Cultura y entretenimiento

Carlos Saura, fallece a los 91 años el cineasta que más veces burló a la censura

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Un día antes de recibir el Goya de honor una insuficiencia respiratoria se llevó, en su residencia habitual en la sierra madrileña (Collado Mediano), a ese cineasta que psicoanalizó a la sociedad española durante el franquismo.
BettyGS

Desde la ruptura y la libertad con la que impregnó su larguísima filmografía devino en referente del gran cine europeo de autor.

Para los que siguen este arte con pasión, no se entiende el cine español de hoy sin la figura de Carlos Saura, uno de los directores clave de nuestra cinematografía que ha experimentado con todos los géneros y las disciplinas artísticas. Junto a Buñuel, Almodóvar y Berlanga, la obra del autor aragonés define la historia del cine moderno.

Con más de 50 producciones a sus espaldas, donde ha innovado como nadie y por las que ha tenido grandes reconocimientos en los festivales internacionales.

La Academia de Cine ha emitido un comunicado donde ha lamentado «profundamente» la muerte del cineasta. «Su última película, Las paredes hablan, se estrenó el pasado viernes, muestra de su incansable actividad y de su amor por el oficio hasta el último momento. Mañana, en el Auditorio Andalucía de Sevilla, la 37 edición de los Goya conmemorará la memoria de un creador irrepetible», ha publicado en su cuenta de Twitter.

Su última película, Las paredes hablan, se estrenó el pasado viernes, muestra de su incansable actividad y de su amor por el oficio hasta el último momento.

Su cine tiene algo de psicoanálisis. En películas como La prima Angélica, Elisa vida mía, Ana y los lobos, ha psicoanalizado a la España del tardofranquismo y de la Transición. 

Sus primeros largometrajes se estrenaron en los sesenta, Fueron Los golfos (1960) o Llanto por un bandido (1964), en los que contó con la colaboración de Mario Camus para el guion. La primera etapa de su cine estaba pegada a la realidad, a esas barriadas de gente obrera abandonada, muchas llegadas del mundo rural, con influencias del neorrealismo italiano. Deprisa Deprisa es un ejemplo de ese cine, con la que ganó el Oso de Oro en Berlín.

Repitió premio con otra película completamente diferente, pero con la que seguía ahondando en su retrato de España, La Caza, Oso de Plata en la Berlinale.

Firmó títulos como Stress, es tres, tres, El jardín de las delicias, La madriguera o Los ojos venerados. En todas ellas, aparece el fantasma de la guerra, con una crítica feroz a la burguesía, siguiendo la línea de su admirado Buñuel, al que homenajea explícitamente en Peppermint Frappé, película con la que inició su colaboración con la actriz Geraldine Chaplin y con José Luis López Vázaquez,

Con Ana y los lobos (1973) y Mamá cumple cien años (1979), ambas con una continuidad argumental, siguió en esa línea crítica a la sociedad española, al poder y a la Iglesia, que reflejan como detrás de la aparente normalidad de una familia bien, estalla la violencia más visceral y egoísta, el machismo y la falta de libertad.

Con La prima Angélica (1975) firma una de sus películas más originales. José Luis López Vázquez es un adulto que regresa a Segovia, donde pasó los veranos de su infancia y se reencuentra con su prima Angélica con la que convivió durante la Guerra Civil.

Su afición por la música lo vemos  en Cría Cuervos (1976) con la canción Por qué te vas usada como leitmotiv, y en Elisa, vida mía (1977), título tomado de Garcilaso de la Vega. La familia, las relaciones de pareja, la represión sexual, los celos, el trauma de la infancia son temas que se repiten en su filmografía. Temas que además han marcado también parte de su biografía. Tiene hijos de seis mujeres distintas, como bien explica el documental autorizado, que dirigió Félix Viscarret, titulado Saura(s).

al apoyo en los inicios del productor Elías Querejeta, ambos emblemas de ese nuevo cine español que se forjaba al final de la dictadura, salido de la Escuela de Cine de Madrid y con una mirada total al cine y la cultura.

Cuando la democracia se instaló en España, ya no volvió a retratar a la sociedad de la misma manera. Se volcó en la música y el baile, otras de sus pasiones. Los ochenta los inauguró con una trilogía protagonizada por el bailarín eldense Antonio Gades, Bodas de sangre, Carmen y El amor brujo. Pocos supieron retratar con la cámara los movimientos del flamenco. 

Todo en su vida había estado marcado por la guerra. No solo su cine. Escribió una novela autobiográfica Pajarico solitario, que dio lugar a Pajarico, otra de sus películas, protagonizada por Paco Rabal.

Su última película se estrenó en febrero, Las paredes hablan, un documental que deja clara su curiosidad por aprender e indagar en la cultura y el arte. En él recorre la pulsión artística desde las pinturas rupestres hasta el grafiti. Una prueba de que Saura estaba a gusto con el cambio, con los jóvenes y con las nuevas tendencias.

Confesaba en una entrevista que le hubiera encantado seguir con la cámara a Rosalía. También hacer su película sobre Picasso y El Gernika, uno de los proyectos que se quedó en el aire por falta de financiación.

10 películas que no se pueden olvidar

Los golfos (1959)

Carlos Saura debutó en un momento bisagra de la historia del cine. A finales de los 50 surgían nuevos cines inspirados por el neorrealismo italiano que desafiaban la anquilosada industria audiovisual con un naturalismo fresco que demostraba que otra forma de hacer cine (artística, más barata y con público), de hacer cine era posible.

