Sonia Díaz Rois: “Nos complicamos cada día con asuntos tontísimos”
Sonia Díaz Rois (Barcelona, 1978) es mentora y coach experta en gestión de la ira. En estos tiempos convulsos, quiere ayudar a todas esas personas hartas de ir cabreadas por la vida: que logren estar más tranquilas y menos estresadas. Su libro lo plantea tal que así: “Y si me enfado, ¿qué?”. Porque, como apunta en esta conversación sin filtros, solemos prestar “bastante atención a la tristeza, el miedo… pero al enfado no le hacemos ni caso”. He aquí un canto a la empatía para enriquecer nuestras relaciones con los demás –ojo al efecto ‘cuñading’-, una oda al optimismo, un manual para surfear con nuestras emociones y un motor para vivir con mejor humor. ¡Bienvenida a La Mirada la gran Sonia Díaz Rois!
OTRAS MIRADAS” con JORGE GARCÍA PALOMO
@jorgegpalomo
Esto es La Mirada… ¿Cómo te gusta mirar la vida, Sonia?
No ha sido siempre así, pero desde hace ya un tiempo me gusta ver la vida como un lugar al que he venido a pasarlo lo mejor posible. Intento estar atenta para encontrar la magia en cualquier rincón y hacer que cada día sea una pequeña vida. Imagino que nazco cada día, con nuevas esperanzas y nuevos retos, con las pilas cargadas para dar lo mejor de mí. Cada día es una oportunidad para probar, acertar, equivocarme, aprender… También para disfrutar de mi gente favorita y hacer lo posible por conocer a gente nueva. Hago lo posible por jugar cada día mi mejor partida.
¿Cómo te presentarías a ti misma?
Soy una persona tímida a la que ya no le arde el cuerpo cuando antes podía sentir vergüenza. Soy una persona que dice las cosas que siente y piensa, pero que ahora gestiona mejor el cuándo, cómo y con quién para evitar cometer “sincericidios”. (Risas). Soy una persona que ha aprendido a confiar un poco más en la vida -digo ‘un poco más’ porque todavía estoy en ello-. Soy una persona que ahora es más consciente de las malas pasadas que le jugaban sus pensamientos cuando se preocupaba por absolutamente todo. Soy una persona que está aprendiendo a relacionarse mejor con el resto del mundo porque antes no aguantaba a casi nadie. Soy una persona que tiene menos manías y necesita controlar menos cosas y a menos personas. Soy una persona que está aprendiendo a soltar…
Antes de abrir el libro, entre otras cosas, has contado en ocasiones que siempre fuiste muy perfeccionista. Supervisabas equipos en empresas y querías tener todo bajo control hasta que se fue de las manos. Con esta obsesión… ¿arranca el giro vital para ayudarnos a estar en paz? Se dice fácil…
Desde la capacidad o incapacidad que tenía en aquellos momentos para relacionarme con un grupo de personas que yo interpretaba que se habían levantado cada mañana con la intención de fastidiarme el día llegó el momento de hartura máxima en el que me di cuenta de que estaba dándome de cabezazos contra la pared. Al darme cuenta de lo brutita que podía llegar a ser y de la poca comprensión que tenía con los demás empezó mi cambio. Fue entonces cuando empecé a encontrar en mí esa paz que tanto tiempo llevaba buscando fuera.
“Es muy fuerte”… Cuando te das cuenta de todo lo que depende de ti y de cuánto puedes llegar a influir tanto en tu propio bienestar como en el de los demás te explota la cabeza. Es como que de repente te das cuenta de que la vida es mucho más fácil y que nos complicamos cada día con asuntos tontísimos. Hago todo lo posible por elegir bien las batallas que, de verdad, quiero luchar.
“Y si me enfado, ¿qué?” es el título de tu libro para aprender a gestionar mejor las emociones… La “promosió”… ¿Por qué y dónde comprarlo?
Aunque todo el mundo se enfada, poca gente lo reconoce. O no nos damos cuenta o tiramos balones fuera y culpamos a los demás. La cuestión es que prestamos bastante atención a la tristeza, el miedo… pero al enfado no le hacemos ni caso. Lo aceptamos como una ida de olla y miramos hacia otro lado sin profundizar en sus causas ni en cómo hacer para dejar de cabrearnos. Este libro está escrito para absolutamente cualquier persona que quiera comprender un poco mejor esta emoción y empezar a observarla desde un punto de vista más amable. El enfado se sufre mucho. Igual que cuando vemos a una persona triste y sentimos la necesidad imperiosa de abrazarle y consolarle, el enfado también necesita atención, empezando por uno mismo.
