ActualidadCultura y entretenimiento

“La mala conciencia”, de Mario vega

Compartir
Aquí estoy, dándole a las teclas el día de San Isidro para celebrar mi cumpleaños. A modo de auto-regalo, he decidido leerme por enésima vez -y las que faltan- uno de mis poemarios favoritos que tengo por casa. Se trata de “La mala conciencia”, de Mario Vega. 61 páginas y 22 poemas publicados en Hiperión en 2019.
Pedro Robledo

Es imposible leer esta obra sin que se te manchen las manos de esa mala conciencia que rezuma el autor. Y es que Mario Vega conoce el secreto para atravesar el corazón del lector con sus versos, no en vano, es un Poeta de batalla:

“A mí, que asumo el riesgo de vivir / en uno de tus versos. / Jamás a ti, que eres el reflejo de un ángel o un demonio: / más demonio que ángel, / y mucho más reflejo que demonio. / Luché por ser mejor que mis palabras / y rara vez ocurre lo contrario”.

El pesimismo emanado del contacto con lo real, de la asimetría de la vida, pinta de gris ceniza muchos de estos poemas que intentan purgar esa mala conciencia, que es la nuestra:

“Entonces nos marchamos convencidos / de que la realidad supera al sueño / y no podemos escapar por siempre / de su brutal visión, / de la visión brutal de la miseria / que nosotros jamás conoceremos”.

Pero hay mucho más en estas páginas que problemas de conciencia y referencias a la desigualdad social y la marginación. Mario es un poeta valiente, al que le ha salido el tiro, no por la culata, sino por la diana. En esta nueva propuesta encontraremos poemas generacionales, familiares, feministas, poético-costumbristas, e incluso algunos tan atrevidos como Lamento del último Jedi, y el escatológico a la par que hermosamente ejecutado Homenaje, un canto contra la mitificación del arte y el talento:

“En resumen, que yo venía a hablar / de los maestros: Todos son mortales / y pese a vuestra propensión al mito / a todos el parnaso / les es bastante ajeno / si no queda a la vuelta de la esquina.”

Pocos poemarios cuentan tantas cosas tan diferentes en tan pocas páginas, y sin embargo, todos los poemas mantienen unicidad y coherencia. Hay mucho de Mario Vega, el joven, el profesor, el poeta, el antaño adolescente, y a la vez, mucho del mundo, de la realidad, y de crítica social y análisis certero de la misma, como en Los desheredados:

“Y vienen, van arriba; / abajo van y vienen / en las iguales y plomizas fábricas. / Dan gracias de ser libres / -qué hermosa es la mentira / si la verdad acaso no es más bella- / y vuelven sonrientes a sus bloques / de patios comunales.”

Quizá toda esta poética -quizá toda una vida- se pueda resumir en estos cinco descarnados versos del poema que da título a la obra, y con que tan buen tino se ha destinado a su última página, a modo de tiro de gracia sobre un lector que agoniza y empatiza con Mario:

“Y no sabemos / que no sabemos nada, pues de nada / adolezco. Ni rico ni feliz, / tampoco triste y pobre / solo consciente del remordimiento.”

Pedro Robledo

Instagram: @probledo