Deporte y vida sana

Jon Rahm alcanza el número uno del Golf mundial y sigue la estela de Seve

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El vasco, con apellido danés, se ha convertido en el segundo español en alzarse con el primer puesto del ranking mundial de golf. El primero fue Seve Ballesteros en 1985, con tan solo 28 años de edad.

Jon nación en el pueblo de Barrika (Vizcaya) el 10 de noviembre de 1994. Su viaje al número uno comenzó de casualidad. Ni siquiera hay un campo de golf en su pueblo. Ni había tradición en la familia —un estudio genealógico apunta al carpintero suizo George Rahm, abuelo del tatarabuelo de Jon, como el origen emigrante de la saga en el País Vasco—.

Rahm jugó en golf universitario para Arizona State Sun Devils, donde ganó once torneos universitarios. Ha ganado dos veces el premio Ben Hogan. Además, Rahm fue el golfista número uno en el Ranking Mundial Amateur durante 50 semanas y recibió la medalla Mark H. McCormack en 2015. Fue el ganador individual en 2014 del Trofeo Eisenhower.

En el Abierto de Estados Unidos de 2016, el golfista resultó 23º como mejor amateur. Y consiguió la tarjeta profesional, categría en la que paticipó a partir de entonces y que en cuatro años le ha llevado a la cima.

El diario El Pais ga recogido algunos comentarios de los que estuvieron más cerca de la vida de Jon que, por su primer apellido (el segundo, de su madre, Ángela, es Rodríguez) y su medio acento extranjero adquirido por sus ya bastantes años en EE UU, tal vez le hayan alejado un tanto de los aficionados españoles.

León y muy del Athletic

El abuelo del golfista, Sabin Rahm, fue durante 33 años delegado del Athletic, de modo que el chico soñaba con ser futbolista en el equipo de sus amores. Pero el destino le tenía preparada otra carta.

El padre, Edorta, jugaba al pádel con varios amigos y uno de ellos fue invitado a través de Repsol a la Copa Ryder de Valderrama en 1997, la mágica edición que Seve Ballesteros logró celebrar por primera vez en Europa fuera de las islas. El hombre volvió tan entusiasmado que no paró hasta convencer a sus colegas de que cambiaran la raqueta por el putter.

Así entró el golf en la vida de los Rahm. Primero los niños jugaron en el club deportivo Martiartu, en Erandio, que no era un club de golf. Los dos más cercanos, Neguri y Laukariz, eran demasiado elitistas. Los Rahm se apuntaron al club de golf Larrabea, en Álava, a una hora en coche.

Un universo se abrió ante Jon. “Ya con seis años destacaba”, recuerda Eduardo Aguirre, amigo de la familia y hoy capitán de campo en Larrabea. “Su padre tenía una madera cinco y Jon la cogía aunque le venía grande. En Martiartu había un talud que estaba a 100 metros y él ya llegaba tan lejos. Era espectacular no solo por la potencia, sino por la habilidad y la coordinación. Le ponías bolas delante y no paraba de darle. Le llamábamos la ametralladora”, ríe Aguirre.

El niño que practicaba kung fu, piragüismo y fútbol había descubierto una pasión que no podía dejar de alimentar. “Con el tiempo, sus padres alquilaron una casa dentro del campo para los fines de semana y el verano. Enfrente había un putting green. Jon estaba siempre ahí. Podía estar nevando que estaba pateando. Pasabas a las nueve de la noche y no se había movido. ‘Pero Jon, vete a casa’, le decía. Nada. Prefería jugar a estar en conversaciones de adultos. Yo creo que hoy patea tan bien por eso”, revive Ander Padura, gerente de Larrabea.

