“Un pie funcional desarrolla un papel fundamental en el buen funcionamiento del suelo pélvico”
Últimamente se ha puesto mucho énfasis en la importancia de tener un pie funcional, activo y libre para que el resto de nuestro cuerpo tenga unos buenos cimientos sobre los que pueda activarse correctamente y de esta manera prevenir todo tipo de dolores y lesiones.
Los pies son órganos encargados de registrar presiones y mediante ellos regulamos nuestro equilibrio anteroposterior y lateral de manera que la forma en la que apoyemos nuestros pies condicionará nuestra postura y nuestro movimiento.
Por otro lado, la funcionalidad del suelo pélvico también ha cobrado mayor relevancia. Ha dejado de ser “cosa de embrazadas”, y cada vez más pacientes acuden a consulta por patologías relacionadas con la capacidad de sostén que ejerce la musculatura del suelo pélvico sobre las vísceras pélvicas (vejiga, útero y recto), una de las funciones principales del mismo, que puede afectar a mujeres en cualquier etapa, hombres e incluso niños, apareciendo disfunciones como incontinencias urinarias, POP (prolapso de los órganos pélvicos) y dolor debido a alteraciones en el tono muscular.
Entonces, ¿de qué manera puede influir el buen funcionamiento de mis pies en mi suelo pélvico?
Durante la marcha, el suelo pélvico está involucrado en mantener las estabilidad y el equilibrio de la pelvis, de manera que una marcha inadecuada, una mala alineación provocada por una pisada alterada, una zancada excesivamente larga, un aumento del impacto del talón por un reparto no equitativo de las cargas por un calzado inadecuado o una falta de activación muscular tanto del pie como de nuestro tren inferior puede generar tensiones anormales en la musculatura pélvica, lo que está asociado a disfunciones mencionadas anteriormente.
Además varios estudios científicos demuestran que la limitación de la flexión y extensión del tobillo durante la marcha como cuando nos ponemos tacones o calzado con “drop” (diferencia de altura entre el talón y la punta) tendrá un efecto limitante de la capacidad contráctil del suelo pélvico por la alteración de la estática pélvica.
Otros estudios verifican que cuando hay mayor pronación del pie durante la fase de apoyo, lo que convencionalmente conocemos como pie plano, se producen fuerzas y presiones adicionales en el suelo pélvico que contribuyen a disfunciones ya descritas.
En conclusión, entrenar los pies en la biomecánica de la marcha y fortalecer la musculatura estabilizadora de la pelvis, logrando la coordinación y sincronización de los músculos involucrados en el movimiento, nos permite controlar la sensación de presión en las zonas de apoyo plantar, como los dedos (especialmente el primer dedo) y el antepié. Este tipo de entrenamiento postural mejora la distribución de las fuerzas, lo que contribuye a reducir tensiones y cargas excesivas sobre el suelo pélvico, favoreciendo su salud, su capacidad de activación y sostén.
En resumen, un pie sano y funcional es esencial para mantener la estabilidad pélvica, lo que facilita el adecuado funcionamiento de la musculatura del suelo pélvico y le permite desempeñar correctamente sus funciones principales.
Alba Prieto Majolero, fisioterapeuta de Clínica Improve