Tenet: Christopher Nolan vuelve a estar en forma
Por José Ignacio Vidal
La película, ya en cines, es un fiel producto del brillante director británico. Una vuelta a lo grande tras el patinazo de “Dunkerque”, en la que se junta lo mejor del más puro Nolan.
Los grandes siempre vuelven. Vuelve el Madrid, volverá Pau Gasol, volvió un remozado Nadal tras un calvario de lesiones. Y ha vuelto Christopher Nolan en estado puro.
El director que nos dejó de piedra con su reflexión sobre lo volátil de la memoria en “Memento”, que convenció -bueno, la verdad es que al veterano actor ya le había convencido tras visionar el film anteriormente citado- a todo un Al Pacino para rodar en Alaska “Insomnio”, que reinvento a Batman en “El caballero Oscuro”, que nos enseñó a crear mundos paralelos a través de los sueños en “Origen” retorna con más fuerza que nunca con “Tenet”.
Y es que uno se asustó de verdad cuando Nolan estrenó el drama bélico “Dunkerque”, un auténtico tostón incomprensiblemente multinominado a los Oscars que al que suscribe le duró solo 20 minutos ante sus ojos, algo que no me ocurría desde tiempos inmemoriales. Pero celebremos el regreso al estilo del director, el que le ha dado la grandeza y le ha convertido en uno de los autores más importantes de los últimos 20 años.
Nolan siempre te sorprende con su originalidad, rompiendo barreras incluso de lo más lógico, haciendo películas que “exigen” máxima concentración al espectador, pero bendita concentración, porque cuando se encienden las luces de nuevo uno siente que ha vivido algo único. Pues eso es lo que ocurre con “Tenet”.
Por eso decíamos antes que Nolan lo ha vuelto a hacer. Y de qué manera. El film es lo más Nolan del propio Nolan. Y es que los grandes siempre tienen tantos defensores como detractores. Y “Tenet” a buen seguro que va a concitar a ambos grupos de igual manera. Porque este puzzle cinematográfico comparte buena parte de su código de identidad con la sobresaliente “Origen”.
Uno de los reclamos principales del cine de Nolan consiste en su capacidad para ofrecer premisas extraordinarias que ponen a prueba las expectativas del público sobre lo que ya han visto y llegarán a ver en la gran pantalla.
Si afirmamos que ha regresado el Nolan más puro es por la manera en que ha llevado todavía más allá su alucinante “hight concept” y su traducción en la pantalla. Una maniobra brillante, aunque arriesgada, pero al fin y al cabo, el británico nos tiene acostumbrados a ello. Aquí el concepto sobre el que gira la historia lo es todo. Esto obliga a sacrificar algo la narrativa, que cobra sentido a base de sacrificios y ciertas concesiones. Hay algo de exceso en la exposición oral y cierta falta de desarrollo de los personajes, lo cual es obligado, ya que se trata de introducir cuanto antes al espectador y mantener viva la chispa hasta que todo acaba por saltar por los aires. Un momento para el recuerdo. Puro Nolan.
Podríamos decir de la cinta que hasta su mitad -y sin hacer spoilers- está ampliamente poblada de escenas con una cadencia que da vértigo, dando forma a un convencional thriller de espionaje.
La sobreinformacion abruma al espectador, y te ves obligado a dejar de parpadear para no perderte ni un detalle, otra seña de identidad en las películas de este director. Pero tranquilos, porque siempre terminan encajando las piezas, aunque -y volvemos a la concentración que te “exige” Nolan- tendrán ustedes que volver atrás en el film para cerciorarse correctamente. Encontrarán pistas estratégicamente colocadas y giros de guion convenientes para que todo “vuelva” a su sitio.
El despliegue audiovisual es de primerísimo nivel y rara vez visto hasta ahora. Una auténtica bomba de relojería, una bendita locura. Prueba de ello es la primera escena de acción que aparece en “Tenet”. Traten de seguirla, lo van a disfrutar, porque todo el caos y la complicada coreografía les harán sentirse perdidos durante unos instantes, para después “posarse” con toda la lógica del mundo. Abundarán los ojos abiertos como platos y las mandíbulas desencajadas, ya lo verán.
El reparto actoral está muy inspirado, destacando – por lo arriesgado de la apuesta- Robert Pattinson, a quien un servidor le veía poco recorrido tras “Crepúsculo”. En cuanto a la banda sonora, siempre importante en su cine, Ludwig Goransson consigue que uno penetre aún más en la historia con su machaque electrónico constante.
“Tenet” es la propuesta más ambiciosa, autoconsciente, pero también más cerebral y artificiosa de la obra de un Christopher Nolan que ha arriesgado más que nunca con esta cinta pero que ha logrado que todo encaje bien. Claro que hay que llamarse Nolan, mejor dicho, hay que tener su talento. Y recuerden que cuando acudan a ver la película, y como dice uno de los personajes: “No intentes comprenderlo, siéntelo”.
En la “La Mirada” estamos de celebración. Nolan ha vuelto. El Nolan cien por cien. Qué susto me había dado.