ActualidadCultura y entretenimiento

MARIÁNGELES GARCÍA: “La lengua es una cosa muy entretenida»

Compartir

“OTRAS MIRADAS” con JORGE GARCÍA PALOMO

@jorgegpalomo

Mariángeles García (Madrid, 1969) es filóloga, escritora y periodista; y no  necesariamente en este orden, pues combina todo con naturalidad y maestría. Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes 2018, autora sempiterna -entre otros medios- de la revista Yorokobu, presenta el libro «Más relatos ortográficos (y alguna que otra conversación)». Otra joyita. Una divertida, rigurosa y pedagógica oda al idioma, que complementa sus exitosos «Relatos ortográficos» y que debiera formar parte de cualquier plan de estudios. ¡Gracias y bienvenida, Mariángeles García!

P- ¿Quién es Mariángeles García a estas alturas del relato?

R- Alguien con un síndrome del impostor tremendo que todavía no se cree que esté ahí. Alguien que se sigue construyendo, que sigue aprendiendo y disfrutando mucho de hacerlo y que quiere mantener la curiosidad muy activa, pero sin obsesionarse por perseguir siempre la última noticia, la última serie, el último libro… Y una persona que disfruta con las cosas sencillas de la vida: la familia -bueno, esta, a veces, muy sencilla no es-, los amigos, las vacaciones en el pueblo…

Esto es La Mirada… ¿Cómo te gusta mirar la vida, amiga?

Con calma, con curiosidad y con los pies en el suelo. Soñar está muy bien y creo que jamás debemos dejar de hacerlo. Pero también hay que ser consciente de la realidad y no perderse en fantasías. Es difícil no dejarse llevar por las prisas, por el ruido, por lo negativo que nos rodea. No entiendo ese empeño en hacernos creer que estamos siempre al borde del precipicio. Yo prefiero buscar las cosas bonitas de la existencia, que las hay y muchas. Vivir despacio y saborear la vida. A esto creo que he aprendido gracias a cumplir años; y son ya unos cuantos. Aunque siempre he sido una persona tranquila, muy al estilo de Machado.

Has presentado «Más relatos ortográficos (y alguna que otra conversación)» en la editorial Pie de Página. ¿Por qué leerlo? Momento de «la promosió», que dirían en La Resistencia…

Porque creo que quien se anime a leer este libro -y el anterior, claro- se va a divertir y va a descubrir que la lengua es una cosa muy entretenida, y no lo que le enseñaron en el instituto. ¡De verdad, no miento!, que me eduqué en colegios religiosos y me enseñaron decir la verdad… Los relatos ortográficos no son un sesudo manual donde consultar la norma lingüística ni pretenden decir cómo debes hablar y escribir, para eso ya está la RAE. Pero lo que sí me gustaría que pasara cuando alguien los lea es que se ría -o que sonría, al menos- y que, sin darse cuenta, esté descubriendo algo sobre nuestro idioma que no conocía. Esto es algo impagable si te encuentras con un cuñado tratando de darte lecciones de todo. Seguro que no sabe cómo se dice lo relativo al siglo XX, por ejemplo, y tú sí lo sabrás al leer este libro. Haz la prueba…

El libro sigue la estela del anterior, «Relatos ortográficos» (2019). ¿Qué balance haces de todo lo que supuso aquella experiencia echándole cuento a la norma lingüística?

Muy positivo, la verdad. A mí siempre me ha gustado escribir, y los relatos ortográficos han sido la manera de poder combinar esa afición con la carrera universitaria que estudié, aunque nunca ejercí. Gracias a ellos, he ganado seguridad como escritora -¡uf!, ¡qué grande me sigue pareciendo esa palabra, la verdad!- y siempre les agradeceré que me abrieran la puerta de la redacción de Yorokobu, la revista en la que escribo. Me han permitido, además, conocer a un montón de lingüistas, filólogos, escritores… muy interesantes, y solo por eso ha merecido la pena.

Y todo surge, en efecto, en la revista Yorokobu, una de tus casas. ¿Cuál fue el Rubicón para crear esta clase magistral sobre el idioma con artículos genuinos?

Fue una propuesta de mi director, Juanjo Moreno. Entonces yo estaba en el departamento de Documentación, actualizando la base de datos. Él sabía que yo escribía y cuando se plantearon en la revista hablar de lengua, enseguida pensó en mí. Me propuso escribir historias que tuvieran que ver con este tema, y la idea me encantó. Además, me dio total libertad: “Haz lo que quieras”, me dijo. Le envié tres o cuatro relatos de muestra, y hasta hoy.

No puedo obviar otra cima: Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes 2018. ¡Enhorabuena de nuevo! ¿Cómo lo recuerdas? ¿Fue acaso la génesis de estos libros para hablar y escribir mejor?

