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La otra cara de un mundo eminentemente virtual

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Inteligencia Artificial, Metaverso, ChatGPT, Realidad Virtual, Big Data, Realidad Aumentada, Transhumanismo… desde hace mucho tiempo, tengo la sensación de que el progreso global de nuestra sociedad apunta siempre hacia una misma dirección: la de la evolución tecnológica y digital.
La Nueva Anormalidad/ Salmón Nocturno

El aldabonazo definitivo que sirvió para consolidar esta realidad y convertirla poco más o menos que en dogma irrefutable, fue la Pandemia de COVID-19 en la que como consecuencia del obligado distanciamiento social, nos aferramos a lo tecnológico y lo virtual como único sistema de contacto, comunicación y relación, seguro y fiable entre las personas.

Creo que a tenor de lo comentado en mis anteriores artículos, a nadie le sorprenderá si ahora escribo que lo cierto es que yo no termino de encontrarle el punto a este presente y futuro digital y virtual que se demuestra imparable e implacable. Entiendo y acepto su consolidación actual y futura, pero ni me gusta ni me convence. Entiendo su hegemonía porque en una sociedad que se sigue rigiendo por los principios y los fundamentos capitalistas, los márgenes en términos de beneficio económico que potencialmente pueden generar los negocios virtuales o digitales, son en su gran mayoría muy superiores al del resto de negocios tradicionales.

Tal es así que en el ranking de las 10 empresas más valiosas del mundo de 2023, siete de ellas pertenecen al sector digital/tecnológico (Apple, Microsoft, Google-Alphabet, Amazon, Facebook, Tesla y Tencent). Y acepto su supremacía, simple y llanamente porque no me queda otra, a no ser que me liara la manta a la cabeza y me fuera al Tíbet, a Borneo o al desierto del Kalahari, a practicar la vida asceta.

Pero como os reconocía unas líneas más arriba, ni me gusta ni me convence este “monopolio” virtual al que nos vemos avocados. Obviamente, como la gran mayoría de personas, soy un consumidor contumaz de nuevas tecnologías y de productos y servicios digitales en mi día a día. Desde realizar compras por Internet a ver películas o series en cualquiera de las plataformas televisivas, y evidentemente soy consciente de las múltiples ventajas que nos aportan (inmediatez, facilidad, internacionalidad, intemporalidad, personalización, accesibilidad, disponibilidad, economicidad, etc.).  

Ahora bien, también soy plenamente consciente de los peligros y las amenazas que conllevan. Por eso, cuando hago balance en la cuenta de pérdidas y ganancias de mi consciencia y de mi conciencia, el resultado siempre es que tanto la sociedad como las personas, salimos perdiendo. Espero y confío, más que nunca, en estar equivocándome.

Principales amenazas y peligros

¿Y cuáles son esos peligros y amenazas que detecto? Voy a enumerar las que considero más relevantes, pero hay tantas que necesitaría la revista entera para poder desarrollarlas. La primera de ellas es la innegable condición de obsolescencia que los seres humanos vamos a tener como trabajadores. ¿Realmente hay alguien que crea que no hay una máquina que podría hacer mucho mejor que él su trabajo y sobre todo por muchísimo menos dinero?

Otro de los grandes peligros que trae consigo la “dictadura digital” es la multiplicación de la capacidad de manipulación masiva de las personas a través de los canales digitales. Paradójicamente, la eclosión de Internet y de los nuevos medios digitales, centraliza el flujo de comunicación a escala global y facilita la diseminación estratégica y planificada de los mensajes que interesa enviar.

El tercer gran peligro que detecto, es la máxima facilidad para el control absoluto de todos nuestros movimientos, deseos, inquietudes, necesidades, etc. En efecto, en un entorno virtual y tecnológico es mucho más sencillo poder realizar este control, que en un espacio físico. Y con esa capacidad de “ultra” control sobre todos y cada uno de nosotros gracias al Big Data generado en el espacio virtual, indudablemente estamos perdiendo, a pasos agigantados, nuestra preciada intimidad y privacidad.

La pérdida de creatividad es otro de los grandes peligros que, en mi opinión, se ve acelerado exponencialmente con la soberanía de lo tecnológico y digital. Me explico. Muchos expertos y especialistas en la materia, identifican el aburrimiento como el estado obligatoriamente necesario para que la mente humana pueda maximizar su ingenio y su creatividad. Con la omnipresencia de la tecnología y los contenidos digitales, difícilmente las personas pueden caer en el tedio.

A ver, ¿cuántos de nosotros, en tiempos anteriores, cuando íbamos al médico y teníamos que esperar o cuando estábamos esperando para coger el autobús o el metro nos aburríamos como una ostra? Y ahora, ¿cuántos de nosotros sacamos el móvil cuando nos encontramos en alguna de estas situaciones? El aislamiento social es el penúltimo peligro que quiero resaltar como consecuencia del apogeo del mundo virtual.

Evidentemente que si teletrabajamos, hacemos videollamadas con amigos en lugar de quedar a tomar una cerveza o un café, acudimos a eventos on-line, visitamos museos virtuales, vemos películas en casa bajo demanda y así un largo etcétera, estamos dejando de hacer todas estas actividades presencialmente, y por lo tanto estamos distanciándonos socialmente del resto de personas.

La última amenaza derivada de la apología tecnológica es quizás la más exagerada de todas pero no por ello la quiero obviar. Se trata del transhumanismo, esta corriente o movimiento cultural e intelectual que tiene como objetivo final transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnologías ampliamente disponibles, que mejoren las capacidades humanas tanto a nivel físico como psicológico o intelectual. O dicho de forma más sencilla, aquellas personas que deciden implantarse chips tecnológicos para que sus cuerpos funcionen mejor.

Para todos aquellos que creáis que todas estas amenazas son muy lejanas o muy exageradas, os invito a que veáis o volváis a ver películas o series como Her, Minority Report, Ready Player One, Okja, Black Mirror, Years & Years, por citar algunos ejemplos, que tratan sobre un futuro aparentemente muy lejano pero que con el paso de los años, está cada vez más presente.

Y tú, querido lector ¿qué opinión tienes respecto al fulgurante avance tecnológico en el que nos encontramos inmersos? ¿Ves más las oportunidades y los beneficios que supone o por el contrario estás más en mi línea y te imponen en mayor medida los grandes riesgos que subyacen? Como siempre, será un placer leer tus respuestas e impresiones si es que consideras oportuno compartirlas conmigo.

salmonnocturno@gmail.com