Cine

Joan Crawford, la diosa de Hollywood alcohólica

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Por Betty GS
En la industria tuvo enemigos muy importantes. Pero, sin duda, su gran adversaria fue Bette Davis, junto a la que protagonizó ¿Qué fue de baby Jane? (1962), cuyos coléricos enfrentamientos inspiraron la primera temporada de la serie Feud (2017), creada por Ryan Murphy.

Tras dos años sin haber rodado una película, Joan Crawford aceptó el guión de Alma en suplicio (1945), una mezcla entre cine negro y melodrama con el que consiguió liberarse definitivamente de la MGM para recalar en la Warner Bros. Un papel que, a priori, había sido rechazado por su legendaria enemiga, Bette Davis.

El director Michael Curtiz, que alcanzó la inmortalidad tras haber dirigido Casablanca (1942), fue el encargado de mostrar los sentimientos más perversos y amorosos de una de las pocas grandes estrellas que sobrevivió a la transición del cine sonoro. Por su papel como Mildred Pierce obtuvo su primera nominación al Oscar a la mejor actriz, pero no debió estar demasiado convencida del resultado cuando unos días antes de la ceremonia fingió que estaba enferma.

¿El motivo? Estaba segurísima de que Ingrid Bergman, curiosamente, protagonista de Casablanca, ganaría la estatuilla dorada por su papel en Por quién doblan las campanas, que además le propició una sólida amistad con su protagonista, Gary Cooper, que heredaron sus respectivas hijas, Pia Lindström y María Cooper Janis.

Su sorpresa fue mayúscula cuando vio por televisión que había ganado. Inmediatamente escenificó su glorioso momento. Se maquilló, se peinó, eligió un elegante camisón blanco y citó a los fotógrafos en su dormitorio. ¡La gran diva consiguió que le entregaran el Oscar en su cama! Las malas lenguas aseguraron que la actriz había orquestado ese plan porque no quería que se viera su cara de derrota.

Aquella memorable escena de la cama volvió a recrearse en la película Queridísima mamá (1981) protagonizada por Faye Dunaway y basada en el libro homónimo de Christina Crawford, la primera hija adoptada de la leyenda del cine clásico. En sus páginas se desveló la verdadera cara que se escondía tras la máscara de una de las mujeres más enigmáticas y glamurosas de la historia del cine.

Uno de los sueños más importantes para la Crawford fue el de convertirse en madre, pero siete abortos naturales impidieron que lo fuera de forma natural. Por tal motivo, decidió adoptar cuatro criaturas, Christina (1939), Christopher (1943) y las gemelas Cindy y Cathy (1947).

Posiblemente, la Crawford fuera bipolar a tenor de lo que escribió Christina un año después de la muerte de su madre a causa de un infarto. Un día podía estar comprando exclusivos vestidos de fiesta y al siguiente golpeando a su hija de una forma tan violenta que el cepillo se hacía añicos. La otrora estrella ejercía a la perfección el papel de una arpía tiránica que abusaba física y psicológicamente, sobre todo, de sus dos hijos mayores.

La actriz entraba en cólera cada vez que su hija colgaba sus vestidos en perchas de alambre ya que las detestaba; a veces solía arrastrarla de la cama en medio de la noche para golpearla con latas de detergente porque había dejado manchas en el suelo del baño.

Cuando su madre vio que había dañado el papel de la pared de su habitación se desquitó rajando el vestido amarillo de Christina a quien obligó a ponérselo durante una semana e incluso intentó estrangularla porque no soportaba su forma de ser.

A su único hijo, Christopher, le llegó a atar en la cama por las noches para que no pudiera ir al baño o a la cocina a beber agua. Poco podían hacer esos retoños ya que las leyes para proteger a los menores no empezaron a ser efectivas en Estados Unidos hacia bien entrados los años 60.

Los periodistas no podían publicar nada sobre el comportamiento enfermizo de Joan Crawford porque en aquella época era demasiado poderosa y el personal de servicio que trabajaba en la casa optaba por ver, oír y callar si no querían ser despedidos

En la industria tuvo enemigos muy importantes. Pero, sin duda, su gran adversaria fue Bette Davis, junto a la que protagonizó ¿Qué fue de baby Jane? (1962), cuyos coléricos enfrentamientos inspiraron la primera temporada de la serie Feud (2017), creada por Ryan Murphy. Aún continúa coleando la célebre frase que Davis dijo sobre su colega: «Se ha acostado con todos los actores de la Metro a excepción de la perra Lassie».

No tuvo suerte en el amor. Tres de sus cuatro matrimonios terminaron en divorcio, pero con el último, Alfred Steele, presidente de Pepsi Cola, la estabilidad sentimental se truncó con el fallecimiento inesperado del empresario en 1959.

Después de ser uno de los principales productos fabricados por Hollywood para obtener suculentos beneficios durante la Golden Age gracias a Gran Hotel (1932), Mujeres (1939), Bajo sospecha (1943) o Johnny Guitar (1954), la carrera de Joan Crawford inició un declive que solo supo sobrellevar con el alcohol.

La adicción no hizo sino agudizar más el carácter agresivo de esta mujer que incluso llegó a usurpar el papel de su hija Christina en la serie La tormenta secreta (1968) durante varios capítulos.

Al año siguiente, un joven Steven Spielberg consiguió a sus 23 años contratar a la inconmensurable estrella para protagonizar una de las historias del telefilme de terror y ciencia ficción Night Gallery. Décadas después, el multimillonario realizador confesaría que trabajar con Joan fue tan fácil como placentero.

Tras asistir a una fiesta con su íntima amiga, la actriz Rosalind Russell, numerosos fotógrafos quisieron inmortalizar el evento. Al día siguiente, Crawford vio una imagen tan demacrada de sí misma que se juró que si su aspecto era tal y como aparecía en las fotos, lo mejor era retirarse del mundanal ruido.

Aquello ocurrió en 1974 y, desde entonces, estuvo casi recluida en su apartamento neoyorquino. Una decisión que sus íntimos achacaron a la influencia que ejercía sobre ella la iglesia de la Cienciología, a la que se unió unos años antes.

Maquiavélica hasta el fin de sus días, el 10 de mayo de 1977 moría en su domicilio neoyorquino dejando un patrimonio cercano a los dos millones de euros. El día de la lectura de su testamento no deparó grandes sorpresas: sus dos hijos mayores habían sido desheredados, las gemelas obtuvieron unos 70.000 euros y el resto fue a parar a diferentes asociaciones benéficas.