Felipe VI, diez años de reinado marcados por la inestabilidad política, el ‘proces’ y la pandemia.
El papel y apoyo de la reina y la preparación de Leonor, claves para la imagen de estabilidad y renovación que el rey se ha esforzado en cultivar.
LMN
En su proclamación como rey ante las Cortes, el nuevo monarca dejó claro que sería un rey de su tiempo, el nuevo jefe del Estado de una democracia consolidada que quería renovar la Corona manteniendo su esencia de garante de la unidad y la convivencia en España. Como él mismo dijo también en aquel acto solemne, el 19 de junio de 2014 comenzaba «una monarquía renovada para un tiempo nuevo».
La creciente inestabilidad política, con un Parlamento cada vez más fragmentado, el desafío soberanista en Cataluña o la pandemia de coronavirus, han marcado su primera década al frente de la Corona.
La ejemplaridad y la transparencia fueron sus obsesiones desde el primer momento y así lo expresó en las Cortes durante su proclamación: «Deseamos una España en la que los ciudadanos recuperen y mantengan la confianza en sus instituciones y una sociedad basada en el civismo y en la tolerancia, en la honestidad y en el rigor».
Desde el primer momento tomó decisiones sin precedentes a las que en los años siguientes el rey fue incorporando otras tan trascendentales como la publicación de su patrimonio -2,57 millones de euros-, la elaboración de una reforma por la cual el Tribunal de Cuentas fiscalizará los ingresos y gastos de la Casa Real, tal y como consta en el decreto que aprobó el Consejo de Ministros, y la creación de un inventario de todos los regalos que reciba la institución.
Al margen del habitual discurso de Navidad, Felipe VI ha sumado dos ocasiones más a raíz de las dos grandes crisis que ha vivido España en los últimos ocho años: el desafío independentista catalán y la pandemia de la Covid-19. Dos discursos pronunciados en dos momentos muy críticos, pero extremadamente distintos entre sí.
En esta década, en la que el rey también se ha implicado en multitud de causas sociales y se ha destacado como esforzado embajador de España en los numerosos viajes internacionales que realiza para apoyar el talento español fuera de nuestras fronteras, atraer inversiones y promocionar la imagen del país, el jefe del Estado ha contado con el permanente apoyo de la reina Letizia, quien con el paso del tiempo ha dejado de estar sometida a un escrutinio constante para ser reconocida de forma prácticamente unánime como uno de los principales activos de la monarquía.
Y en los últimos años de esta primera década de reinado, los reyes han dado un nuevo impulso a esa monarquía renovada con la preparación de su hija Leonor como heredera y futura reina de España. En 2014, la princesa tenía solo 8 años y aún quedaba mucho para que asumiera las funciones propias de su condición. Ahora, ya con 18, ha jurado la Constitución ante las Cortes y está formándose en las academias militares como futura jefa suprema de las Fuerzas Armadas. Su preparación para el papel que está llamada a desempeñar en el futuro marcará los próximos años de reinado de Felipe VI.
Con la reina y la princesa celebrará el rey el próximo miércoles sus diez años en la Jefatura del Estado en distintos actos que tendrán lugar en el Palacio Real, entre ellos la entrega de una condecoración a 19 ciudadanos anónimos de toda España considerados ejemplos para la sociedad, un almuerzo con los poderes del Estado y un concierto ante la plaza de Oriente de Madrid.