Muere Botero a los 91 años, el pintor y escultor colombiano que hizo belleza con las grandes formas, rotundas y voluminosas

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Pocos artistas hispanoamericanos han logrado tanta repercusión a nivel internacional como el pintor y escultor colombiano Fernando Botero. Un artista que no ha sido indiferente para nadie que ha logrado un estilo figurativo único y característico que, no sé a vosotros, pero a mí siempre logró sacarme una sonrisa.
Manuel Vega

Su personalísimo estilo, que tiene entre sus rasgos más fácilmente identificables el agrandamiento o la deformación de los volúmenes, ha merecido la admiración tanto de la crítica como del gran público, que no puede sustraerse a una estética irrepetible.

En nuestro país es muy querido y admirado y todos los que han paseado por la Castellana o en el aeropuerto de barajas han perdido unos minutos en admirar sus esculturas. En lenguaje coloquial, es para muchos, o para todos, el artista de “las gordas” y además está bien que se le reconozca así por conseguir que el volumen sea bello.

Aunque en su juventud estuvo durante un corto lapso de tiempo en la Academia de San Fernando en Madrid y en la de San Marcos en Florencia, su formación artística fue autodidacta. Sus primeras obras conocidas son las ilustraciones que publicó en el suplemento literario del diario El Colombiano, de Medellín, su ciudad natal.

Después de sus primeras exposiciones salió de Colombia hacia Europa y residió por espacio de cuatro años, principalmente en Madrid, Barcelona, París y Florencia. Aunque ingresó en las academias antes mencionadas, siguió formándose a base de leer, visitar museos y, sobre todo, pintar. Luego viajó a México, Nueva York y Washington en un período de febril creación y escasos recursos económicos, acompañado de su esposa Gloria Zea.

Entre 1961 y 1973 fijó su residencia en Nueva York. Luego viviría en París, alternando su residencia en la capital francesa con largas estancias en Pietrasanta o su finca en el pueblo cundinamarqués de Tabio. Hacia 1964, Fernando Botero hizo sus primeras incursiones en el campo escultórico.

En 1977 expuso sus bronces por primera vez en el Grand Palais de París. Tras cuatro decenios de labor ininterrumpida, su reconocimiento en el campo escultórico se hizo también universal. Apoteósica fue la exposición de sus enormes esculturas en los Campos Elíseos en París durante el verano de 1992, y en el año siguiente en la Quinta Avenida de Nueva York, en Buenos Aires y en Madrid.

Convertido ya en uno de los artistas vivos más cotizados del mundo, Botero no ha dejado nunca, sin embargo, de alzar la voz contra la injusticia y de mantener su arte en línea con la realidad histórica y social.

91 años en los que la simpatía que ha transmitido Fernando Botero se la ha llevado a la tumba, bailando y riendo como le gustó vivir y transmitirlo.