NAVIDAD
La ilusión en la mirada de un niño, la nostalgia de los mayores.
El recuerdo presente de los que se fueron y la emoción del reencuentro con los que vuelven.
El olor a leña y a castañas asadas.
La música alegre de los villancicos, la voz cantarina de los niños de San Ildefonso y el sonido de la zambomba y la pandereta.
Comidas de empresa, cenas en familia, el turrón y los polvorones.
Los equilibrios de cualquier familia para cuadrar las cuentas de fin de año, mientras piensan en los regalos y guardan como un tesoro su décimo de lotería.
Las luces de todo a cien y las luces del millón. El árbol y el belén.
Todo esto es, para muchos, la Navidad. Pero la Navidad es más, mucho más.
El ambiente de fiesta nos contagia a todos y nos envuelve en un sentimiento de celebración. Pero no debemos olvidar el verdadero sentido cristiano de la Navidad y de esta fecha grandiosa.
El recuerdo de un niño nacido en Belén hace más de dos mil años y que cambió el curso de la historia. Tanto que, a día de hoy, seguimos celebrando aquel acontecimiento.
La verdadera navidad está en nosotros. Son días que nos invitan a la reflexión en torno a valores como el amor, la esperanza, la paz y la solidaridad. Es tiempo de estar en familia, pilar fundamental de esta celebración. Es tiempo de compartir, de unir generaciones, de reforzar los lazos y reflexionar sobre la importancia de la unidad familiar. La Sagrada Familia de José, María y el niño Jesús, es para muchos de nosotros un modelo a seguir.
Toda tradición tiene sus símbolos. El belén y el árbol de Navidad son, quizás los más representativos en estas fechas, y les invito a visitar los del Patio de Encuentros de nuestro ayuntamiento.
La costumbre de “poner el belén” iniciada hace 800 años por San Francisco de Asís, perdura en el tiempo, y se ha convertido en un símbolo vivo de nuestra fe y nuestra identidad, donde cada figura, desde los pastores hasta los Reyes Magos, representa la diversidad humana y nos recuerda la sencillez de Jesús.
El árbol, por su parte y en palabras del Papa San Juan Pablo II, es una costumbre antigua que exalta el valor de la vida, pues durante el invierno, el abeto siempre verde, se convierte en un signo de la vida que no muere.
Aprovechemos el momento y disfrutemos de estos días. Miremos atrás con ilusión, y hacia adelante con esperanza. Reflexionemos sobre todo lo bueno que nos queda por vivir, y sobre aquello que podemos hacer para ser mejores personas y aprovechar nuestro tiempo de la mejor manera posible.
Desde el ayuntamiento de Alcobendas trataremos de engalanar aún más nuestra ciudad para acompañaros en estos momentos.
FELIZ NAVIDAD A TODOS.
María José Ortiz Iglesias de Ussel
Concejal de Cultura y Relaciones Institucionales