ActualidadCineCultura y entretenimiento

Patria, una serie valiente que destapa heridas en nuestra sociedad que siguen abiertas

La serie de HBO, adaptación de la estupenda novela de Fernando Aramburu, resulta una historia conmovedora, más que y por encima de la historia de ETA y sus crímenes, sobre la difícil, y en muchos casos imposible, convivencia entre los partidarios de la independencia vasca y los que, sin renunciar a sus raíces, solo querían vivir tranquilos en su tierra.
Por José Ignacio Vidal
José Ignacio Vidal

“Patria”, ya disponible en HBO, es una serie, adaptada de forma magistral por Aitor Gabilondo, que no se ceba, y podría, en los múltiples asesinatos que ETA dejó en su negra trayectoria no solo en el País Vasco, sino en toda España. No quiere entrar sobremanera en el conflicto armado – y hubiese sido lo fácil quizás- llenando la pantalla de las acciones sangrientas de la banda. No, su propósito es ir más allá, más en profundidad sobre las heridas que realmente no se cierran: las que dejó en tantos y tantos ciudadanos, vascos y no vascos; en la rotura de amistades, retirada de saludos por miedo, incomprensión en definitiva que asoló a muchas personas que solo se preguntaban – y preguntan: “¿Por qué?”.  

En la producción, los saltos adelante y hacia detrás en la historia son constantes, arrancando con el asesinato del Txato, un empresario de transportes de un pueblo cercano a San Sebastián, que se acabó negando a seguir siendo extorsionado por sus propios compatriotas con aquel “famoso” impuesto revolucionario”. Ahí arranca la historia, ahí y en -ya entrada en avanzada edad y deslumbrando el final de su vida- el empeño de su viuda de regresar al pueblo y averiguar lo que mencionábamos antes, el porqué del asesinato de su marido. A partir de ahí, tendrá que enfrentarse al miedo que aún domina a las gentes del pueblo y a su incomprensión ante su última voluntad. “Esa, esa ha venido a complicarnos la vida. Que se vaya”. Bonitas palabras a las que, entre otras muchas de semejante lindeza, se tendrá que enfrentar la viuda.

Entrando un poco en materia, se podría decir que ya en la novela, Aramburu nunca llega a equiparar los dos lados de la historia -esto es, las dos mujeres damnificadas por ETA, una por ser la madre de un terrorista y la otra la mujer de la víctima-, pero deja que se expliquen ambas partes. La novela necesitaba a alguien que sintiera dentro, como algo personal, lo que contaba para adaptarla a formato audiovisual. Fue HBO la que se hizo con los derechos, y Aitor Gabilondo, -responsable de “El príncipe”, el que se puso al frente de la serie, que fue presentada en el pasado Festival de San Sebastián. Y lo cierto es que viendo el resultado uno puede respirar tranquilo. “Patria” es la adaptación que querían los lectores, y también la que disfrutarán -o están ya disfrutando ya- aquellos que hayan leído, o no, la novela. La serie respeta sin duda la esencia del libro y la traslada a la pantalla de manera brillante. Una producción de un nivel de calidad -esto se deja ver desde sus increíbles créditos iniciales- que no tiene nada que envidiar a cualquier superproducción extranjera. Y es que se percibe igualmente que quien la cuenta sabe lo que cuenta. Todo suena a verdad. La fotografía, la construcción de los pueblos, las casas, los actores. Todo impregnado de un espíritu euskaldun que se necesitaba para que la historia fuera más verídica. 

Les invito a que olviden las polémicas, los prejuicios que causó su cartel anunciador -en el que se veía tanto a la mujer de la víctima gritando en la calle como a un etarra detenido, desnudó y atado en comisaría y supuestamente torturado- y no se la pierdan. Hay que dejar algo claro, que creo que les mencioné al principio, y si no, lo hago ahora. “Patria” no equipara a víctimas y verdugos. No lo hace, pero si que da voz al dolor del otro lado, porque en esta historia hay muchos puntos de vista, y mostrarlos -cosa que comparto- es responsable y necesario. Ocultar lo que ocurría en las familias de los etarras, no querer escuchar qué les llevaba a entrar en la banda -sublime lo que un padre de etarra le dice a otro: “Les comen la cabeza, les manipulan y luego hala, les dan un arma y les dicen que van a ser héroes-,  o el dolor de las madres que “perdían” así a sus hijos es no querer entrar en toda la complejidad del asunto. Y ahí ha estado muy valiente Gabilondo, mostrando ese sufrimiento y las palizas a los etarras en las comisarías. 

Y luego están ellas, Miren y Bittori. O lo que es lo mismo, Ana Gabarain y Elena Irureta- la inolvidable mujer del también policía en aquella serie inolvidable, “El comisario”-. Las dos matriarcas, las dos caras de la moneda y las dos actrices que ponen su cuerpo y emociones en dos personajes complejos que necesitaban dos intérpretes que se desgarrasen. A fe que lo hacen. Se dejan la piel y llevan al espectador a entender todo lo que pasa dentro de las cuatro paredes de cada familia. A su lado, un reparto en el que no hay caras conocidas, pero sí intérpretes magníficos con sorpresas como la de Susana Abaitua -la joven que desaparecía en la serie “Se quién eres”-, a quien pertenecen varios momentos del segundo episodio que se quedan grabados a fuego. Porque su personaje es que más aristas tiene: pasa de ser una simpatizante de la izquierda abertzale a hija de un asesinado por ETA. Es sin duda, uno de los hallazgos de la serie. 

Algunos dirán que la serie es menos provocadora de lo que cabía esperar. Es posible, pero no por ello no emociona, conmueve y despierta nuevas reflexiones sobre aquellos oscuros años en los que sucedieron cosas que aún hoy – y me temo que por mucho tiempo- nuestro país y nuestra sociedad nunca alcanzará a entender. Esas voces deberían saber que enfrentarse a una serie como “Patria” es espinoso. Las expectativas están por las nubes, y por si fuera poco la polémica del póster que ya mencionamos antes. Yo les recomiendo que se “limpien” la mirada antes de sentarse a verla. Fuera prejuicios. Porque si bien la serie no les va a resolver el gran interrogante: “Por qué”, al menos le dará más detalles para llegar a una cierta conclusión de aquello que pasó, ya saben: “Esos, esos, que se vayan del pueblo”.