“Ni comía ni bebía. Ni se acordaba. Se pasaba las horas dando bolas. En casa estaban poco”, cuenta la madre, Ángela (con una mascarilla que solo acepta quitarse brevemente para la foto), sobre los dos hermanos. Eriz, profesional al sacarse el título de monitor de golf, rememora con cariño esos partidos familiares de los domingos y aquella vez que estuvieron 15 días en un campamento de golf en Mallorca y él cuidaba de Jon. “Aunque se las apañaba bien solo. Siempre portero también. A mí en el golf me empezó a ganar muy rápido, no tardó mucho cuando cogió fuerza”.

Un fuego competitivo crecía imparable. “Te dabas cuenta de que tenía algo distinto, sabía lo que quería. La gente lo llama ser fanfarrón, una bilbainada. Para él era innato. Jon quería ser futbolista y el golf se cruzó en su camino. Fue el destino, el golf le encontró. Surgió de la nada. Es aún más sorprendente que Seve porque en Pedreña había un campo, la familia vivía ahí y su hermano Baldomero y su tío Ramón Sota eran jugadores. Jon no tenía nada, era un náufrago. Ni siquiera sabíamos lo que era el golf. Y en medio de ese vacío, él se creyó mucho antes que sus padres y que todo el mundo que iba a ser profesional. Siempre ha ido por delante de su edad. El mejor palo de Rahm es su cabeza”.

Eduardo Celles, hijo y nieto de profesores de golf, Había abierto una escuela de golf junto a sus hermanos y coincidió con Jon siendo éste un adolescente. “Tendría 13 años. Le hice una prueba de calidad de cómo manejar la bola con el juego corto, diferentes golpes con diferentes vuelos, y lo hizo muy bien. En el juego largo tenía potencia pero su bola iba un poco torcida. Y en el putting green me sorprendió mucho cómo sabía leer las caídas para lo joven que era”.

Comenzaron dos años en los que Jon construyó el swing que hoy mantiene. “Esa subida más corta, el grip más débil… Jon pensaba que yo estaba loco porque en otras escuelas era todo lo contrario. En la Blume luego se lo intentaron cambiar y no se adaptaba, y en Estados Unidos tampoco se lo han tocado. El fundamento de su swing está hecho en esta escuela”, cuenta Celles.

Lo que más le maravilla de Rahm es su memoria golfística, cómo recuerda campos, golpes, hoyos, torneos, jugadores… “Todo. Es increíble lo que sabe. Es capaz de hablarte de memoria de la caída del green del hoyo seis de Portrush en un British Amateur cuando yo ni me acuerdo del hoyo en sí. Radiografía cada hoyo y lo almacena. Creo que va a ganar el Masters de Augusta porque lo tiene en su mente. Es una memoria fuera de lo común. Y de Seve lo sabe todo”.

Trayectoria espectacular

Fue número uno en el World Amateur Golf Ranking durante 60 semanas, poseyendo el récord absoluto como número 1 en dicho ranking. Iniciado como profesional en 2016, año en el que participó en el Abierto de Estados Unidos. En 2017 se proclamó campeón del Abierto de San Diego, el Abierto de Irlanda y el Campeonato Mundial de Dubái.

El 19 de julio de 2020 ganó el Memorial Tournament (Ohio) y alcanzó el puesto de número uno en la clasificación mundial de la PGA de golf desbancamdo a Rory McIlroy. 

Con 25 años, Jon Rahm ha cumplido solo algunos de sus sueños. El número uno del mundo quiere un grande. Y aunque sus retos sean gigantes, su historia sigue unida a Barrika, a la ría, a su familia. A casa regresa en Navidad, y en el municipio ya piensan en un homenaje.

Para la familia, el orgullo es doble. “Siempre le hemos intentado enseñar a saber perder, a que hace falta caerse para levantarse. Para mí es Jon, el hijo, no el deportista”, dice Ángela. “Lo importante era la educación. La apuesta no era ser jugador, sino estudiar y que disfrutara”. “Me enseñaron valores, trabajo y disciplina”, afirmó Jon como número uno mundial.

La celebración más entrañable fue con su mejer, Kelley, nacida en el estado de Oregón y muy deportista, con la que se casó hace seis meses y con la que vive en Arizona.