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Elizabeth Taylor, la “vagabunda erótica” según el Vaticano

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El 23 de marzo de 2011, hace 10 años, falleció uno de los mayores monstruos eróticos que ha creado Hollywood. Su primer papel en el cine fue en There’s One Born Every Minute (1942) —para los estudios Universal Pictures—, junto a Hugh Herbert. Sin embargo, su período de mayor popularidad ocurriría a mediados de los años 1940, con largometrajes juveniles como National Velvet, de 1944.

Por BettyGS

Desde la década de 1950, sus roles en cine fueron cada vez más importantes y fue reconocida por sus dotes interpretativas para el drama, consagrándose con películas como Father of the Bride (1950), A Place in the Sun (1951), Giant (1956), Cat on a Hot Tin Roof (1958), Suddenly, Last Summer (1959) y Butterfield 8 (1960), por las cuales recibió una gran cantidad de premios y distinciones.

Fue dirigida por prestigiosos directores como Vincente Minnelli o Richard Brooks, y actuó junto a actores como Spencer Tracy, Montgomery Clift, James Dean, Rock Hudson o Paul Newman. Su papel como Cleopatra en la accidentada y polémica película homónima de 1963 fue muy elogiado, al igual que su colaboración con Mike Nichols en Who’s Afraid of Virginia Woolf? (1966).

Entre sus múltiples premios ganó tres Premios Óscar (uno de ellos honorífico), cinco Globos de Oro, tres premios BAFTA británicos y el David de Donatello. Fue nombrada dama comendadora de la Orden del Imperio Británico, por lo que recibió el título de Dame, equivalente del masculino Sir.

Reconocida por su espectacular y deslumbrante belleza, fue también sumamente popular por su tormentosa vida privada y su pasión por las joyas.

Matrimonios y romances

Taylor se casó ocho veces con siete maridos. Sus esposos en orden cronológico fueron: –Conrad «Nicky» Hilton (6 de mayo de 1950-29 de enero de 1951); Taylor creía que estaba enamorada del joven heredero, pero también quería escapar del control de su madre. Hilton se daba al «juego, la bebida y una conducta abusiva» y ella y sus padres, horrorizados, le provocaron un aborto involuntario, y el matrimonio terminó en divorcio después de nueve meses. –Michael Wilding (21 de febrero de 1952-26 de enero de 1957); actor británico veinte años mayor que ella. –Mike Todd (2 de febrero de 1957-22 de marzo de 1958); productor de cine quien un año después murió en un accidente de aviación. Aunque su relación fue tumultuosa, más tarde Taylor se refirió a él como uno de los tres amores de su vida, junto con Burton y las joyas.

El siguiente fue Eddie Fisher (12 de mayo de 1959-6 de junio de 1964); después de un periodo de tan solo seis meses de viudez conoció, en 1959, al mejor amigo de Mike Todd, el cantante Eddie Fisher, casado por entonces con su mejor amiga Debbie Reynolds. Su relación fue inicialmente amistosa, pero Fisher se prendó de ella y decidió abandonar a su mujer. La nueva pareja contrajo matrimonio en medio de uno de los escándalos más sonados de la época. Para esta boda la actriz se convirtió al judaísmo, la creencia de Fisher.

Liz Taylor fue tachada de roba maridos, si bien ya en su madurez, ella y Debbie Reynolds se reconciliaron. De esta relación hemos hecho un capítulo aparte ya que fue el primero con escándalo. A Richard Burton (15 de marzo de 1964-26 de junio de 1974 / 10 de octubre de 1975 -29 de julio de 1976); lo conoció en 1962, en la filmación de Cleopatra, y fue su gran amor, con quien después se casó y se divorció en dos ocasiones y con el que adoptó a su cuarta hija. Sus constantes discusiones, su carácter borrascoso y sus polémicas declaraciones fueron la causa de grandes escándalos. Ríos de tinta corrieron desde el inicio de la publicitada película, hasta su divorcio en 1974, su reconciliación en 1975 y su nuevo divorcio en 1976. Burton la agasajó con fastuosas joyas, como el diamante amarillo Krupp y la Perla Peregrina, que antaño perteneció a Felipe II y fue reproducida por Velázquez en varios retratos reales. Cuando esta joya salió a la venta y la compró Richard Burton, desde España se intentó entorpecer la operación, afirmando que era falsa. Pero es sin duda más famoso el diamante Taylor-Burton de 69 quilates, comprado en 1969 por 1,2 millones de dólares. Ya en los años 80, Liz lo revendió por el triple y destinó el dinero a fines benéficos en África. En diciembre de 2011, fallecida ya la actriz, sus joyas y valiosos vestidos se subastaron, alcanzando cifras astronómicas.