Además de comprender que el enfado es una versión del miedo porque se activa cuando nos sentimos amenazados, también es importante recordar que se entremezcla con otras emociones, como puede ser la tristeza. Y, claro, aquí la cosa se enreda porque no entendemos qué nos pasa; y como el enfado tiende a expresarse de aquella manera, lo rechazamos tanto uno mismo como las personas a las que salpicamos con nuestros cabreos. Comprender que uno puede enfadarse sin despeinarse y usar su energía para seguir adelante y conseguir cambios es fundamental. Es así como podemos distinguir esta emoción de un cabreo y también de la ira. Esto es algo que explico en el libro con mayor detalle.
El libro puede encontrarse en cualquier librería tanto física como digitalmente. Y solo un apunte a tener en cuenta si vas a una tienda y preguntas por él. Varias personas me han comentado que, cuando la persona que te atiende te pregunta «¿Qué libro buscas?» y le respondes directamente «‘¿Y si me enfado, ¿qué?’», se asustan un poco. (Risas). Mejor decir: «Estoy buscando un libro que se llama…».
Qué le enfada o enfadaba más a Sonia Díaz Rois? ¿Has conseguido la paz total? (Pregunta retórica: supongo que esto se cultiva día a día…)
Antes me podía enfadar por cualquier cosa. Desde que no me hicieran caso hasta que las cosas no salieran como yo esperaba, pasando porque estaba convencida de que el mundo era una caca y la gente egoísta, maleducada, irresponsable y desconsiderada. Centraba toda mi atención en lo que para mí estaba mal y en lo que no funcionaba como yo quería. Al ampliar la mirada y ver más allá, empecé a descubrir que había cosas que sí estaban bien y otras muchas que tenía que aceptar sin pretender cambiarlas. Empecé a comprender que las personas no hacen las cosas mal adrede -antes pensaba que sí, que lo hacían mal intencionadamente-.
Empecé a entender lo diferentes que somos y que mi mundo no es el mundo. Que pensamos diferente y que eso es maravilloso. Aprendí a escuchar y a tener en cuenta otros puntos de vista. Aprendí que yo no tenía siempre la razón. Aprendí que yo estaba equivocada muchas veces. Y también descubrí la magia de conectar con otras personas sin juzgarlas y sin pretender que la gente fuera como un clon mío porque era con eso con lo que me sentía a gusto. Descubrí lo mucho que se aprende conociendo a personas diferentes y lo mucho que me aportan y me entreno cada día para mantenerme más tiempo ahí. ¿Dónde estás poniendo tu foco? ¿Hacia dónde diriges tu mirada?… Estas son preguntas que me planteo habitualmente.
¿Qué es eso de los tres cerebros, si a veces parece que no tengamos ninguno?
Risas). Totalmente. Muchas veces parece que estemos en modo cabeza hueca. ¿Hay alguien ahí? Lo que ocurre, aunque parezca que hay vacío, es que hay mucho más de lo que podemos llegar a imaginar. Instintos, patrones, creencias, distintas voces y luchas internas que nos provocan esa desconexión porque nos abruma y no sabemos qué hacer con ello ni por dónde empezar. Es más fácil mirar hacia otro lado y hacer oídos sordos que ponerse a trabajar en ello. El tema de los tres cerebros o la teoría del cerebro triuno me parece una de las formas más sencillas para comprender cómo podemos gestionar nuestro instinto básico de supervivencia, nuestra parte emocional y nuestra parte racional. Es lo que más me ayuda a resolver la pregunta que me suelo plantear: ¿cómo podemos autorregularnos mejor teniendo en cuenta que, aunque somos seres emocionales que razonamos, estamos la mayor parte del tiempo en modo supervivencia?
El ‘cerebro reptil’ (nuestro Kevin, así lo llamo en el libro) sigue condicionando nuestros resultados porque su principal objetivo es protegernos y mantenernos a salvo. No se ha dado cuenta de que ya no estamos en las cavernas y que los peligros actuales son diferentes. No es consciente de que el modo supervivencia que nos hace sentir que nuestra vida corre literalmente peligro ha evolucionado a otro tipo de ‘muertes’, como pueden ser la social, la emocional, la laboral… Tenemos que ayudar a ‘este cerebro’ para que haga un buen trabajo en equipo con la parte emocional y el neocórtex para que todo fluya mejor. Es así como dejamos de hacer cosas que ahora son cero adaptativas; al menos, en lugares como en los que estamos tú y yo porque en otros sitios, muy a nuestro pesar, se sigue luchando cuerpo a cuerpo.
