Cultura y entretenimiento

«Showgirls»: ¿la peor película de la historia o título de culto?

Compartir

La crítica la destrozó en una especie de competición insana por tener la reseña más cruel y sanguinaria. Hundió y condenó al ostracismo a su protagonista, Elizabeth Berkley, pero encumbró, en el tiempo, a su director, Paul Verhoeven. El logro no se quedó ahí: fue elegida la peor película de la década y, en 2005, el peor drama de los últimos 25 años.

BettyGS

“Una película asquerosa, igual que las interpretaciones”, “Obra masturbatoria difícil de digerir”, La peor película de la década”, “Cuando no está desnuda, es desagradable o las dos cosas a la vez”, “Uno de esos bodrios hilarantes y delirantes que podrían ser enseñados en las escuelas de cine como ejemplo de “cómo no hacer una película”.  

Semejantes piropos fue los que recibió ‘Showgirls’ en su estreno. Hacía tiempo que una obra no recibía semejantes insultos. Y la cosa continuó: 7 premios Razzies (Peor Película) ese año. Por si fuera poco el fracaso en taquilla fue estrepitoso.

Costó 45 millones de dólares, la película con calificación para mayores de 17 años más cara de la historia. Sólo recaudó 25. Una producción carísima que se estrenaba a bombo y platillo y para la que se contrató a Paul Verhoeven como director, que había arrasado con otro thriller erótico tan de moda en esa época, ‘Instinto Básico’. De hecho, para ‘Showgirls’ eligió al mismo guionista que para aquel éxito, el polémico Joe Eszterhas.

Una película que destrozaba el sueño americano con la historia de una bailarina con ganas de triunfar en Las Vegas pero que acaba viendo la cara B y malviviendo por locales de striptease.

Una sátira que se rinde al exceso desde el primer plano, con unas actuaciones excesivas y en la que todo es un delirio que roza lo camp, pero… ¿cómo es posible que alguien como Paul Verhoeven no fuera consciente de todo ello?, ¿quizás la crítica se tomó en serio una obra que jugaba con otros códigos? Lo que ocurrió es que nadie se atrevió a defenderla.

Hasta que directores  como Quentin Tarantino se atrevió a decir en público que era una de las películas más arriesgadas salidas de un gran estudio de Hollywood.

Lo recordaba la actriz Gina Gershon, una de las protagonistas, en el Festival de Cine de San Sebastián, que cuando salió ‘Showgirls’ todos la odiaban, decían que era la peor película de la historia, pero gente como Tarantino se levantó y dijo: me encanta”.

“Fue muy valiente, y a partir de ese momento muchos periodistas que antes la habían insultado venían en secreto y me decían bajito, ‘me gustó’, y yo les decía que por qué susurraban, que estaba bien que les gustara y que era su opinión. Vuestro trabajo es tener una opinión propia y no dejaros llevar por la opinión de las masas. ¿Si tanto la odiaban, por qué todo el mundo hablaba tanto de ella?”, recordaba la intérprete.

A partir de entonces se comenzó a reivindicar y se convirtió en una película de culto. Legiones de fans comenzaron a alabarla, se empezaron a hacer pases de fans, parodias, shows imitándola…

Lo que comenzó siendo chabacano ahora era una magnífico, y la interpretación al borde del delirio de Elizabeth Berkley se imitaba (y se sigue imitando) por gente fascinada con que algo así saliera de la maquinaria hollywoodiense.

Pero, entonces, ¿Showgirls es la peor película de la década o la obra de un director inteligente que sabía perfectamente lo que hacía? Eso es lo que intenta descifrar el documental ‘You don’t Nomi’, que desde su propio título ya juega con el nombre de la protagonista.

El montador Jeffrey McHale debuta en la dirección con este trabajo en el que intenta descifrar las claves que hicieron que todos vilipendiaran el filme, y que luego se convirtiera en uno de los mayores fenómenos de culto.

Aborda temas como el retrato del sexo del filme, muy criticado, pero que el propio Verhoeven defendió una y otra vez. “La gente suele pensar que es malo retratar el sexo, que es casi criminal, pero yo creo que no es así. El sexo es una parte de nuestra viday no debería darnos miedo”, se le escucha decir en el documental para defender las iras de los censores que calificaron su película con la opción más restrictiva.

El filme analiza ‘Showgirls’ y se pregunta si no estamos ante un caso claro de “mierda que se convierte en obra maestra, contrapuesto al de “obra maestra que se convierte con el tiempo en una mierda, como ‘Forrest Gump’.

Una película que puede ser las dos cosas a la vez. Una obra “singular y diferente a todo”. Ahora toca ver si ‘You don’t Nomi’ hace que muchos cambien sus prejuicios.

Este es un artículo que hacía unos meses que quería haber publicado, pero por diversas circunstancias se me había quedado en mi archivo de documentos. Os explico un poco de que va.

‘Showgirls’ es una especie de ‘Eva al desnudo’ de barra americana con Elizabeth Berkley y Gina Gershon (la diva Cristal) en plan gatas de Swarovski midiendo su poderío. Berkley, una rubia atlética y grande con uno de sus ojos verdes manchado por una gota marrón rojiza, interpretaba a un personaje lumpen capaz de sacar una navaja sin despeinarse ante la más mínima insinuación de un desconocido. 

Pintada siempre como una puerta y con especial talento para las uñas de fantasía, Nomi es el epítome de la chica americana que sueña con reinar en Las Vegas mientras se alimenta de hamburguesas. 

En uno de los momentos más extraños y a la vez fascinantes de este filme, Nomi y Cristal comen juntas en el mismo centro comercial donde la aspirante se ha comprado un vestido de Versace sin saber pronunciar bien Versace y con el dinero extra que se ha ganado en su club de alterne.

Sentadas en uno de esos malls faraónicos de la Costa Oeste las dos mujeres se confiesan que han probado la comida para perros y que les gusta. Brindan con champán, hablan de cirugía y de pechos bonitos. Para Cristal todas, ella incluida, son prostitutas. Para Nomi prostituirse no la convierte en puta. Es esa palabra, por cierto, la que desencadena todo lo que ocurrirá después.

Mujer de plástico o no, es el inconformismo del personaje lo que hace de ‘Showgirls’ un referente posfeminista en el que la amistad y atracción entre mujeres acaba siendo lo más importante de todo, muy por encima del dinero, el éxito o el sexo. Y por eso, aunque le costara la carrera a la pobre Elizabeth Berkley, Nomi Malone es una diosa.

«Si alguien tiene que ser culpado, debería ser yo», añadió e insistió Verhoeven en  que él fue el único que le pidió que exagerara y que ella fue la única perjudicada por la mala prensa. «La película acabó con la carrera de Elizabeth Berkley. Puede que hiciese mi vida más difícil, pero no en el grado que le pasó a ella. Hollywood le dio completamente la espalda».