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Minimalismo: Somos lo que fuimos; Fuimos lo que somos

Resulta asombroso observar como pequeños hitos, aparentemente irrelevantes, marcaron un drástico cambio de rumbo en la historia.
Gustavo Van Dam Lorenzo

Posiblemente hoy Barbara Young sonreiría al recordar el monumental enfado con su marido y entrenador de atletismo Bill, por estropearle la máquina de gofres para sus locuras. El señor Bowerman, estaba obsesionado con aligerar el peso de las rudimentarias zapatillas de cuero de sus atletas y dejar espacios huecos en la fina suela de caucho podría ser la clave.

Esta obsesión por idear zapatillas más ligeras y resistentes, que puso en práctica en 33 atletas olímpicos, fue el origen de una marca que posteriormente fundó y que quizás conozcáis: Nike.

Ha transcurrido medio siglo de aquel diseño y las zapatillas han evolucionado hasta el punto de incorporar placas de carbono junto a espumas reactivas, que no solo absorben el impacto de la zancada, si no que aprovechan la energía para impulsar la siguiente.

Pero el auge extraordinario del atletismo, ha desvirtuado la filosofía y objetivo original. Conviene ahora pararse y reflexionar sobre el rumbo del mercado y si somos víctimas del interés de los fabricantes por llevarnos en una determinada dirección.

Es incuestionable que la incorporación de amortiguaciones y correcciones cada vez más pronunciadas, han hecho posible que un corredor popular, sin trabajar específicamente la técnica, pueda calzarse unas zapatillas y correr largas distancias. ¿Pero ha contribuido a reducir las lesiones? Los estudios publicados no parecen apuntar en esa dirección.

La paulatina incorporación de mayor amortiguación y drop (Diferencia de altura entre el talón y zona delantera), ha propiciado que modifiquemos la forma natural de correr. De confiar en nuestra biomecánica perfeccionada tras miles de años de evolución, donde la clave está en las cadencias altas y caer con el medio pie para absorber el impacto, a alargar la zancada y caer sobre los talones, confiando en que serán nuestras zapatillas las que absorberán el continuo y potente impacto de nuestras pisadas, siendo rodillas y espalda las que ahora soportan el peso.

Si añadimos la horma antinatural de las zapatillas actuales que aprisiona nuestros dedos y sumamos las protecciones añadidas, nuestro calzado se convierte en una suerte de pesada prótesis que atrofia y sobreprotege nuestros pies, debilitando tendones, ligamentos y huesos implicados en la carrera.

En este contexto surge la corriente minimalista, que promueve el trabajo de una técnica de carrera más natural, para aliviar el impacto sobre rodilla y espalda, permitiendo de esta manera el uso de zapatillas más ligeras, con espacio para los dedos y prescindiendo parcial o totalmente de amortiguación y drop, siendo su máxima expresión el barefoot running (correr descalzo).

Esto que podría parecer una locura y genera mucho escepticismo, cobra sentido realizando sencillo ejercicio: Parado y descalzo, da una zancada cayendo sobre el talón y repite la acción cayendo sobre el medio pie o metatarso. No volverás a entender la carrera como antes.

Tras un periodo de adaptación progresiva y estrictamente necesaria, aparece la curiosa sensación de estar corriendo por primera vez y de hacerlo correctamente. El disfrute de la carrera pasa a un nivel completamente diferente, con un grado de percepción del ejercicio mucho mayor, capacidad de recuperación inverosímil, pies fortalecidos y sin las cadenas de verte obligado a usar un calzado específico, caro, tosco y pesado.

Moda, o vuelta a lo que fuimos y somos. Tú decides.

Gustavo López Van Dam Lorenzo es deportista extremo