Las innumerables facetas de doña Emilia Pardo Bazán
Este año en el bicentenario de su muerte 1951-1921, la vamos descubriendo; ¡loado sea el recuerdo!
María Pérez Herrero
Se ha puesto de moda doña Emilia Pardo Bazán y de pronto aparece nuestra, a menudo olvidada condesa con su pazo y sus anécdotas, que muchas son, pues es sabido su lengua afilada, su hábil retórica y su gracia.
Como si fuera una continuación de su propia vida, tan en boca de todos, entra y sale intermitentemente de los periódicos; hace apenas unos años en 2016 porque se cumplían los 100 años de ser la primera mujer catedrática de Lenguas Neolatinas de la universidad Central por decreto del 12 mayo 1916, y ahora… ¡ay!, sobresale además por el cambio de titularidad de su Pazo de Meirás que de manos privadas heredadas por mantenimiento político franquista ha pasado a la ciudadanía gallega. En medio de todo, la realidad: “entra en el temario pero no la leemos…” dice un profesor de instituto con tristeza. Pero esta mujer de “desatadas pasiones” como ella misma se describe en sus propias cartas, reclamaría mucho más…
Mucho más que un pazo… pues vivió de su trabajo, publicó novelas magistrales, centenares de cuentos, artículos como periodista, como traductora, editora y realizó ensayos de calado internacional alabados por las letras francesas. Mientras, aquí se le negaba la entrada en la Real Academia porque no había sillones para señoras… o porque “Por poco de abriésemos la mano, la Academia se convertiría en aquelarre…” [1] . Sin embargo, su aportación a la literatura está sobradamente reconocida internacionalmente.
La primera mujer presidenta de la Sección de Literatura del Ateneo con lleno total en sus conferencias para envidia de sus compañeros varones y la primera mujer catedrática a la que boicotearon tanto por ser mujer que terminó renunciando.
Era hábil oradora, polemista, incansable trabajadora, curiosa, de pluma y de respuesta afilada, le gustaba la cocina demostrándolo en sus estupendos libros de recetas y, siempre femenina, le encantaban los abanicos… Ella misma así se retrataba: “Yo valgo muy poco estéticamente considerada, pero he mareado siempre a los que se me acercaron”.
Tiene el sello de ser una de las primeras mujeres feministas españolas: “El feminismo no puede negarse, responde a una verdadera necesidad social” dijo bien alto en La Sorbona en 1899. Plasmó en sus novelas la capacidad y la necesidad de acceso de la mujer al trabajo (Memorias de un solterón), en sus conferencias defendió sus derechos (“La deficiente educación de la mujer está abocada a la infelicidad, a la oscuridad y a depender siempre del varón”) y criticó la triste situación de la mujer constreñida por las rígidas y alienantes estructuras patriarcales del momento: “El decoro: Ah, ¡el decoro! Grillo a los pies y esposa a las manos. Soga que se lleva al cuello, sin acertar a desatarla. –una señorita no puede ponerse a hacer esto o lo otro porque el decoro lo impide”. [2]
Fueron acerados sus escritos contra la violencia hacia la mujer (Las medias rojas, Delincuente honrado.) o su artículo de 1901, que todavía mantiene toda la actualidad, donde escribió: “Siguen a la orden del día los asesinatos de mujeres. Han aprendido los criminales que eso de “la pasión” es una gran defensa prevenida, y que por “la pasión” se sale a la calle libre y en paz de dios, y no se descuidan en revestir de colores pasionales sus desahogos mujericidas”.
Mucho más que un pazo … una mujer enamorada fuera de su matrimonio: “triste, muy triste… me quedé al separarme de ti, amado compañero, dulce vidiña…” y apasionada: “Yo haría por ti no sé qué barbaridad…”, “me gustas más que ningún libro” escribía con sensualidad para deleite de su íntimo lector. Hizo con su pluma un canto a la libertad, hacia ella misma con su discreta pero firme separación de su marido y hacia esa sociedad que la criticó por ser así.
Su novela Insolación reflejando ese Madrid castizo, de «guindillas» y fiestas de la pradera de San Isidro tiene regustos reales de estas decisiones que en su momento fueron tan atrevidas. Se atreve a poner en boca de mujeres sus deseos más íntimos, la mujer que romperá las reglas establecidas… Atrevida para la época y divertida reflejando ese Madrid castizo, de «guindillas» y fiestas Doña Emilia revierte esas protagonistas trágicas con sentido de culpabilidad que se suicidan en las vías de un tren y por el contrario convierte a su Marquesa, viuda joven, en pizpireta amante de la vida y los placeres. De lo más moderno. Hay que leerla.
Dª Emilia Pardo Bazán murió el 12 de mayo de 1921 a los 70 años de edad. No se respetó su deseo de ser enterrada en el Pazo de Meirás y sus restos están en la iglesia de la Concepción de Madrid. Su hija Carmen murió soltera antes de la guerra civil. Su hija Blanca donó a la Real Academia Gallega su casa de la calle Tabernas en La Coruña. Es también su casa museo. Su hijo Jaime y su nieto murieron durante la guerra civil y la viuda vendió al ayuntamiento de la Coruña el Pazo de Meirás por 400.000 pesetas.
Que no sean unas piedras las que rescaten la memoria de Doña Emilia Pardo Bazán…, que sea su obra. Que se lea. Ella que murió católica, monárquica, condesa, feminista, trabajadora de sol a sol, de marido y amante, haría con todo ello una buena novela. ¡Bienvenida Doña Emilia a tu año!
La obra teatral breve: «El Sol, Doña Emilia y la Marquesa», de la autora María Pérez Herrero, afincada en Alcobendas se estrenará en el Teatro Pablo Iglesias de Alcobendas el 30 de mayo a las 12 h. También se estrenará en el Ateneo de Madrid el 19 de junio 2021.
[1] “Doña Emilia Pardo Bazán” Estudios sobre la prosa del XIX, José Vila Selma, pag 434. Tomado del prólogo de Pazos de Ulloa , Cátedra.
[2] El decoro. La mujer española y otros escritos. Pardo Bazán.