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“Jane Fonda in Five Acts”, su vida, sus hombres y sus contradicciones

En el documental ‘Jane Fonda in Five Acts’, realizado y visto en 2018, cuando cumplió 80 años, la actriz repasa su vida y sus contradicciones. Hoy lo traemos a nuestros lectores porque sigue siendo muy actual y es posible que muy pocos lo hayan visionado. La Fonda ha sido icono sexual, fiera activista y la abnegada esposa de un millonario. Ha vencido a la bulimia y al cáncer. Ahora, desea «llegar al final sin mentirse»

BettyGS

Cumplidos los 80 años, Jane Fonda ha sobrevivido a una infancia en Hollywood (algo que muchos hijos de estrellas de cine no pueden decir), al suicidio de su madre, a ejercicios físicos que tumbarían a un ironmana la bulimia, a la anorexia, a un cáncer de pecho, a tres mediáticos divorcios, a ser declarada enemiga pública por la ultraderecha americana, al machismo de la industria del cine, experta en triturar iconos sexuales cuando envejecen… Y, encima, conserva una cintura de avispa que ya quisieran muchas veinteañeras.

En estas ocho décadas Fonda ha vivido por lo menos tres vidas y no tiene reparos en asumir sus contradicciones y mostrar sus cicatrices. Es una feminista que ha buscado realizarse a través de sus maridos: ha sido la Jane chic de la Costa Azul junto a Vadim, la combativa Hanoi Jane con Tom Hayden y la abnegada esposa del magnate y filántropo conservador Ted Turner.

Jane Fonda recogiendo uno de sus múltiples reconocimientos

A través de 21 horas de entrevistas, la ganadora de dos Oscars (Klute y El regreso) narra los hechos más significativos de su vida, demostrando su sentido del humor y sin demasiado pudor. De hecho. el documental arranca con ella pasando por chapa y pintura para ir a los Globos de Oro, mientras le explica a su maquillador que la ceremonia es un rollo porque únicamente sirven vino y champán. «Y yo sólo bebo vodka».

Genio y figura, estos son los cinco apasionantes actos de su vida.

Henry Fonda

«Crecí a la sombra de un monumento nacional». Así se refiere Jane a su padre, la cara de la integridad y los valores americanos en filmes como Las uvas de la ira. El hombre que John Ford eligió para interpretar a Abraham Lincoln. Y, sin embargo, un persona discapacitada emocionalmente, fría y distante con un sus hijos, mujeriego e infiel. En el documental, Jane explica que siempre se desvivió por llamar la atención de su padre con nulo éxito.

Los comentarios de su padre sobre su físico le llevaron a la bulimia en el internado. «Vi que los romanos lo hacían después de sus grandes banquetes y empecé a hacerlo con una amiga. No sabía que muchas más personas lo hacían». En un momento del documental se muestra un alegre picnic familiar, que captan los fotógrafos que promocionaban a las estrellas de los grandes estudios. A Fonda le repugna ver esta exhibición y cuenta la cara B. «Veo la ansiedad en el rostro de mi madre. No sé por qué pero sentía aversión por ella. Era muy débil. Me pone muy triste».

La madre de Fonda, Frances Ford Seymour, fue víctima de sus problemas mentales durante toda su vida. Finalmente, se suicidaría cortándose el cuello con una cuchilla. Su padre les dijo a sus hijos que había sido un ataque al corazón. «Vino, soltó la noticia y se fue a rodar una película». Meses después, Jane Fonda leería la verdad en una revista. «No lloré. Nunca lloré«. En el documental, va al cementerio nevado, donde está enterrada, a llevarle rosas. Después de años logró comprenderla y, de alguna manera, perdonarla.

El perdón a su padre llegó a través del cine. Ella financió “En el estanque dorado” para que él le dijese te quiero a través de un guión. Como recuerda su hermano, Peter. «Sin guion mi padre no puede expresarse. Necesita la máscara para mostrar sus sentimientos«. Así pues, Henry Fonda pudo al fin mostrar sus sentimientos a su hija a través de la ficción. Él ganó un Oscar y murió poco tiempo después. Ella ganó, por fin, el cariño de su padre.

Imagen de Henry Fonda y su hija Jane

Roger Vadim

Cuando Fonda conoció al cineasta galo Roger Vadim, éste ya había sido amante de Brigitte Bardot y había tenido una hija con Catherine Deneuve. «Entró en la habitación y me sentí amenazada. Era agresivo pero encantador. Tan sexy…». Fonda se prometió que no haría una película con él y acabó marchándose con él a su hotel. E incluso se casaron porque aquellos eran otros tiempos. «No hablaba muy bien inglés, si lo hubiera hecho quizás no me hubiera casado», dice con ironía. Fonda eligió no ver sus problemas, la ludopatía y el alcoholismo. Tuvo una hija con él y dejó que la moldease, que la convirtiera en una mujer… bueno, en lo que él creía que era una mujer: un icono sexual.

Con Vadim rodó “Barbarella”, un delirante filme cósmico-erótico que arrancaba con striptease en traje de astronauta simulando flotar en el espacio. «Tuve que tomar mucho vodka para rodar la escena«. Al día, se dieron cuenta de que la toma no había valido. Así que la actriz la volvió a hacer con resaca… y seguía siendo la mujer con más encanto de la galaxia.

En el “Jane in Five Acts”, la actriz se queja de que cuando Vadim se enfadaba con ella la llamaba burguesa pero no habla de los ménage à trois que hizo para complacerle y que sí narraba en su anterior biografía. «Conseguí convencerme a mí misma de que era algo normal, incluso algo que quería, a pesar de que me estaba rompiendo el corazón», escribió en My Life so Far (2005).


