Cultura y entretenimiento

Responsabilidad generacional corporativa, de Fernando Camacho

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En España siempre se ha escrito muy buena poesía. Especialmente en los peores momentos es cuando mejor poesía se ha hecho. Quizá por ello, esta generación de jóvenes desencantados sea ahora la que está ofreciendo poetas con un potencial enorme.
Pedro Robledo

Fernando Camacho -convendrá recordar este nombre- acaba de publicar en Sonámbulo Ediciones su primer poemario titulado: Responsabilidad generacional corporativa. Unas páginas que se esperaban bisoñas y al leerlas se transforman en un grito atronador que resuena una y otra vez en la cabeza del lector: ¡Aquí se erige un poeta!

Responsabilidad generacional corporativa es ética y estética. El mismo título ya es un aviso a navegantes. Encontraremos crítica social y autocrítica: “Apenas / reflexionamos sobre los vecinos / cuya casa pensamos adquirir / a mejor precio cuando les desahucien” o “Prometo, / eso sí / que mi mediocridad está a tus pies. / Ojalá seas como España / y te conformes con poquito”.

Durante todas las hojas del poemario sale a la luz un sevillano joven, pero de biblioteca extensa y con un acentuado compromiso social. Pareciera como si a Camacho no le bastara con escribir hermosos versos, sino que aspirase a algo más. No conformarse con el hecho estético, o precisamente, aprovechar la belleza para recordarnos a todos que lo podemos hacer mejor. Que no nos dejemos engañar por el reclamo del Edén moderno:

“islas desiertas, playas, paraísos / terrenales en donde todo sea / sublime hasta observar que ya no hay nadie / a nuestro alrededor, / que el vino que te sirven no es tan dulce / después del quinto vaso en solitario”.

Y sin embargo, cuando uno va pasando las páginas y el poeta ataca territorios más complejos (por absolutamente manidos), es cuando la poesía de Camacho despliega toda su magia. Es entonces cuando el lector cierra el libro, y vuelve a mirar la portada, por si está en un error, por si ese autor no era en realidad un escritor ya consagrado.

Pero claro, cómo no dudar cuando uno lee:

“Imagínate a un ser / capaz de crear mundos con su sola / voluntad de crear y que imagina / que el mundo puede unirse a través de algo / donde viva a placer la muerte hermosa; / algo que contamine con su olor / todas las pituitarias del planeta / y les haga sentir su pequeñez / en una silenciosa orilla blanca / y su grandeza cuando no se vea / nada / salvo un inmenso todo / No te saldría el mar ni aunque quisieras.”

O por ejemplo la segunda estrofa del maravilloso poema “Pienso en mi muerte a veces”:

“Pienso en mi muerte a veces / como en la burocracia inevitable / para cambiar de vida. / Acudir al registro, firmar unos papeles / y volverte pensando: ¡Vaya asco de mañana!”.

En resumen, Responsabilidad generacional corporativa es breve pero absolutamente contundente, como el comienzo del poema “Ha sido escasa”, dedicado a Emily Dickinson:

“La muerte ha sido escasa sobre mí, /pero, eso sí: / ha sido suficiente.”

Pedro Robledo

Instagram:  @probledo