MUFACE, desierto el concurso. En Evidencia el Estado de bienestar
Como ya es más que sabido el concierto de asistencia sanitaria con MUFACE, del que se benefician millón y medio de funcionarios y beneficiarios, ha quedado desierto. Las aseguradoras privadas, Adeslas, DKV y Asisa, han decidido no participar en la licitación.
La guerra de costes entre estas entidades y el gobierno no han dado tregua alguna, siendo muy dispar la petición de cada parte. Mientras el gobierno “se daba un golpe en el pecho” con una subida del 17,12%, a las compañías esto no sólo les resultaba insuficiente, sino imposible de asumir, exigiendo el aumento de las primas al menos al 40%.
Estas posiciones tan alejadas, han provocado de facto que millones de funcionarios se vean abocados a finalizar la utilización de estos seguros privados y engancharse al sistema de la seguridad social.
Esta situación tiene una clara lectura, i.-) ¿nos encontramos ante un fracaso en las licitaciones públicas?; ii.-) ¿está en evidencia el estado del bienestar?
No resulta baladí traer a colación la cantidad de licitaciones públicas que quedan desiertas en nuestra nación, donde a las empresas privadas les supone un detrimento asumir los costes que se fijan por el estado. En el último año casi un 30% de las licitaciones públicas, han quedado desiertas, y similar porcentaje resulta en el plano de las adjudicadas, donde también casi un 30% lo son a un único licitador.
La conclusión es clara, no interesa la oferta pública a las entidades privadas españolas, quebrándose así la promoción de la competencia, y el propio fin que se busca en cualquier licitación, que es no sólo la de garantizar que los trabajos licitados se encuentren orientados al interés general, sino también proporcionar un beneficio social donde exista las mismas oportunidades para todos los participantes en el concurso.
El simple hecho de que ya no haya empresas que participen en las licitaciones públicas, o en un gran número de cosas sólo lo haga una, asoma el fracaso de estas licitaciones por el poder ejecutivo.
La consecuencia más evidente e imperiosa de que el concurso de MUFACE haya quedado desierto es que la sanidad pública, colapsada hasta niveles insospechados, deberá asumir a más de un millón de personas.
A esto se unen otros problemas de denuncian diversas asociaciones como la imposibilidad de acceder al historial del paciente pues en muchos casos no existirá registro alguno en la seguridad social, lo que dificulta notablemente el seguimiento de tratamientos y enfermedades. Ante todas estas cuestiones que han traído a la palestra diversas asociaciones, en las que se traslada que sería negativo que a este millón de personas lo tuviera que asumir la Seguridad Social, conviene retratar las vergüenzas al descubierto del Estado del bienestar a propósito de la crisis de MUFACE, pues son los propios funcionarios, trabajadores públicos, los que no quieren disfrutar de los servicios públicos sanitarios, continuando su prestación por empresa de la sanidad privada.
Quizás ante esta situación cabría preguntarnos si el estado del bienestar en España está en evidencia. Desde luego el de la licitación, lo está.
Marcela Reigía Vales.
Abogado.
@rv_marce