Una reforma como consecuencia de las políticas erráticas del PP en el Distrito Urbanizaciones
La remodelación de la Plaza del Soto de La Moraleja y sus nuevos accesos es un ejemplo claro de lo que sucede cuando un gobierno municipal actúa de espaldas a sus vecinos.
Esta obra no responde a una demanda ciudadana, sino que es la consecuencia directa de las controvertidas decisiones del PP en materia de vivienda en el Distrito de Urbanizaciones, que han intensificado el crecimiento descontrolado de residentes en la zona.
Más que una solución, esta reforma es un parche impuesto para lidiar con los problemas derivados de las políticas urbanísticas del Partido Popular, que se han ejecutado sin diálogo ni planificación. Decisiones como el aumento de viviendas en la Carrascosa y la proliferación de colegios privados no solo han generado más tráfico, sino que han agravado la saturación del Soto. Y lo peor está por venir: los futuros desarrollos, como las 10 parcelas de Arroyo de la Vega o la construcción de una nueva residencia, solo profundizarán estos problemas.
Vecinos y comerciantes llevan meses mostrando su descontento hacia las iniciativas que está tomando el Partido Popular en el Distrito de Urbanizaciones. Es vergonzoso que una alcaldesa que presume constantemente en sus redes sociales de «escuchar a los vecinos» no haya contado con ellos para una reforma tan trascendental. ¿Acaso Rocío García Alcántara creía que podía decidir el futuro del Soto desde su despacho, sin ni siquiera consultar a quienes viven allí?
Seguro que culpará al Ministerio, a Pedro Sánchez, al de más arriba o al de más abajo para evitar dar explicaciones en La Moraleja o en el Soto. Al PP siempre le ha funcionado esta estrategia: hacen lo que quieren, imponen sus negocios y no sufren castigo electoral. ¿Para qué hacer mejor las cosas, entonces?
La reforma de la Plaza no es un problema aislado; es un reflejo de una gestión que prioriza intereses ajenos por encima de los ciudadanos. Desde aquí hacemos un llamado a la rectificación. Es momento de escuchar y, sobre todo, dejar de imponer proyectos que solo generan rechazo y frustración.
Ángel S. Sanguino/ Portavoz Grupo Municipal Socialista de Alcobendas