Imagen de Jane Fonda con Roger Vadim

Tom Hayden

Con su segundo marido, una estrella de la nueva izquierda americana, Jane Fonda cambio el glamour de la Costa Azul por el activismo. La guerra de Vietnam sacudió su vida. «Me pregunté cómo había llegado a los 32 años siendo tan ignorante. Tenía que convertirme en activista».

No hubo causa en la que no se comprometiera. Un día metía a los panteras negras en su casa (su padre la amenazó con denunciarla si se enteraba de que era comunista) y otro se iba a convencer a los soldados de que no acudieran a la guerra. Todo eso sin apenas comer por su anorexia y puesta de speed. «Iba a todas partes acelerada y muerta de hambre«. En el documental aparece una grabación de Nixon en la que dice: «No sé qué le pasa a Jane Fonda, pobre Henry…».

Un momento clave de esta etapa fue su viaje a Vietnam del norte. La actriz pudo ver cómo los aviones americanos bombardeaban a la población civil. Pretendían derribar una presa, que hubiera podido acabar con la vida de un millón de personas. Todo ello, mientras Nixon decía que estaban preparándose para la paz. Jane llegó a sentarse en una batería antiaérea de los vietnamitas mientras reía y la imagen dio la vuelta al mundo. La apodaron como Hanoi Jane y quisieron procesarla por traición y sedición. «Me iré a la tumba arrepintiéndome de ello».

Con Hayden, Fonda tuvo a su segundo hijo: Troy Garity. El relato de éste en el documental es bastante chanante. «No éramos una familia normal. Íbamos de vacaciones a zonas de conflicto. Aprendí a usar el retrete en Vietnam«. El matrimonio llevaba una vida hippie y comprometida. Si las personas pobres no se podían permitir una piscina, ellos tampoco tendrían ese lujo. Compartían casa con otra familia y, según Troy, un día entró en casa y vio a un homeless probándose la ropa de sus padres.

Para ayudar a sus causas, Fonda comercializó sus vídeos de aeróbic. Vendió 17 millones de copias en VHS, una locura. Además, utilizó su poder en la industria para hacer filmes comprometidos. En El síndrome de China alertó del Holocausto nuclear y en Cómo eliminar a su jefe denunció, junto a Dolly Parton y su íntima Lily Tomlin, la brecha salarial entre hombres y mujeres y el acoso sexual. Todo este éxito hizo tambalear su matrimonio. Tom Hayden era un intelectual que escribía brillantes ensayos y ella lograba convertirse en una best seller escribiendo sobre su ejercicio físico. Él acabó engañándola con otra.

Imagen de Jane Fonda y Tom Hayden

Ted Turner

Contra todo pronóstico, una activista de izquierdas acabó enamorada de un millonario conservador en su segunda cita. Al magnate le llama su «ex marido favorito». En el documental enternece ver su reencuentro en un rancho de Montana. Él ya es anciano, con la barba blanca y ella, que sigue anclada en el tiempo, le acaricia como si fuera un niño. Y es que, pese a sus millones, la actriz ve así a su ex. «Era muy dependiente«. Después, pasan al jardín y ella señala un árbol. «Está precioso. ¿Te sientas ahí con tus novias?». «No, ése es tu árbol«. El amor debe ser algo muy parecido a lo que aún tienen. Pero Jane Fonda necesitaba volar y ahí comienza el último acto de su vida…

Imagen de la actriz con Ted Turner

Los maridos se van, ella permanece

Ha sido un largo camino de aprendizaje y autoconocimiento, pero al final de “Jane Fonda in Five Acts” la actriz declara«No necesito un hombre que me haga sentir bien». Después de haberse retirado del cine para acompañar a Ted Turner, regresó en 2005 a la gran pantalla con La madre del novio”, una comedia para el lucimiento de Jennifer López en la que le robó todas las escenas.

Desde entonces, se siente feliz con su trabajo en el showbusinness. Junto a Lily Tomlin protagoniza la serie “Grace y Frankie”, que le permite hablar de temas que realmente le importan como la homosexualidad, la política o la vida sexual de las mujeres maduras. Además, ha vuelto a rodar con Robert Redford, su partenaire favorito desde la encantadora “Descalzos por el parque” y ha colaborado con nuevos directores de culto como Paolo Sorrentino.

Pero su mundo no termina en el cine. Continúa apoyando tantas causas humanitarias como puede. Un día desfila contra Trump y otro intenta salvar el medioambiente. «La edad es sólo una cosa mental. Yo era más vieja con 20 años», cuenta sobre su vitalidad.

Sigue siendo imagen de L’Oreal, aunque con sorna cuenta que ya tiene edad para anunciar «aceites para embalsamar«. Admite que se ha hecho la cirugía estética y, de alguna forma, se arrepiente de ello. «Me encantan las caras viejas. Con historia. Por ejemplo, admiro la de Vanessa Redgrave. Ojalá yo fuera más valiente«. Su primera hija se llama Vanessa, precisamente por su coprotagonista en Julia. A ella, en cierta manera, está dedicada la última parte de este filme. Igual que Fonda necesitó reconciliarse con su madre, espera el perdón de su primera hija, a la que no dio el mismo calor que a Troy. Su separación de Roger Vadim hizo que se alejase de ella. Son heridas que han tardado en cicatrizarse, pero la actriz parece haber encontrado la paz. Tal y como declara, «no quiero llegar al final de mi vida mintiéndome«.

Dice que ahora ya no recibe proposiciones románticas, pero no teme la soledad. “Nunca me he aburrido ni he estado sola en toda mi vida”Su plan, los sábados por la noche, es “leer”. “Y entre que estoy sola y el coronavirus, he descubierto bastantes cosas en la tele.