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“The Crown”, cuarta temporada: ¿Que le ocurrió realmente a Diana de Gales?

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La serie de Netflix sobre la realeza británica se plantea esta cuestión entre otros muchos sucesos contemporáneos en su estupenda y sorprendente cuarta temporada. Es el estreno estrella en estos días de las plataformas, alzándose incluso sobre la esperada y muy decepcionante “Los favoritos de Midas”
Por José Ignacio Vidal
José Ignacio Vidal

Me lo advirtieron. Mira que mis inefables y únicos miembros de mi grupo de wasap, los “Singer Mornings”, me repetían, “por ahí no Pepe, que te estrellas”. Pues nada, no les hice ni caso y me empeñé en visionar primero “Los favoritos de Midas”, serie española también de Netflix. Y caí por el precipicio, igual que se cae la serie de Mateo Gil a partir del quinto episodio. Chasco monumental de uno de los estrenos más esperados de la temporada, así como más decepcionantes.

Todo lo contrario que “The Crown” en su cuarta temporada, donde introduce la figura de Diana de Gales, ya controvertida de por sí, y más cuando se introduce en su muerte “por accidente” de coche. ¿Qué ocurrió realmente? Es posible que nunca lo sepamos, pero “The Crown” bucea a fondo en ello. 

Y es que podemos afirmar que Netflix nos ha querido dejar claro que esta nueva temporada tendría dos ejes principales: el gobierno de Margaret Thatcher y el matrimonio de Lady Di y el príncipe de Gales. El drama de época abandona los años 70 y nos adentra en los tumultuosos 80. Empieza lo bueno. 

Y es que, en la serie creada por Peter Morgan, ya en el primer capítulo de su nueva temporada, Isabel II (Olivia Colman) ordena a Margaret Thatcher (Gillian Anderson) crear en su nombre un gobierno para Gran Bretaña; a kilómetros de ahí, se producirá un encuentro fortuito entre Carlos (Josh O’Connor) y Diana (Emma Corrin). Dos grandes eventos que supondrán un antes y un después para el país. Citando al marido de la dama de hierro, “dos mujeres menopausicas, un camino de rosas”, deja claro el porvenir de la relación entre política y monarca.

Dos personas con las cosas tan claras como opuestas en torno al Gobierno de Reino Unido y que tendrán sus rencillas sobre todo en un momento de crisis, paro, conflictos sociales e inflación que será agravada. Sus intercambios y desentendidos, sobre todo los producidos en palacio, están llenos de perlas y luchas dialécticas. E incluso el director decide explorar cómo una y otra se relacionan con sus hijos. Ya en la temporada anterior habíamos tenido un gran análisis de la relación entre Isabel y Carlos y, temáticamente, sigue y se expande. 

La formación de una familia por parte de Carlos y Diana es la manifestación física del propio entendimiento del concepto. La maternidad de Diana, de Margaret y de una Isabel mucho más interesante. 

Si uno de los ejes principales de la serie es siempre esa liga superior en la que se mueve la casa real británica por encima de la plebe, aquí se hace todavía más patente en la “prueba de Balmoral”. Thatcher y Diana se enfrentan a la verdadera élite, a gente que ama lo tradicional y tienen la caza, la pesca, la equitación y otros hobbys como parte intrínseca de su vida. Es, desde luego, muy poco sutil en su comparación. En el golpe de bruces que se dan, tarde o temprano, al entrar en las dinámicas, protocolos, y demás circunstancias de los Palacios de Windsor, Buckingham, Balmoral, o el que corresponda a la estancia estival de turno. 

Más allá de sus saltos temporales habituales -alrededor de episodio por año- esta cuarta temporada es más reflexiva e íntima si cabe que las anteriores. Se nota que la reina y el resto de personajes principales tienen ya una edad, llevan ya cuatro décadas en el trono y no son pocas las ocasiones en que la familia real se pone ante el espejo para verse los pecados. Secretos familiares -como el del séptimo episodio- muestran cierta falta de humanidad según el rango de aristocracia es mayor. 

Este tono reflexivo, e incluso oscuro, empapa la producción. Las grandes pompas habituales son más melancólicas que festivas, lo que no quiere decir que no tengamos ese humor, esa ironía y esos toques de genialidad habituales ya en el guion de Peter Morgan. “The Crown” ha afinado tan bien su toma del drama de época/histórico palaciego que es difícil ponerle pegas. Quizás “cante” un poco su obsesión por los montajes en paralelo, que resultan algo excesivos, pero esto no menoscaba en ninguna forma su calidad. 

Lo que se puede afirmar sin lugar a dudas es que “The Crown” sigue siendo esa mezcla entre folletín social, narración histórica y recuerdo político que año tras año nos embelesa ante la pantalla. Y, como no podía ser de otra manera, en cuanto Lady Di ha entrado en escena, se han producido las primeras controversias. De hecho, el príncipe Guillermo ya ha protestado por cómo se “retrata” a su madre. Tampoco ha quedado muy contento el príncipe de Gales de la manera en la que se le describe… sucesos que hacen la serie aún más interesante. No se la pierdan. No retrasen su visionado como hice yo…