y Adolfo Fernández como protagonistas.

Los ladrones Martín y Antoine huyen a Barcelona con intenciones de cometer un enorme atraco a un banco. Una vez ahí, contactan con Román y Jorge “El Picas”, quienes deciden unirse a la operación y proporcionarles armas. Lo que sigue es una historia donde la lealtad prevalece ante todo lo demás, poniendo el punto y final con una secuencia inolvidable.

El cebo (Ladislao Vajda, 1958)

‘El cebo’ nos lleva a las idílicas montañas suizas, donde una niña ha sido asesinada. Durante el transcurso de la película veremos cómo el comisario Mattei desarrolla su investigación para encontrar al verdadero responsable del crimen.

El esfuerzo producido entre España, Alemania y Suiza se enfoca en los contrastes, en la luz y en la oscuridad que conviven en los bosques del pequeño pueblo donde tiene lugar la historia. Destacada su alabanza y ruptura simultánea de las convenciones del género de cine negro, se convirtió en una de las coproducciones más alabadas de la época.

El crack (José Luis Garci, 1981)

Garci se adentró por primera vez en el cine negro con ‘El crack’, representando las calles de un Madrid a punto de cambiar. Se da voz a esa melancolía que, con el paso de los años, únicamente crece, en el marco de una época que llegaba a su fin y en la que se dejaba entrever los primeros atisbos del futuro al que se dirigía nuestra sociedad. Estrenada después de una década más silenciosa para las policíacas, la actuación de Alfredo Landa como Germán Areta supuso el punto y final a la época del “landismo” además de la revitalización del género negro en el cine español.

El antiguo policía Germán Areta es ahora un detective privado, que recibe el encargo de encontrar a una chica desaparecida: la hija de un empresario de Ponferrada. A lo largo de la investigación comenzará a enfrentarse a obstáculos cada vez mayores para abandonar esta tarea. Pero Areta se mantendrá firme en el cumplimiento de su encargo.

La patria del rata (Francisco Lara Polop, 1981)

En pleno movimiento del cine quinqui se encuentra esta entrega conocida en menor medida. Mezclando lo quinqui con elementos del cine policíaco, se reflejan la desesperación y confusión que acarreaba a la población. Para recalcar aún más este mensaje se pone por delante el papel de “El rata”, quien representa las duras situaciones que muchos jóvenes marginales vivían en aquel momento.

Durante la dictadura “El rata” fue condenado a veinte años de cárcel, pero cuando es aprobada la Ley de amnistía debe enfrentarse de nuevo a la vida fuera de prisión. Dada su gran falta de recursos, se verá obligado a recuperar su vida criminal.

El caso Almería (Pedro Costa, 1984)

La ópera prima de Pedro Costa, basada en el suceso judicial del mismo nombre, da paso a un cine negro con un mayor enfoque en el aspecto jurídico, con la objetividad ante todo y dejando de lado los aspectos morbosos. Asimismo, vemos cómo la narración a modo de crónica que utiliza Costa sirve como antecedente de la famosa serie: ‘La huella del crimen’.

El 10 de mayo de 1981, varios miembros de la Guardia Civil asesinan a tres jóvenes al confundirles con miembros de la banda terrorista ETA cuando éstos se dirigían a Almería para acudir a una Primera Comunión. A lo largo de la historia se seguirán los acontecimientos ocurridos tanto los días del suceso, como los que lo rodearon, mostrando también el proceso judicial que lo siguió.

La huella del crimen: Jarabo (Juan Antonio Bardem, 1985)

Una de las series de televisión más influyentes de nuestra cinematografía: ‘La huella del crimen’. Constó de tres temporadas dilatadas en el tiempo, entre 1985 y 2010, y contó con una multitud de directores diferentes en cada uno de sus episodios. Creada y producida por Pedro Costa, encontramos una obra centrada en mostrar crímenes de la historia de nuestro país, resaltando todos los pequeños detalles de los mismos y continuando una tendencia hacia las crónicas de sucesos.

En ‘Jarabo’, capítulo dirigido por Juan Antonio Bardem, viajamos hasta la España de los años 50 donde la policía ha encontrado cuatro cadáveres en un apartamento. A lo largo de la historia deberán descubrir quién es el asesino y cuáles fueron los acontecimientos que le llevaron a cometer este crimen.

La noche de los girasoles (Jorge Sánchez-Cabezudo, 2006)

Es la obra más moderna de nuestro de este artículo y su director siempre ha sido conocido por su labor en el mundo televisivo. Sánchez-Cabezudo, también guionista de la obra, muestra una perspectiva del cine negro más moderna, centrada en las vivencias de las víctimas del crimen. Deja de lado el aspecto policíaco y suma un enfoque coral dada la división de la historia en seis capítulos diferentes.

Esteban y Pedro son paleólogos que están investigando la cueva de un pueblo en el norte de España. Cuando Gabi, la novia de Esteban, sufre un horrible percance mientras les espera en la entrada de la cueva, los chicos se tomarán la justicia con sus propias manos.

El alquimista impaciente (Patricia Ferreira, 2002)

El sargento Bevilacqua y su amiga Chamorro investigan el asesinato de un hombre que fue encontrado desnudo y atado en la cama de un motel de carretera. Solo cuentan con una pista: la víctima llegó a la habitación del motel acompañado por una mujer. Con esta información deberán resolver un complejo crimen, mientras su amistad se afianza lentamente.

Patricia Ferreira dirige ‘El alquimista impaciente’, además de escribir el guion junto a Enrique Jiménez, la adaptación de la novela homónima escrita por Lorenzo Silva. Al igual que ‘La noche de los girasoles’, bebe del cine negro, pero modernizándolos para la audiencia. En este caso destacan los detalles y los entresijos que esconde el misterio, manteniendo la base narrativa del cine policíaco que todos conocemos.