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Los reales sitios, de Juan de Salas

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No había leído todavía nada de la editorial Ultramarinos. Y ya le tenía ganas. Los Reyes Magos, que todo lo saben, hicieron su magia. Mucha gente hablando sobre Juan de Salas, más concretamente, sobre Los reales sitios. Su primer poemario. Y el seis de enero apareció en casa.
Pedro Robledo
Pedro Robledo

Abrir Los reales sitios, empezar a leer, y que te explote la cabeza. Toda la secuencia en ese mismo orden. Juan de Salas plantea el poemario a modo de original y caótica conversación utilizando los mimbres que nos conforman: emociones, tiempo y sobre todo, espacio.

Son varios los temas que se plantean, se cruzan y se entrelazan: el amor, la nostalgia, el paso del tiempo, lo urbano, la naturaleza… todo sostenido bajo el mismo telón de fondo, los reales sitios. Los escenarios sobre los que desplegamos nuestra humanidad convirtiendo el paisaje en un espejo. El poder del hombre y su manifestación en la transformación del espacio. El propio poder del mismo espacio, que nos sobrevive y nos recuerda:

El paisaje tiene más memoria que el hombre / porque le sobrevive, / y los viticultores y los campesinos no sospechaban / cien años atrás / que sus meños de granito para el emparrado y sus lindes / serían hoy / una instalación site-specific / sobre la despoblación rural y el uso del espacio.

Antiguo y consciente paisaje: / cuando perdemos la memoria / y nuestro cuerpo muere, / nos acoges. / Enterramos nuestros restos inconscientes en el paisaje, mientras los sapos llenan de baba y huevas / las juntas de las hojas con los tallos de los juncos / y las calas.

Juan de Salas juega al despiste con el lector. Como por ejemplo, en el poema Jardín nuevo. Le enreda con recuerdos y nostalgias, en defensa de la belleza del paisaje inocente, que pronto conocerá la mano del hombre y sus caprichos. Y de repente, le golpea directamente en la cabeza con un verso en el que habita todo un mundo (el nuestro): “Hace mucho tiempo que todo es nuevo”. Y es que un jardín es realmente nuevo sólo para aquellos que no conocieron el antiguo, afirma el poeta.

Y qué decir del poema Santiago de Peñalba, que al calor de la iglesia mozárabe construye una imagen sublime sobre la historia:

cómo hacer que la historia sea esto:

un diálogo entre hambres / que se hablan a través de los lugares

los lugares / que son el lenguaje con el que se comunican / las hambres de los hombres que no se conocieron

que no llegaron a conocerse.”

La poesía de Los reales sitios también tiene espacio para el ecologismo y recela de las grandes urbes, los planes urbanos, los arquitectos, y todo lo relacionado con la transformación del paisaje natural, porque también nos termina transformando a nosotros mismos, como en este fragmento del poema Patrimonio Nacional:

Hace mucho que todo el suelo, / que es el hambre de los hombres / que ya no saben cultivar y de su estirpe, / está parcelado y hechas las debidas permutas. / Y mientras tú duermes, hijo mío, / al resguardo de una higuera sublime y sedienta / en el monte del Pardo, te diré para que lo escuches en sueños / que el suelo es soberano de sí mismo y de su hambre”.

Sin duda, Juan de Salas sorprende. Deja hambre de más sitios y más versos.

www.pedrorobledo.com