Actualidad

Criptomonedas: Sam Bankman-Fried y su anarquía fue lo que hundió a 1 millón de inversores en FTX

El proceso legal que investiga la bancarrota de la plataforma fundada por el niño maravilla de las criptomonedas, Sam Bankman-Fried ha empezado este jueves en Delaware y las primeras revelaciones apuntan que la empresa carecía de la estructura de trabajo más básica.
LMN

FTX quebró oficialmente el pasado viernes. Unos días antes había declarado un corralito y bloqueado la retirada de fondos de la plataforma, que operaba como una bolsa para especular con criptomonedas. Su más de un millón de usuarios vio cómo su dinero se congelaba tras unas horas de pánico en las que se corrió el rumor de que FTX —que llegó a estar valorada en 32.000 millones de dólares, lo mismo que el BBVA— se había quedado sin liquidez.

Su fundador tenía en el sector tras amasar 22.500 millones de dólares con 29 años, la mayor criptofortuna del planeta. Ni siquiera el acuerdo de rescate firmado con Binance, la plataforma referencia en esta industria, que se comprometió a salvarla. Cuando echó una ojeada a los libros de cuentas de FTX canceló el precontrato y la suerte de Bankman-Fried y su compañía estuvo echada.

Lo que vieron los auditores de Binance y ha confirmado Ray este jueves es un absoluto descontrol en los procesos internos de FTX, comandados por una anárquica gestión de Bankman-Fried. Lo que el milmillonario dejaba ver desde fuera, con una apariencia descuidada, llegando a presentarse con los zapatos excéntricamente anudados ante el Congreso de EEUU, era como se manejaba dentro de su compañía.

La compañía no tenía libros de contabilidad ni “una lista exacta” de sus propias cuentas bancarias. Las claves de seguridad de sistemas que manejaban decenas de miles de millones de dólares en activos de sus clientes se compartían en una lista de correo electrónico interna que no se supervisaba. Muchas decisiones importantes se tomaban en apps de mensajería que tenían configurado el autoborrado de mensajes por orden de Bankman-Fried, lo que complicaba saber lo que había establecido la dirección pasados unos días.

Lo peor de las revelaciones del liquidador, al menos para el futuro legal de Bankman-Fried, es el falta de fronteras entre sus cuentas personales, las de FTX, las de Alameda Research y las de FTX.US, su negocio estadounidense. Todas son organizaciones fundadas por el niño gurú de las criptomonedas, pero con propósitos y áreas de operación diferentes. Al menos, en teoría. En la práctica sus actividades y su dinero se confundían, lo que acabó con decenas de miles de millones de dólares moviéndose de forma irregular entre ellas.

La quiebra de FTX se produjo después de que esta plataforma prestara a Alameda Research (que se dedica al trading) una cantidad muy alta de dinero que no le pertenecía, lo que la dejó sin liquidez para afrontar las devoluciones de los depósitos de sus clientes. La cifra exacta y en qué dirección salió deberá dilucidarse en los tribunales. Bankman-Fried afirma que fueron 8.000 millones de dólares y según ha declarado esta semana al Financial Times, el préstamo se produjo a causa de “un error”. Asegura que él en realidad no quería traspasar esos fondos a Alameda pero que se equivocó. El contexto descrito ahora por John Ray apoya la versión del caos que pudo derivar en un fallo así, aunque eso no supone un punto positivo para el gurú cripto.

El caos llevó a que los fondos del grupo FTX se usaran “para comprar casas y otros artículos personales” para el personal y sus asesores. Los pagos se aprobaban mediante el uso de “emojis personalizados” en aplicaciones de chat.

En una larga entrevista con el New York Times, el niño gurú de las criptomonedas reconoció que se dejó llevar por el contexto. “Muy rápido, muy volátil”. Aceleró hasta que todo lo que sucedía a su alrededor eran luces que pasaban a toda velocidad. Su inmensa fortuna, la mayor que nadie ha acumulado a su edad al margen de Mark Zuckerberg, ha desaparecido tan rápido como vino. “Si hubiera estado un poco más concentrado en lo que estaba haciendo, habría podido ser más minucioso”, ha reconocido: “Eso me habría permitido captar lo que estaba pasando en el lado peligroso”.