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Ana María Cameno, del colegio de monjas a convertirse en la “Reina de la Coca”. De este tema saldrá alguna película o serie

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Aunque Ana María Cameno era el pasado lunes una entre 81 la también conocida como “Reina de la Coca” acaparó todas las miradas en el pistoletazo de salida del macrojuicio que se celebra en la Audiencia Nacional contra el clan de los Miami y todas sus ramificaciones de narcotráfico y blanqueo de las ingentes cantidades de dinero que generaron.
Manuel Vega

Netflix está ofreciendo entre sus series “La Reina del Sur” basada en una novela de Arturo Pérez Reverte que a su vez tomó la historia de una narcotraficante colombiana y de Colombia y Méjico, la trama se trasladó a España, en concreto a Málaga, y que ya comentamos en nuestra sección dedicada al entretenimiento. Y ahora aparece una nueva “Reina” de la que, al menos nosotros, no sabíamos nada. Las mujeres han decidido entrar en la cúpula de ese mundo que siempre ha estado dominado por hombres.

Nuestro país, desde hace muchos años, ha sido un receptor de hachis y coca sobre todo y los nombres de Oubiña o Sito Miñanco se hicieron populares por el tráfico en Galicia y las costas andaluzas y sus planeadoras desde Marruecos nos “metieron” en ese  mundo tan atractivo para las narraciones y películas y que a mí, casi diría que fanático de la novela negra, me atrajo.

Por ello no he podido abstraerme a este caso y he intentado informarme más de esta atractiva mujer que desde Burgos ha llegado a liderar, aunque, según he podido saber, no es la “Jefa” de ese numeroso grupo narcotraficante conocido como “los Miami”. Y me voy centrar en ella y su recorrido que no parece el habitual en estos casos delictivos en la parte femenina del mundo oscuro de la droga.

Ana María Cameno Se crio en el seno de una familia acomodada del Opus Dei de Burgos y acabó en el banquillo de los acusados en esa macroperación de nuestra policía. 

«Soy un personaje que se ha inventado la Policía. Si no estuviese megaoperada, no tuviese estas tetas y no fuese pija y rubia nunca habría entrado en prisión», afirmaba en una entrevista en El Mundo en 2019. Pero la Policía Nacional no opina lo mismo. «Empezó de la nada como traficante a pequeña escala y consiguió hacerse con un imperio en el mundo de la droga», subrayan los investigadores.

Lo cierto es que Ana María Cameno ha mantenido una estrecha relación con la cárcel porque ya desde muy joven empezó a trapichear con las drogas. De poco sirvió la católica educación que recibió en casa y en su colegio de monjas porque a los 14 años empezó a frecuentar locales de música electrónica, incluso pinchaba en algunos de ellos, y, poco a poco, se fue introduciendo en los bajos fondos de su Burgos natal. 

Ya en 1992, cuando tenía poco más de 20 años, fue detenida por primera vez por formar parte de una pequeña organización que traficaba con pastillas de éxtasis en la ciudad castellana. El susto no frenó su meteórica carrera dentro del narcotráfico.

Ana María siguió prosperando en el mundo de la droga y se trasladó a Madrid, donde entró en contacto con el clan de” los Miami”, una banda de narcotraficantes que dominó el negocio de la cocaína en la capital de España a finales de los años 90. Las actividades delictivas de esta organización sirvieron de inspiración a la serie de ficción El Inmortal, estrenada el año pasado en Movistar +.

De la mano de “los Miami”, sus negocios ilegales fueron creciendo igual que sus lazos con los cárteles colombianos. Tanto es así, que la joven chica de familia bien de Burgos ya era apodada «la Reina de la Coca» cuando fue arrestada en 2011 con 276 kilos de cocaína y tras desmantelar el mayor laboratorio clandestino de Europa, en Villanueva de Perales, un pequeño pueblo del extrarradio de Madrid. 

En el auto del juez, se especificaba que Ana María había traído de Colombia a cuatro profesores universitarios de bioquímica para supervisar «todo el proceso de fabricación» de la cocaína, al más puro estilo Breaking Bad.

La Policía llevaba años investigando sus actividades ilícitas cuando lanzó la operación Colapso que permitió su detención y la de otras 24 personas en distintos registros. Fue una operación compleja en la que participaron agentes de los GEO y la Brigada de Estupefacientes, pues Ana María era una maniática de la seguridad que utilizaba hasta 470 teléfonos móviles para llevar sus negocios y tenía escolta personal las 24 horas del día. Fue arrestada en su chalet de la localidad madrileña de Sevilla la Nueva, cerca de donde estaba el laboratorio y donde vivía con su marido y mano derecha, David Vela Narro, también procesado en el macrojuicio contra “los Miami”.

En aquel chalet, los agentes hallaron un auténtico templo de la santería cubana, una de las grandes devociones de la “Reina de la Coca”, con todo tipo de amuletos, velas, un altar en honor a los orishas e, incluso, cráneos de animales.

Sus otras dos devociones han sido siempre el lujo y el bisturí. Colecciona implantes de silicona y retoques estéticos con la misma pasión que almacena bolsos, zapatos y ropa de marca adquiridos en las boutiques más exclusivas de la Milla de Oro madrileña. En sus pisos francos repartidos por el barrio de Salamanca fueron hallados dos millones de euros en metálico, según consta en las diligencias policiales.

Pero a pesar de estar acusada de delitos contra la salud pública, blanqueo de capitales y pertenencia a organización criminal, Ana María estuvo dos años en prisión preventiva a la espera de un juicio que no llegó a celebrarse. Cuando fue puesta en libertad no tardó en retomar sus negocios que, quizás, nunca los llegó a dejar. 

Volvió a ser detenida en 2014 en un chalet de La Línea de la Concepción, en Cádiz, donde le incautaron 99 kilos de cocaína y 149.000 euros en efectivo. Esta vez no pudo eludir el juicio y el pasado mes de septiembre la Audiencia Nacional la condenó a 16 años de cárcel y una multa de 21 millones de euros.

Los magistrados destacaron su alto nivel de vida «sin realizar ninguna actividad laboral, mercantil o empresarial lícita». En el auto se refleja que poseía numerosos vehículos de alta gama y varias casas lujosas alquiladas, entre ellas un espectacular ático de 200 metros cuadrados en Majadahonda, con tres piscinas.

De momento esto es todo lo que podemos aportar sobre vida privada y la delictiva, pero estamos seguros que vamos a poder llegar a conocer muchos más detalles en cuanto se empiecen a airear por los diferentes medios de comunicación. Por una parte está el morbo que tiene esta mujer y el atractivo que suscita su parte “negra”, como digo, para muchos de nosotros, propio de novelas y películas.