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El Epicureísmo mal relatado en el Siglo XXI

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El Salmón Nocturno
Desde hace muchos años vivimos en una sociedad instalada en la búsqueda de placer por encima de cualquier otra cosa. La consolidación del Capitalismo como sistema productivo y la máxima de consumir de forma constante y continua para perpetuar este modelo en todo el mundo y en todos los estratos sociales, se ha convertido poco menos que en la gran “religión” que marca y determina el funcionamiento de la sociedad actual.

En su aspiración lógica de conseguir mantener su posición dominante durante el mayor tiempo posible, el Capitalismo como sistema de producción, tal y como ya hicieron otros sistemas que se establecieron en tiempos pretéritos, utiliza cualquier estrategia que esté a su disposición para intentar perpetuarse. El apogeo del marketing, las nuevas tecnologías y la comunicación global son tres pilares básicos que contribuyen decisivamente no solo a que de forma mayoritaria las personas estemos continuamente consumiendo, sino a que además, nunca estemos satisfechos y siempre queramos más.

Y ahí es precisamente donde reside la gran clave: en conseguir que de forma automática y sistemática, siempre queramos más. Más viajes, un mejor coche, el último modelo de Smartphone que sale al mercado, ropa de moda que deja de estarlo en menos de un año y que por tanto hay que renovar, nuevas opciones de ocio cada vez más sofisticadas… la lista es interminable.

En esta batalla por mantener la hegemonía como sistema predominante, vale todo. Incluso conseguir que las corrientes filosóficas que históricamente han defendido preceptos y principios totalmente contrarios a los que promueve y necesita el sistema consumista actual, se distorsionen totalmente y lleguen a “venderse” incluso como precursores y defensores del propio sistema consumista.

Increíble pero cierto, y para muestra, un botón. Desde hace años se habla del Epicureísmo como un estilo de vida en el que el principal propósito es la búsqueda del placer para evitar el dolor y el sufrimiento. Continuamente recibimos mensajes que nos insisten en que tenemos que ser felices, que tenemos que disfrutar y vivir el momento o dicho de forma más cool, que debemos dejarnos llevar y apostar por el Carpe Diem y el Dolce Farniente.

Partiendo de la base de que evidentemente la gran mayoría de los seres humanos queremos disfrutar de la vida y no sufrirla, ¿dónde está el truco que utiliza el preponderante sistema consumista y que distorsiona la esencia del mensaje del Epicureísmo? ¿Dónde está la manipulación en las enseñanzas de este brillante filósofo griego? La trampa está en la respuesta que da el sistema, y que además trata de imponernos a todos, a una de las sempiternas preguntas de la historia de la humanidad: ¿Qué es la felicidad?

En la sociedad moderna el relato que nos han contado, una y otra vez, y que sobre todo nos han tratado de imponer como verdad única con continuos ejemplos que se utilizan como modelos y referentes, establece que la verdadera felicidad consiste en ganar mucho dinero y acumular riqueza y posesiones materiales. Esta es la mejor, o quizás la única forma de mantener vivo un sistema basado en la insaciabilidad material de los seres humanos; una insaciabilidad, que dicho sea de paso, no obedece a una necesidad natural o intrínseca de la condición humana, sino que el sistema se ha encargado de instaurar como dogma universal e incuestionable, que además ha conseguido que se transmita y se refuerce de generación en generación.

La consolidación y la universalización de las nuevas tecnologías y especialmente de las Redes Sociales, ha sido un factor determinante en este proceso de alimentar la insaciabilidad de las personas. Numerosos científicos, sociólogos y expertos, han demostrado con estudios contrastados que la adicción que genera el consumo de las Redes Sociales y sus “preciados” algoritmos, es mayor incluso que la producida por el consumo de cocaína.  Sin embargo, el número de adictos a las Redes Sociales es cada vez mayor y su uso está cada vez más extendido en franjas de edad infantiles. ¿Por qué razón? La respuesta es sencilla: porque el sistema consumista actual necesita y se alimenta de estas adicciones.

Llegados a este punto, es importante volver al Epicureísmo y a lo que el fundador de esta escuela filosófica, Epicuro de Samos, entendía por felicidad. Este sabio que vivió hace más de 2.300 años, defendía que la felicidad (eudaimonia) era sinónimo de sabiduría, y que ésta solo podía alcanzarse desde la ética y la virtud con uno mismo, olvidándose por completo de los estímulos exteriores y materiales. Los valores cardinales de Epicuro eran la sobriedad, la austeridad y la moderación, ya que para él la felicidad residía única y exclusivamente en el interior de cada una de las personas. Utilizando términos más actuales, podemos decir que Epicuro es uno de los grandes precursores del Minimalismo que aboga esencialmente por eliminar lo innecesario (lo material) para centrarse en lo importante (la felicidad interior).

En resumidas cuentas, llevamos mucho tiempo, porque así le interesa al sistema, confundiendo la felicidad con el placer. ¿Y esto, por qué? Simplificándolo al máximo, esta distorsión obedece a que el placer y el continuo deseo responden de forma idónea al modelo consumista insaciable del sistema capitalista actual que pretende perpetuarse. Y si para ello hay que reinventar y manipular la historia y con ella las enseñanzas de grandes maestros como Epicuro de Samos, se hace. No hay problema.

Y como siempre, termino mi artículo dirigiéndome a ti, que formas parte de este sistema y que como todos nosotros consumes de forma continua e impulsiva. ¿Te resultaría difícil desprenderte de las cosas materiales e innecesarias que posees? ¿Qué es lo que consideras que realmente da sentido a tu vida? ¿Confundes habitualmente felicidad con placer? ¿Realmente consigues saciar tu deseo a través del consumo de estímulos externos materiales? ¿Cuánto tiempo dedicas al día a intentar encontrar la felicidad en tu interior? Encantado de que compartas tus impresiones conmigo y que desde la reflexión, la introspección y el cuestionamiento, nos planteemos posibles alternativas a este sistema hiperconsumista actual, que paradójicamente nos está consumiendo.

salmonocturno@gmail.com