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¡Qué bello es vivir!’ la película navideña más querida

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No he podido resistirme a publicar un poco de la historia de esta película tan entrañable y que todos habremos visto más de una vez y por qué no volver a hacerlo otra vez. Sin duda nos levantará el ánimo si lo tenemos un poco bajo, aprovechando su aniversario. La cinta de Frank Capra cumple 75 años y su popularidad sigue en pie. Seneca Falls es la pequeña localidad en la que se inspiró Bedford Falls, la ciudad de la película.
BettyGS

La fama de este cuento navideño es responsabilidad de un señor anónimo al que se le olvidó renovar el copyright en la década de los 70. La película de Capra pasó entonces a ser de dominio público. Los programadores decidieron que, ya que era gratis emitirla en televisión, estaría bien emitirla en fechas navideñas. Y así fue cómo una cinta que en 1946 había pasado desapercibida, aun siendo el proyecto más personal de su director, se convirtió en un clásico de la Navidad.

La película no lo tuvo fácil a su llegada a los cines. Las fábulas de Capra parecían no tener sentido en un mundo golpeado tras un holocausto, varios totalitarismos y una guerra (la Segunda Mundial) terrible. Basada en el relato corto ‘The greatest gift’, ‘¡Qué bello es vivir!’ era la primera película de la productora que Capra había fundado junto a sus amigos George Stevens William Wyler. Los tres querían ser los dueños y señores de sus carreras; ansiaban librarse del yugo del magnate de turno que, puro en mano, les decía cómo tenían que hacer sus películas.

 Mucho cambió la cosa desde que Capra quiso llevarla al cine hasta que se plasmó en imágenes. Primero sonó como protagonista Cary Grant, pero al final el estudio se acabó decantando por un James Stewart que no estaba muy convencido de volver a la actuación tras ser piloto en la Segunda Guerra Mundial. Fue Lionel Barrymore, el malvado señor Potter en la película, el que lo convenció para encarnar al bonachón de George Bailey, el hombre con cuya bondad se medirían durante décadas los norteamericanos.

Aunque casi toda la película se rodó en un estudio de RKO llamado Encino Ranch, que hoy no es más que una urbanización en la que no queda ni un mísero nombre de calle que recuerde que allí se rodó el cuento navideño, Capra se inspiró en un lugar real. La base de su obra maestra estuvo en una pequeña ciudad norteamericana en la que cada año se celebra, incluso, un festival dedicado a ‘¡Qué bello es vivir!’.

La ciudad en cuestión es Seneca Falls, un lugar anclado en el tiempo y situado en el estado de Nueva York. Aunque nunca se confirmó, Capra hizo un viaje por la pequeña localidad justo antes de empezar a rodar su obra magna. A mediados de los 40, Seneca Falls era una ciudad con las mismas farolas de globo que se ven en la película, el mismo puente en el que George casi se suicida y la misma mediana en una parte de su calle principal. Su arquitectura típicamente norteamericana también parece plagiada a la perfección en los espléndidos decorados de la cinta.

Con buenas críticas a sus espaldas, ‘¡Qué bello es vivir!’ acaparó cinco nominaciones al Oscar poco después de su estreno navideño. No ganó ni uno solo de ellos. Aquel año, los académicos se decantaron por ‘Los mejores años de nuestra vida’ y su sombrío retrato de los soldados que volvían a su día a día tras experimentar en sus carnes la Segunda Guerra Mundial. La taquilla tampoco fue excesivamente boyante y Liberty Films se acabó desvaneciendo como otros tantos grandes edificios de Hollywood.

El tiempo, y algún ángel bueno, quisieron que Capra, James Stewart y Donna Reed, a la que en algún momento se le achacó injustamente el fracaso de público, viviesen lo suficiente como para ver la película convertida en un emblema tan navideño como el turrón.

Como era de esperar, Paramount se las ingenió para recuperar los derechos alegando que el escrito original sí tenía copyright, pero eso no impidió que ‘¡Qué bello es vivir!’ siga siendo parte indisociable de la programación navideña y del streaming en el siglo XXI.

Al fin y al cabo, y tras una pandemia y desastres varios, todos seguimos dispuestos a creer que cuando suenan unas campanillas le dan las alas a un ángel.

Sinopsis

Clarence (Henry Travers), un ángel de segunda clase, es enviado a la Tierra con la misión de convencer a George Bailey (James Stewart, ‘Historias de Filadelfia’), un honrado ciudadano de la pequeña localidad de Bedford Falls, de que no se suicide. El ángel debe mostrar a George cuál habría sido la vida de aquellos que le rodean si él no hubiera existido.

Con un acusado sentido del deber, a lo largo de su existencia, Bailey siempre ha sacrificado sus sueños por el bien común. Desde pequeño su intervención resulta decisiva para salvar de la muerte a su hermano menor, en un accidente en un lago helado. También evita un error fatal del boticario para el que trabaja.

Estas y otras muchas buenas acciones de Bailey han hecho de Bedford Falls un sitio mejor. El objetivo de Clarence es que así lo vea George, insuflándole fuerzas para que pueda seguir adelante con su vida. Si lo consigue, Clarence obtendrá unas alas que todavía no le han sido concedidas.