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La mascarilla, parte de la vestimenta

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Como si de un accesorio más de nuestro look se tratara, la mascarilla viene para quedarse algún tiempo. Cubrirse nariz, boca y barbilla a la vez, es la última medida impuesta en nuestro país para evitar la propagación del coronavirus y, con ella, un posible rebrote que supondría otro confinamiento.
Doctora Blanca Rodríguez Ayala

Todos, salvo los menores de 6 años, para los que no es obligatoria, pero si recomendable, tenemos que salir a la calle con mascarilla. Si se puede mantener una distancia de seguridad de al menos 2 metros con otras personas, no es obligatorio que nos la pongamos, pero tenemos que llevarla encima.

Es obvio retirarla para comer o beber, tampoco es obligatorio ponérsela en caso de enfermedad respiratoria que pueda verse agravada por llevarla, o si existe algún tipo de discapacidad que haga inviable su uso, sin embargo, su utilización en el deporte deja que el sentido común sea el que decida.

En espacios cerrados (supermercados, oficinas, transporte público…), es imposible no tener relación con nadie por lo que llevarla puesta es innegociable.

La orden ministerial permite que sean de cualquier tipo, incluidas las caseras, siendo las más recomendables las quirúrgicas y las higiénicas, pero deja muy claro que no sirven ni los pañuelos ni las bufandas.

Las no reutilizables tienen una vida media útil de 4 a 8 horas, transcurridas las cuales pierden su capacidad de filtrado y no nos protegen, por lo que hay que tirarlas. Si no se ha llegado a ese tiempo de utilización sí pueden volver a usarse, siempre y cuando se conserven dentro de un sobre de papel o de una bolsa transpirable, nunca de plástico, o se cuelguen de la goma al sol hasta que se vayan a utilizar nuevamente.

La mascarilla no se comparte, ni siquiera con las personas que viven con nosotros. Si se nota húmeda, o dificulta la respiración, hay que tirarla y ponerse otra nueva.

Para colocárnosla, primero tenemos que lavarnos las manos con agua y jabón, y asegurarnos de que la parte de color queda hacia afuera. Que llevemos guantes no nos protege de un posible contagio, es más, puede darnos una falsa sensación de seguridad, así que, la mascarilla no se toca con las manos una vez puesta, llevemos o no guantes. Tampoco hay que retirarla para hablar, toser o estornudar, precisamente es en esas situaciones cuando la probabilidad de contagio es mayor y, si la llevamos bien puesta, actúa como barrera protectora.

Quitársela no debe suponer un riesgo, hay que volver a lavarse las manos con agua y jabón y retirarla sin tocar la tela: basta un sencillo y rápido gesto tirando de las gomas por detrás de las orejas para ello.

Las desechables no se dejan encima de la mesa, ni colgadas en cualquier parte (corremos el riesgo de contaminar las superficies), deben ir directamente a la basura envueltas en una bolsa cerrada.

Las reutilizables no deben guardarse en el bolsillo, en el bolso o en el armario hasta un nuevo uso, siempre hay que seguir las indicaciones del fabricante para evitar riesgos. En general, y siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Sanidad, las mascarillas que permiten más usos, deben introducirse en la lavadora a una temperatura entre 60 – 90º, o bien sumergirse en una solución de 20 ml de lejía con 980 ml de agua tibia durante media hora para después lavarlas bien y dejarlas secar, preferiblemente al sol.

Y si lo anterior no os convence, os recuerdo que la sanción por no llevar la mascarilla va desde los 601 a los 30.000 euros, avisados estamos.

Dra. Blanca Rodríguez Ayala. Médico. Asesoramiento nutricional.

www.laconsultadeblanca.es

@blanca4615