Deporte y vida sana

Jerry West, leyenda del baloncesto y la silueta del logo de la NBA, fallece a los 86 años

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No solemos acercarnos al baloncesto americano, pero Jerry West se merece un recuerdo ya que es uno de los jugadores más importantes vestido de amarillo y morado, con los Lakers. Los aficionados a este deporte lo agradecerán. 

He seguido la NBA desde hace muchos años, aunque ahora la he abandonado un poco, pero aquella generación de los años 70, 80 y 90 para mi es única, aunque Jerry West empezara su carrera en los 60. Como todo deporte, el baloncesto ha evolucionado, es diferente, se juega de otra manera, pero la magia de aquellos jugadores no se puede explicar, hay que sentirla.

“Jerry West fue un genio del baloncesto y una figura que definió nuestra Liga durante más de 60 años”, señaló Adam Silver, el comisionado de la NBA, que subrayó su papel fuera de las canchas como uno de los “más grandes ejecutivos en la historia del deporte”. 

Su trabajo fue muy importante para construir las bases de lo que hoy son los Lakers, un equipo que construyó una dinastía en los ochenta y después en los 2000.

West fichó para los Lakers a Magic Johnson y James Worthy, como recordó recientemente la serie de televisión ‘Tiempo de ganar’, emitida por HBO Max en 2022. Lo que no contó fue que en los 2000 adquirió a Kobe Bryant, contrató a Shaquille O’Neal, que era agente libre, y para rematar convenció a Phil Jackson de entrenar a ese equipo con un contrato de seis millones de dólares por año. El dominio de ese equipo quedó claro en la 1999-2000, donde ganaron 31 de sus primeros 36 partidos.

Nació en Virginia Occidental en una familia modesta. Su padre fue un electricista que trabajaba en las minas de la región y uno de sus hermanos murió en la guerra de Corea, cuando West tenía 12 años. El joven aprendió a jugar al baloncesto en una canasta colgada en casa de un vecino. La leyenda asegura que practicaba los tiros solo y sin importar el clima.

Practicaba el dominio del balón con la cancha llena de lodo y usaba guantes en invierno para protegerse las manos. Era tal su obsesión por el deporte que no comía. West contó que de niño necesitó que le inyectaran vitaminas por la anemia. Jugó al baloncesto en un equipo por primera vez en el instituto. Años después se convirtió en estrella del baloncesto universitario.

Llegó a la NBA como el número dos del draft de 1960. Fue fichado por los Minneapolis Lakers, que ya preparaban la mudanza a California. El equipo había tenido un récord perdedor en su última temporada en Minnesota, con solo 25 triunfos de 75 partidos. En su primera campaña promedió 17,6 puntos por partido. Junto a Elgin Baylor llevaron al equipo al segundo puesto en la conferencia Oeste. En su segunda temporada, su capacidad ofensiva explotó, con 30,8 puntos y se mantuvo por encima de esta media por cuatro temporadas.

El eterno escolta de Los Angeles Lakers deja una carrera prodigiosa de principio a fin, primero como letal anotador y después como genio de los despachos tras un efímero paso por el banquillo de los californianos. Fue el eje sobre el que se edificó una de las mayores rivalidades de la historia del deporte, la de los Lakers contra los Boston Celtics.

Perdió tantas finales contra los verdes, un total de siete, que acabó siendo su enemigo número uno, un auténtico hooligan, odio visceral hacia todo aquello que llevase un trébol o un duendecillo irlandés.

Pero no hay mayor prueba de su grandeza que el propio logo de la NBA, pues es él la imagen de la mejor liga de baloncesto del mundo. Esa marca, en el que sale la figura blanca de un jugador escuálido botando un balón sobre un fondo azul y rojo, fue creado a partir de una fotografía de West. Nunca se ha reconocido de forma oficial por parte de la NBA y el atleta nunca recibió ni un céntimo por derechos de imagen. Ni falta que hace. Es él. El eterno número 44.