Cultura y entretenimiento

Sinfonía Corporal. Poesía Reunida, de Fernando Aramburu

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Sinfonía corporal, recién publicada por Tusquets en su colección Nuevos Textos Sagrados, recoge la poesía de Fernando Aramburu desde 1997 hasta 2005. Poesía que sorprende por el amplio rango de temas, desde el terrorismo etarra hasta la sensualidad y el erotismo. No sólo hay una conquista de distintos territorios, también una visible evolución en el estilo del poeta.
LMN

El libro está compuesto de los siguientes poemarios: Ave Sombra (1977-1980), Materiales de derrubio (1980-1983), Sinfonía corporal (1981-1983), Mateo (1981-1983), El tiempo en su arcángel (1983-1985), Bocas del litoral (1986-2005).

Los poemarios fueron publicados ya en su día, pero hoy tienen una nueva oportunidad de llegar a los lectores, gracias a la encumbrada figura literaria que es hoy el autor.

La sorpresa está garantizada. Como este poema titulado Canto encarnado que trata sobre un atentado terrorista de junio del 78:

ERAN tres, / nacidos a la puerta de un pobre camposanto. / Sus madres los llamaban con desgana / y ellos traían de los muros / farolillos y panes.

A los primeros peces de la aurora / saltaban a espantar las torpes vacas como / templos / o a llenar de avellanas y de ojillos / el halda de los tirachinas.

Cerca, / como astros ocupados en fingirse de sombra, / los opulentos bostezaban / tras la noche sin vuelta de los féretros, / con su estatura de dejar tan sólo unas / lágrimas, / con sus manos limpísimas de no tocar los / sepulcros.

Eran tres, / y así que atardecía –fatigado / el sol por los horarios / cumplidos–, juntos visitaban en secreto las / tascas / con aroma de helechos, con crecientes de / vino rancio, / para sentarse en torno al hombrecillo / de las calientes teorías: / ese que sin tener la manos astilladas / despliega los manteles / de la noche, / los brillos de la sangre en su cintura./

Eran tres, / llegaron con el rostro envuelto en clavelinas. / Sus sombras florecían como zarzas, ya / plumas de aluminio, / y el miedo, amortajado con escamas, / temblaba por el cutis / de la fresa.

Un chirrido de ruedas presagiosas, / y ya la metralleta con su gárgaras de esquila / irreparable; / la doctrina brevísima del grito, / y es la muerte, / la larga muerte tan sedienta, / calcinado un olivo que colgaba del aire.

El cielo muestra un poso de alas quebradas / y estilos de sangre por las últimas losas. / Queda un hombre que avanza solitario por el / polvo / y niega el llanto que de pronto muerte le / anuncia.

Triste de Eusebio Sánchez, / nacido a la sombra de un trozo de cebolla. / Su madre no podía alimentarle, ni la tierra tan / árida, / y el se puso el tricornio / como quien tienta / una orilla. / Ahora el odio busca su provecho, / camufla su cadáver de profundas banderas / nacionales.

Y ellos eran tres, / y no importan sus caras blancas de ver / amaneceres.

Huyeron por los sótanos donde nadie se / acuesta / descalzo, / sitios de sombra adonde irá a quemarlos / el terrible caimán / de represalia.

Destacan también poemas como Manos paternas (homenaje al padre), trágicos como Al niño muerto en la carretera, costumbristas como uno dedicado a la cerveza, o de tono mucho más personal como Ayer.

Toca leer Sinfonía corporal y descubrir a un nuevo Aramburu. O mejor dicho a un Aramburu distinto. O quizá para ser más exactos, leer Sinfonía corporal para entender cómo Fernando terminó convirtiéndose en Aramburu.

Pedro Robledo

www.peleandoalacontra.com