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Cary Grant, el gentleman de Hollywood que muchos quisieron ser

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Cary Grant fue uno de los grandes galanes de la historia del cine, el guapo cómico por antonomasia. Para muchos cinéfilos, también fue el mejor actor de la historia del cine.
BettyGS

Fallecido un 29 de noviembre de 1986, tiene una de las mejores filmografías jamás vistas. ‘La fiera de mi niña’, ‘Historias de Filadelfia’, ‘Encadenados’, ‘Con la muerte en los talones’ o ‘Charada’, son algunas de las mejores películas de la historia y pocos de los grandes directores de Hollywood se le resistieron.

 En cuanto a su vida personal, las historias sobre él siguen despertando el interés de la prensa y el público. Se ha hablado de su supuesto affair gay con Randolph Scott, de sus cinco mujeres, de su afición por el LSD o de las penurias económicas que sufrió en su infancia y que lo convirtieron en un hombre tacaño.

Se cuenta que incluso cobraba unos pocos centavos por firmar autógrafos al público. Varias biografías también han relatado sus sufrimientos durante años pensando al dar a su madre desaparecida por muerta. Uno de los episodios felices de la vida de Cary Grant tuvo que ver precisamente con España, país al que llegó para rodar la mastodóntica ‘Orgullo y pasión’ a mediados de los 50.

Su paso por España

Dos años antes, la protagonista femenina, una voluptuosa Sophia Loren, se había enamorado de Carlo Ponti. El productor echó un cable a la actriz para que formase parte del reparto, pero casi se arrepiente unos meses después. Ponti no contaba con que Cary Grant coquetease con la mujer con la que soñaba.

Él quiso proponerle matrimonio a la Loren y cuentan las malas lenguas que incluso llegó a ridiculizar a Ponti. Ella no solo rechazó las insinuaciones del galán, sino que defendió a su amado con la furia que la caracterizaba en aquellos años. Hubo, por supuesto, otras versiones. Algún miembro del rodaje dijo que, entre paseo y paseo, los dos actores vivieron un apasionado idilio. Pero la primera versión es la que ha prevalecido con el paso de los años.

El resto del anecdotario del galán mientras estaba en un país que durante la posguerra confundía su nombre (muchos lo llamaban Gary en lugar de Cary) es igualmente memorable.

Se alojaba en el Hotel Palace y encargaba sus camisas a la Camisería Burgos, cuyos empleados siempre elogiaron la humildad con la que comentaba cualquier anécdota con ellos.

Vuelta a Hollywood

Tras el rodaje en España, a Cary Grant lo siguieron llamando de las productoras, lo cual tenía mucho mérito en un sistema de Estudios que vivía sus últimos días de gloria. Ya alcanzada la madurez y mientras otros de sus coetáneos caían en el olvido, él protagonizaba películas inmortales como ‘Tú y yo’ (1957), ‘Con la muerte en los talones’ (1959) o ‘Charada’ (1963). 

A mediados de los 50, Grant estaba casado con Betsy Drake y aún acumularía dos mujeres más, Dyan Cannon y Barbara Harris, con la que estuvo casado los últimos cinco años de su vida.

Su pelo blanco y una imagen más avejentada no disimulaban que, durante unos años, había llegado a estar tan obsesionado con su físico que se sometió a varias operaciones de estética.

Su acérrima defensa de la experimentación con el LSD, cuando aún se desconocían los efectos nocivos de la droga, también acabó haciendo mella en su cuidada imagen, aunque nunca perdió la elegancia ni el porte de su más de 1’80 de altura.

Su retiro a mediados de los 60 solo provocó un aumento de su leyenda. El Oscar honorífico que le concedieron en 1970 por toda su carrera, durante la que le habían considerado un mero ‘enterteiner’, parecía una justa compensación por no tomárselo nunca en serio.

El 29 de noviembre de 1981, cuando preparaba una de sus charlas en el Teatro Adler de Davenport, sufrió un derrame cerebral. Pocas horas después, fallecía en un remoto hospital de Iowa. Reconocido en vida, Cary Grant pudo comprobar que no solo él quería ser Cary Grant. Todos, o casi todos, han querido serlo en algún momento de sus vidas.