Opinión

«Arde Madrid”: la dolce vita de Paco León

Compartir
La serie radiografía con bastante acierto aquel Madrid del franquismo a través de la estancia de la gran actriz Ava Gardner en la ciudad.
Por Jose Ignacio Vidal

Ya había debutado en la dirección Paco León antes de traernos este “Arde Madrid”. Concretamente con “Carmina o revienta” y “Carmina y amén”, dos películas menores y de baja altura que La Mirada no recomienda ver en absoluto.

Sí les invita, sin embargo, a disfrutar de esta serie de Movistar +, “Arde Madrid”. Y les vamos a explicar por qué. Paco León radiografía con bastante acierto aquel Madrid del franquismo a través de la estancia de la gran actriz Ava Gardner en la ciudad. Dios del celuloide y los excesos- Lola Flores la llamaba la sinfin, porque la americana se lo quería beber y comer todo, literalmente-. 

Pero no se queda ahí León, porque es a través de las peripecias de los criados de la casa, interpretados notablemente por el propio Paco León y la aquí inmensa Inma Cuesta, que ni con cofia, coja y con gafas logra estar del todo fea. Y aquí es donde radica el acierto del Luisma de “Aida”.

Todos pensábamos que iba a abusar de las peripecias nocturnas de la Gardner, interpretada por Debbi Mazar ¿se acuerdan de la amante drogadicta de Ray Liotta en la maravillosa “Uno de los nuestros”? Pues esa misma, pero no, de hecho, salvo en el arranque, tampoco hay un empacho de sus juergas, y ahí ha acertado de pleno León.

Rodada en blanco y negro

Rodada en blanco y negro, con capítulos que no llegan a los 50 minutos de duración, el director logra meternos en la historia más del matrimonio de criados incluso que en la de la propia Ava Gardner, el “animal más bello del mundo”.

De hecho, el motor de la historia es la ya elogiada anteriormente Inma Cuesta, en el papel de Ana Mari, integrante de la Sección Femenina, muy pueblerina, sin sentido del humor y que sufrirá el mayor schock de todos cuando llegue a casa de Ava Gardner, y no solo por la actitud de la actriz.

Tiene que espiarla para Franco, y para tener una tapadera sólida finge estar casada con Manolo (Paco León), un tipo que está siempre buscando chanchullos rápidos con los que ganar algo de dinero. Y será esa proximidad física con su marido postizo la que le valga un shock aún mayor, emocionalmente hablando.

Por eso mencionábamos antes que el centro de la serie no es Ava Gardner, ella es solo un complemento más (importante, pero complemento al fin y al cabo) sobre el que pivota la acción. Son los conflictos que viven Ana Mari y el que tiene la otra criada, Pilar (Anna Castillo) los verdaderos centros de la serie. La supeditación de la mujer a esos roles de esposa servicial y madre amantísima creaba en la mujeres graves inseguridades cuando se topaban con alguien que tenía otras prisiones en Hollywood (la Gardner estaba entonces con Frank Sinatra, un celoso de cuidado), pero que en Madrid quedaban muy atrás.

Ese contraste, paralelo a esa muy tímida apertura del régimen hacia algunas cosas que empezaban a entrar desde el extranjero, es lo que impulsa la serie y la que fomenta gran parte de su humor.

El General Perón y Evita, vecinos de Ava Gardner

Estamos ante una comedia con mucha personalidad, irreverente, con un olfato bastante fino cuando hay que retratar esos conflictos de sus mujeres y que tiene dos armas secretas a la hora de hacer reír y que ya es momento de mencionarlas: el general Perón y su esposa Isabelita, exiliados en España y vecinos de Ava en su residencia de la calle Arce de Madrid y que sufrían el ruido de sus fiestas. El costumbrismo con el que están retratados (ellos y su fabulosa asistenta, Rosario) desmitifica el modo de vida de esa jet set con la que las autoridades hacían la vista gorda en sus noches de juerga. Esa desmitificación es otro punto a favor de “Arde Madrid”.

Serie muy bien documentada

Se nota desde el principio que Paco León ha cuidado mucho los detalles para ser fiel a la época -año 1961-. De hecho, él y Anna Costa, co directora, no han creado esta serie de un momento para otro, no. Han sido cinco años de investigación y de creación para que el armazón fuera lo bastante sólido.

Hay varios aspectos que aparecen al principio y que son toda una declaración de intenciones. Como por ejemplo que los personajes van a ser su prioridad, introduciéndonos en su vida íntima, sus vergüenzas. La música será otra protagonista, porque pondrá el tono, el ritmo y acompañará a la historia no verbalizada.

Los personajes: grandes fichajes

Ya habíamos mencionado más arriba que, no solo los personajes, sino la elección de los actores ha resultado todo un acierto. Bueno, si exceptuamos a la criada Pilar, interpretada por Anna Castillo, cuya valoración artística ya ha realizado “La Mirada” en otros artículos. Pero quitando esa pequeña mancha, el peso de la serie lo van a llevar los personajes secundarios, es decir, los que tenían que hacer las camas de las Ava Gardner, Charlton Heston o Carmen Sevilla, sino los encargados de hacer las camas de estos. Esos secundarios con los que siempre fantaseamos que hablaran: el ama de llaves, el chófer o la sirvienta.

Los actores están todos bien en general, también los que aparecen de manera puntual, como Miren Ibarguren (su entrada es al más puro estilo Tarantino), Carmen Machi o Cayetana de Irujo. Pero también queremos destacar al matrimonio Perón, pues tanto el marido como la mujer están muy inspirados.

En conclusión, “La Mirada” recomienda fervientemente que vean y disfruten de esta serie, breve, ya que consta de 8 capítulos, pero muy intensa y sólida. Si Paco León sigue la estela de “Arde Madrid”, quizá estemos ante un buen director, siempre y cuando se aleje de “Carminas”…