Los relatos ya existían. Se publicaban mensualmente en la versión impresa de Yorokobu y luego se subían también a la web. Digamos que, gracias al premio, decidimos recopilarlos y publicarlos en un libro, aquel primer Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística. Así que podría decirse que Delibes fue el culpable de mi salto al mundo editorial. (Risas). Y del premio, qué te puedo decir: han pasado ya cinco años desde que me lo dieron y aún no me lo creo. Es un honor y fue una experiencia preciosa que recordaré toda mi vida. ¿Tú sabes lo que es que tu nombre esté al lado de figurones como Lázaro Carreter, Iñaki Gabilondo, Isaías Lafuente, Juan José Millás, Javier Marías, Pepa Fernández y otros muchos grandes? Ni en mis mejores sueños lo habría imaginado…

¿Qué tal hablamos y escribimos en España? ¿Alguna sugerencia (mejorando la presente: ¡seguirte y leerte!) para ser más precisos y dominar más el lenguaje?

Habría que diferenciar primero en qué registro lo hacemos. No es lo mismo hablar o escribir entre amigos, o en redes sociales -donde lo que se escribe imita mucho el lenguaje oral y donde, además, no estamos pendientes de ninguna norma lingüística-, que hacerlo en un contexto formal. No sabría decirte si lo hacemos bien, mal o regular, la verdad, y creo que tampoco hay que obsesionarse con eso. Pero sí veo que hay cierto interés por hacerlo bien, y eso ya es positivo. La manera en la que hablamos y escribimos dice mucho de nosotros, por eso recomiendo cuidar el lenguaje. Si no te pones un pijama para ir a la oficina ni un esmoquin para andar por casa, tener claro dónde utilizar un lenguaje y otro yo creo que es importante. Pero no hay que obsesionarse con esto ni dejar de hablar o escribir por miedo a meter la pata. Tenemos que pensar que lo que hoy se considera incorrecto, mañana puede estar aprobadísimo por la RAE. Los hablantes somos los dueños del idioma, no la Academia. Y es el uso que nosotros hacemos de la lengua el que acaba dictando la norma.

Que no se me olvide… ¿te sigue sorprendiendo la riqueza del idioma y cómo evoluciona? Tienes la sección «Traductor simultáneo» en Yorokobu. ¿Algún concepto que te mole especialmente -¿»molar» ha vuelto a decirse mucho, no?- de los que nacen cada día?

Me fascina la capacidad creativa que tenemos los hablantes, sí. Gracias a eso, nuestro idioma, como cualquier otra lengua, sigue vivo. Y me divierte mucho cómo los más jóvenes lo hacen suyo. Esto no es nuevo, obviamente. Cada generación tiene su propio lenguaje. Otra de las cosas que me encanta es comprobar cómo nuestro español está derribando prejuicios, cómo incorpora expresiones y palabras de hablantes latinoamericanos, cómo se empapa de otras culturas. Expresiones como fachero -algo molón, bonito- han viajado desde Argentina hasta aquí, por poner solo un ejemplo. Y eso es muy interesante, la verdad. Ahora bien, cuántas de esas expresiones que hoy usan mis hijas, por ejemplo, van a perdurar es difícil de predecir. En cuanto a expresiones suyas que me sorprendan, quizá la que más sea mamadísimo. Evidentemente, no significa lo mismo que para la gente de mi generación. Para los Z, alguien mamadísimo es una persona que está cachas, musculada. Nada que ver con nuestra versión. Y eso es divertido, ¿no?

Cambiamos de tercio, que hablaría horas contigo… Y te pregunto un clásico en La Mirada: ¿un lugar inspirador de Madrid, tal vez para pasear o llevar un buen libro?

A mí me encanta pasear por el Retiro, por ejemplo. O buscar algún rinconcito del Madrid de los Austrias, alguna de esas callejas que se esconden del ruido. Y como vecina suya que fui, la Casa de Campo en otoño y primavera me parece espectacular. Eso en Madrid capital.

De la Comunidad, me encanta perderme por la Sierra del Rincón.

Reflexión final para los lectores de La Mirada…

Tomémonos las cosas con calma, respiremos profundamente y miremos a lo que tenemos más cerca, porque seguro que ahí encontramos el sentido de la vida, o al menos, de nuestra vida. Quedémonos con lo que nos haga sonreír. No hay mejor regalo que una sonrisa.

¡Mil gracias, felicidades y los mejores deseos con todo!

Jorge García Palomo

El periodista y comunicador Jorge García Palomo nos presenta a todo tipo de personas genuinas, creativas, curiosas, contingentes y necesarias… Como diría aquel genio, “gente loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo”…

Sí, son “Otras miradas”. Y están entre nosotros.