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Scorsese: 60 años de cine con Marty

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Por José Ignacio Vidal
Los filmes de Scorsese presentan técnicas cinematográficas identificables en sus producciones, temáticas recurrentes, actores (durante mucho tiempo fue Robert de Niro su actor fetiche, y desde un tiempo a esta parte ese lugar lo ha ocupado Leonardo di Caprio), guionistas y técnicos que se repiten a lo largo de su carrera.

“¿Me lo dices a mi”?; “¿Hablas conmigo? Tienes que estar hablando conmigo porque aquí no hay nadie más”. Reconocen el diálogo, ¿verdad? Sí, efectivamente es Travis Binckle, el taxista de “Taxi Driver” (1976). Es lo que tiene llevar 60 años dirigiendo películas, que muchos de los diálogos (más tarde haremos una selección de los mejores) de tus films pasan al imaginario popular de varias generaciones, igual que por ejemplo las bandas sonoras de John Williams – Tiburón, Star Wars, Indiana Jones…- incluso hasta se hacen en estos tiempos gifs. No solo los diálogos, claro, las películas en sí también. Un reciente libro, “Maestro Scorsese”, hace un recorrido por su carrera. En él, se analizan su estilo y su filmografía a través de la opinión de directores como Rodrigo Cortés, Cesc Gay, Gracia Querejeta o Rodrigo Sorogoyen entre otros.
Porque Martin Scorsese (Nueva York, 1942) se ha convertido en uno más de nosotros, al margen de ser uno de los cineastas más importantes de todos los tiempos.
Aquel chico enclenque de Little Italy, cuyo propósito era conseguir hacerse con la gloria que ni su padre ni su abuelo lograron conquistar, y que, según ha contado en varias entrevistas, presenció más de un asesinato cuando iba a la escuela y que se escondía de los matones del barrio metiéndose en los cines, ha retratado muchos aspectos vividos en la sociedad americana a través de su cine. Desde los bajos fondos -que él conoció muy bien en su juventud (Malas Calles, 1973), a la soledad de un ser casi marginal que asciende a héroe (la mencionada antes “Taxi Driver, 1976) pasando por el ascenso y caída de uno de los boxeadores más controvertidos de todos los tiempos, Jake LaMotta (Toro Salvaje, 1980), siguiendo por la mafia italoamericana (Uno de los nuestros, 1990), basada en hechos reales y que hace un recorrido a un ritmo trepidante de 30 años de historia de la mafia neoyorkina, la industria del juego y sus consecuencias en Casino (1996) o el intrincado mundo de los infiltrados en la delincuencia (Infiltrados, 2006), para terminar en el “mar de tiburones” que es Wall Street, espléndidamente reflejado en “El lobo de Walll Street” y basado en hechos reales a través de la estafa montada por Jordan Belfort. Son algunos de los ejemplos de las películas del genial director, pero hay muchas más a destacar, claro está, y muchos más temas y épocas distintas.

Comentábamos antes que Scorsese se sumergió en la magia del cine cuando se ocultaba de los matones del barrio en las salas de proyección y aprendió mucho del cine francés así como también del cine negro americano. Coetáneo de Coppola y George Lucas, junto con ellos hizo surgir lo que se llamó Nuevo Hollywood, entre mediados de los años 60 y principios de los 80.
Los filmes de Scorsese presentan técnicas cinematográficas identificables en sus producciones, temáticas recurrentes, actores (durante mucho tiempo fue Robert de Niro su actor fetiche, y desde un tiempo a esta parte ese lugar lo ha ocupado Leonardo di Caprio), guionistas y técnicos que se repiten a lo largo de su carrera.
El director neoyorkino siempre ha corrido riesgos a la hora de rodar y ha sido un pionero, utilizando ciertas técnicas que a la postre le han dado grandes resultados. El uso de la voz en off o la cámara lenta, como hizo en “Taxi Driver” o “Toro Salvaje”, con la intención, como él mismo afirmó, de “extender el momento”, meterse dentro de la cabeza del protagonista y acentuar el aspecto y actuación de, en esos casos, Robert de Niro. Es también conocido por usar el recurso de la congelación fotogramas, como se puede ver en “Uno de los Nuestros”, en este caso y según el propio realizador, no solo para captar la atención del espectador sino también para destacar el punto que había alcanzado la vida del protagonista. Frecuentes son también los planos secuencia y los travellings. A recordar la escena de tres minutos cuando Ray Liotta y Lorraine Bracco entran en el restaurante por la parte de atrás, atravesando toda la cocina (el que suscribe se la repite siempre que ve la película). Las nombradas técnicas anteriores las usa Scorsese igualmente en “Casino”, o “El Irlandés”.
Tras serle esquivo hasta en 8 ocasiones, por fin consiguió el Oscar al mejor director en 2007, por Infiltrados. Es el realizador vivo con más nominaciones a la estatuilla, y el segundo en total tras William Wyller, que ostenta 12.

Joe Pesci se lo contó a Scorsese

Una de las escenas más famosas de las películas de Scorsese es la que tiene lugar en un restaurante en “Uno de los nuestros”. En ella, Tommy (Joe Pesci)n cuenta una anécdota y Henry (Ray Lioitta) le dice que es muy gracioso, a lo que aquel le contesta en un tono que cada vez parece más enfadado si le toma por un payaso de circo, que qué le ve de gracioso. La tensión va subiendo hasta que Henry cae en que todo es una broma y le dice a Tommy que no juegue con él.
Pues bien, cuenta la leyenda que fue Joe Pesci quien le sugiró ese diálogo a Scorsese a partir de una anécdota  que le contaron. Y es que corría el rumor de que Pesci tenía verdaderas relaciones con la Mafia. Cierto o no, la verdad es que la escena constituye uno de los mejores momentos de la película y Pesci, que a la postre se llevaría el Oscar al mejor actor de reparto en 1991, lo borda.