ActualidadDeporte y vida sana

¿Caminar o correr? 

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Ambas son prácticas habituales en los tiempos que vivimos, entre otras razones porque no hay que seguir un horario establecido para realizarlas, no hay límite de edad para hacerlo y, además, es relativamente barato, eso sí, teniendo en cuenta que hay que invertir en un buen calzado para evitar lesiones. 
Doctora Blanca Rodríguez Ayala

Aunque correr es un excelente método de mantener en forma tanto el cuerpo como la mente (quema calorías, moviliza grasas, evade el pensamiento…), no todo el mundo está capacitado para llevarlo a cabo pues se trata de un deporte de gran impacto que puede hacer que sufran algunas articulaciones. 

La buena noticia es que caminar, aunque no es tan activo como el Running, es considerado por los expertos como uno de los mejores ejercicios para la salud. 

Cierto es que ir a paso ligero no es lo mismo que correr, pero los beneficios que aporta son muy interesantes: regula las cifras de presión arterial, los niveles de glucosa, y los de colesterol, ayudando a prevenir problemas cardiovasculares, además de tonificar la musculatura, luchar contra la retención de líquidos, y conseguir un peso óptimo. 

Dedicar 45-60 minutos a caminar diariamente, es la mejor forma de contribuir a mejorar nuestra calidad de vida sin realizar esfuerzos mayores que sí precisan otras prácticas deportivas. Sin embargo, hay quien no puede mantener un ritmo rápido todo el tiempo, por lo que se aconseja realizar cambios del mismo para que el organismo se active y trabaje como queremos, siendo lo ideal alternar la carrera con la caminata (ej. Andar rápido 10 minutos, correr 1 minuto, andar deprisa 1 minuto… y así alternar sucesivamente el tiempo que queramos, para finalizar bajando el ritmo hasta pasear y parar). 

Cuanto mayor sea la intensidad del ejercicio, el consumo energético será mayor y, por lo tanto, el gasto calórico también, lo que contribuye a mantener un peso ideal. Sin embargo, se ha demostrado que correr ayuda a perder kilos más rápido que caminar. No obstante, ambas actividades fortalecen nuestras defensas, y nos ayudan a luchar contra el estrés, mejorando el estado de ánimo (correr proporciona mayor sensación de bienestar al sentirnos más “libres”), y disminuyendo el riesgo de sufrir Alzheimer y accidentes cerebrovasculares. 

Correr implica tener que llevar a cabo un mayor esfuerzo pero, aunque parece sencillo, caminar también puede resultar lesivo si la técnica no es la adecuada y no se utilizan unas zapatillas correctas.   

 En definitiva, ambos ejercicios aportan prácticamente los mismos beneficios al organismo, pero corriendo quemamos el doble de calorías que caminando en menos tiempo, por ejemplo, caminar 7 km a paso rápido equivale a correr 5 km (menos esfuerzo en uno, pero resultados más rápidos en otro, que cada uno elija el que le conviene). Eso sí, las personas sedentarias, con sobrepeso o que sufren molestias articulares y que tienen como objetivo correr, es preferible que comiencen caminando para después alternar con algo de carrera y, finalmente, terminar corriendo, pero no hacerlo desde el principio porque podría tener consecuencias negativas sobre su salud. 

Doctora Blanca Rodríguez Ayala. Médico y asesora nutricional
@blanca4615