Desarrollar la consciencia y comprender para qué sirven nuestras emociones y dialogar con ellas desde nuestro neocórtex nos ayuda a razonar, tomar mejores decisiones y tener mejores resultados. Es así como, en lugar de reaccionar, desarrollamos la capacidad de actuar y tomar decisiones teniendo en cuenta las consecuencias: algo muy importante si queremos evitarnos unos cuantos cabreos. Y aquí también podríamos hablar del secuestro amigdalar y esa cruzada de cables que experimentamos cuando estamos en modo furia, pero no hago más ‘spoilers’ para evitar destripar el libro.
Me hace gracia lo del “cuñading”… ¿Buena prueba de fuego para dominar los instintos?
El efecto “cuñading” está relacionado con pretender tener la razón a toda costa, muchas veces sin base ni fundamento, y con no ser conscientes de lo que nos podemos estar perdiendo. Es un buen punto para prestar atención a lo mucho que podemos llegar a hablar sin tener apenas idea de nada. Y también lo poco que escuchamos, perdiendo la oportunidad de aprender de los demás. Te lo dice alguien cuyo apodo, o uno de ellos, era “La Sifón”. Algo que me marcó mucho en su momento y que de verdad ha cambiado mi relación con otras personas es recordar constantemente que hablamos sobre nosotros… Continuamente estamos hablando desde nuestro mundo, nuestras creencias, nuestra experiencia, y nos cuesta bastante salir de ahí. Es en este punto cuando nos perdemos en nosotros mismos y también perdemos la capacidad de sorprendernos.
Si pasa un día en el que algo no me hace pensar ‘¡uala!’, digo: «Apaga y vámonos». A diferencia de antaño, cuando la curiosidad podía ponernos en riesgo, ahora sí podemos pararnos y observar, procesar la información y reflexionar porque nuestra vida no corre peligro literal. Aunque estemos acostumbrados a vivir acelerados y tomar decisiones rápidas como si un león corriera detrás nuestro, es importante recordar que no todo es tan urgente. En lugar de vivir en un enfrentamiento casi constante para demostrar que nuestra verdad es la verdad y defender nuestras ideas, considero que la mejor opción es recuperar la curiosidad y dejarse asombrar por lo nuevo y lo diferente. Esa actitud nos permite “reconocer” que hay muchas otras verdades que también son verdad. Y si lo practicamos cada día, lo que nos llevamos es conocimiento y sabiduría porque nos permitimos salir de nuestro propio mundo y observar otros mundos.
Estamos en La Mirada de Madrid… ¿Algún sitio inspirador de la región para mejorar el estado de ánimo, relajarnos, desestresarnos…?
Siempre que voy a Madrid dedico un rato a pasear por El Retiro. Me aporta mucha calma, me siento libre.
¿Reflexión final? ¿Algo que añadir, amiga, para los lectores y lectoras?
Como explico en el libro, animo a cualquiera que nos esté leyendo a mirar donde hasta ahora no había mirado y empezar a hacer cosas diferentes. No es lo mismo tener cuarenta años de experiencia que haber vivido cuarenta años repitiendo lo mismo. También me gustaría añadir que entrenar la consciencia, ese darse cuenta de uno mismo, te cambia la vida porque de repente te das cuenta de que eres tú quien puede gestionar un poco mejor el cotarro diario, en lugar de dejarte arrastrar por las miles de corrientes que nos acechan en cada esquina. Y eso es algo que, además de recordarlo en el libro, también trabajo con mis clientes en el proceso GTI (Gestiona Tu Ira).
En definitiva, entrénate para que cada día sume y que tanto tú como las personas que te rodean disfruten de tu versión más respetuosa y comprensiva. La vida va de relaciones, así que aprendamos a relacionarnos lo mejor posible. Y si es con un poco de humor y unas cuantas risas, mejor que mejor.
¡Mil gracias, enhorabuena y viva el buen humor!
El periodista y comunicador Jorge García Palomo nos presenta a todo tipo de personas genuinas, creativas, curiosas, contingentes y necesarias… Como diría aquel genio, “gente loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo”… Sí, son “Otras miradas”. Y están entre nosotros.