En España no existió una corriente, sino alguna isla como Los golfos, en la que el trabajo del Saura fotógrafo que documentó la posguerra está presente en retrato de los arrabales de Madrid y de la pandilla protagonista para la que Saura utilizó a actores no profesionales. Un debut que fue directamente seleccionado para competir por la Palma de Oro de Cannes, aunque en España tardó dos años en estrenarse por problemas con la censura.

La caza (1966)

El arte para soslayar la censura nunca encajó tan bien como en La caza, la película que catapultó a Saura como un referente internacional tras ganar en Festival de Berlín. A través de una cacería de conejos, en la que Emilio Gutiérrez Cabal, Ismael Merlo, Alfredo Prada y José Luis Prada convertían una jornada de camaradería en una tragedia, la trama adquiría interpretaciones alegóricas. «Quería expresar mi cólera por lo que pasaba en el país”, afirmó Saura más adelante.

La caza fue un impacto por su plasticidad: una película a campo abierto que se vuelve claustrofóbica. Y fue una referencia para cineastas como Sam Peckinpah o Steven Spielberg.

Peppermint Frappé (1967)

Cuando Carlos Saura ofreció a José Luis López Vázquez el papel protagonista en Peppermint Frappé el actor, que hasta entonces solo había hecho comedia, le contestó: “¿Estás seguro de que voy a ser capaz?». Saura no tenía dudas: fue el primero en ver que López Vázquez era uno de los actores con más matices de la historia del cine español.

Pero Peppermint Frappé es sobre todo la primera película con Geraldine Chaplin, la actriz que marcaría su vida y carrera durante más de 10 años, y también su primera colaboración con Rafael Azcona. A través de la enfermiza obsesión de un médico de provincias por una mujer, con una trama que recuerda a Vértigo de Hitchcock, Saura habla también de la doble moral de la sociedad franquista de un modo igualmente velado.

Ana y los lobos (1972)

(Geraldine Chaplin) es una joven extranjera contratada como institutriz en una mansión de una familia rica de provincias para enseñar a unas niñas, pero se verá acosada por el padre y sus dos hermanos (José María Prada, José Vivó y Fernando Fernán Gómez). De nuevo la opresiva familia le sirve al cineasta para hablar de la moral religiosa, el autoritarismo, la censura y la represión.

La prima Angélica (1974)

De nuevo con guion de Rafael Azcona y con José Luis López Vázquez, Saura vuelve a otra obra con mucha carga simbólica en la que la familia de un hombre que recuerda su infancia se puede interpretar de nuevo como una metáfora de las dos Españas. En La prima Angélica, Saura aprovecha que la memoria forma la trama para explotar el surrealismo y acercarse más que nunca a su admirado Luis Buñuel.

Ganadora del Premio del Jurado en Cannes, el anticlericalismo de la película levantó ampollas hasta el punto de que grupos de ultraderecha intentaron secuestrar algunas copias.

Cría Cuervos (1975)

Estrenada en 1975, Cría cuervos se convirtió en un símbolo del cambio que se producía en la sociedad española. Protagonizada por Ana Torrent, Geraldine Chaplin y Mónica Randall, fue nominada a mejor película extranjera en los Premios César y los Globos de Oro y obtuvo el Premio Especial del Jurado en Cannes.

Deprisa, deprisa (1981)

Saura regresó a los ambientes marginales de su primera película, con el relato de Pablo, El Meca, El Sebas y Ángela: cuatro chicos jóvenes que quieren escapar de la realidad en la que viven y que necesitan conseguir dinero, pero no están dispuestos a trabajar durante años para ahorrar. Quieren conseguirlo rápidamente y vivir deprisa.

Ganadora del Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín, Deprisa, deprisa es la obra maestra del ‘cine quinqui’ en auge en aquellos años.

Bodas de sangre (1981)

El mismo año de Deprisa, deprisa, Saura gira 180 grados y estrena Bodas de sangre, la primera de sus colaboraciones con el bailarín Antonio Gades y adaptando la obra de Federico García Lorca.

Hablando de su pasión por el flamenco, dijo una vez que él mismo quiso probar como bailaor. “Quizá por eso más tarde, en venganza he hecho las películas de flamenco: lo que no podía bailar yo, lo hacían los demás”. En aquellas películas refleja la expresión, sensibilidad y pasión de la danza española. “Yo he llegado a hacer repetir una escena, cuando ya la toma era buena, por el placer de ver a un grupo bailar, fascinado con eso, lo he mandado repetir”, confesaba.

Carmen (1983)

El segundo musical de Carlos Saura realizado con Antonio Gades parte de la ópera de Georges Bizet. A Gades le obsesionaba retratar el personaje de Carmen (interpretada por Laura del Sol) como una mujer libre, que escandalizaba a los puritanos porque representaba una verdadera emancipación.

El éxito internacional de la película fue monumental: fue nominada el Oscar a mejor película de habla no inglesa y ganó el premio Bafta a mejor película extranjera.

¡Ay, Carmela! (1990)

A través de la popular obra teatral de José Sanchis Sinisterra, Saura saldó una deuda de su pasado como niño de la Guerra Civil. Otro guion con Rafael Azcona que muestra con humor y con horror la peripecias de un grupo de cómicos que, cansados de pasar penalidades en el frente, se dirigen a Valencia cuando por error van a parar a la zona nacional donde caen prisioneros, siendo la única forma de salvar sus vidas, representar un espectáculo para un grupo de militares, que choca de lleno con la ideología de los cómicos. lo que supuso la Guerra Civil.

La película obtuvo 13 premios Goya en 1991, incluidos los de mejor guion adaptado y mejor dirección para Saura. Carmen Maura da vida a una cantante ambulante de copla, tierna, valiente y generosa por el que logró el premio a mejor actriz en los galardones del cine europeo.