Respecto a John Warner (4 de diciembre de 1976-7 de noviembre de 1982); con él tuvo un matrimonio infeliz que la llevó al alcoholismo. Elizabeth estuvo a punto de casarse con un abogado mexicano, Víctor Luna, con quien tuvo un accidente automovilístico días antes, lo que interrumpió el matrimonio; después de recuperados ambos decidieron no casarse.

El último matrimonio de la actriz fue con Larry Fortensky (6 de octubre de 1991-31 de octubre de 1996); obrero de la construcción al que había conocido en el Centro Betty Ford durante una cura de desintoxicación. Contrajeron matrimonio en el Rancho Neverland de Michael Jackson en 1991 y terminaron divorciándose en 1996. Antes de casarse con Hilton, estuvo comprometida con Glenn Davis, ganador del Trofeo Heisman.

Una vida agitada

Liz Taylor debió una parte no pequeña de su celebridad a su agitada vida, pero su carrera actoral es de gran valor por sí misma. Recibió dos premios Óscar, por Una mujer marcada (1960) y por ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966), y tres nominaciones más, todas ellas en la categoría de «Mejor actriz principal».

Su primera nominación fue por la película El árbol de la vida en 1957 y estuvo nominada los siguientes tres años, hasta que en 1960 se lo concedieron. Alcanzó el récord de cuatro nominaciones en años consecutivos, solo igualado por Marlon Brando. Ya en su madurez recibió un tercer Óscar, honorífico.

Fue una estrella calificada por los medios anglosajones como «bigger than life»: «una estrella mayor que la vida misma». Es una recordada leyenda femenina del Hollywood clásico, gracias a su belleza muy fotogénica, a una larga lista de películas relevantes con notables actuaciones y a un turbulento historial sentimental.

Supo explotar con maestría su turbador e innegable atractivo sexual y dio que hablar a través de sus romances polémicos. A raíz de su romance con Richard Burton (estando ambos casados con otras parejas) un periódico del Vaticano la acusó de «vagabundeo erótico», frase que inundó los titulares de todo el mundo.

Burton salió en su defensa, afirmando de ella que había tenido solamente cinco parejas, todas conocidas, mientras que otras divas de Hollywood se acostaban con cualquiera en la primera noche (si bien manteniéndolo en secreto).

Otras fuentes allegadas a la actriz coinciden al describirla como bastante convencional en el amor: dicen que, si se casó ocho veces, fue porque no era proclive a aventuras fugaces y quería formalizar cada nueva relación con una boda.

Es, probablemente, la actriz que fue declarada «la más hermosa del mundo» en más ocasiones que ninguna otra, superando incluso al llamado «animal más bello del mundo», Ava Gardner. Su rostro se convirtió en símbolo de perfección durante décadas, desde su adolescencia en los años 40 hasta su madurez bien entrada la década de los 70.

Tan famosa por su carrera cinematográfica como por su vida sentimental, Liz Taylor ha sido objeto de la prensa rosa por sus constantes divorcios y matrimonios y por sus problemas de salud: consumo excesivo de alcohol, obesidad (llegó a pesar casi 90 kilos, a pesar de su corta estatura), una lesión de columna que requirió diversas operaciones y un tumor cerebral. En sus últimos años acudía a actos públicos en silla de ruedas.

Su romance más escandaloso

Si bien hemos hablado de sus múltiples matrimonios y romances, tal vez por encima de sus idas y vueltas con Richard Burton después de Cleopatra, fue su matrimonio con el cantante y actor Eddie Fisher.

Fue uno de los escándalos más sonados del Hollywood del 59 y muy discutido entre los que estaban a favor de la amante esposa del Fisher, Debbie Reynolds, o de la procaz amante, Elizabeth Taylor. Pero ¿cómo empezó aquella historia de cuernos, celos, estrellas y alcohol?

Remontémonos a mediados de los años 50. Debbie Reynolds, la pizpireta protagonista de ‘Cantando bajo la lluvia’, cantaba candorosas canciones como ‘Tammy’ y conquistaba a los adolescentes de media América.

Para culminar su imagen de perfección se había casado con el cantante de moda, Eddie Fisher. Este, a su vez, era muy amigo de Mike Todd, todopoderoso productor (la adaptación más conocida de ‘La vuelta al mundo en 80 días’ se cuenta entre sus grandes hazañas), y de su mujer, la despampanante Elizabeth Taylor.

La amistad era tan estrecha que Eddie y Debbie habían sido los padrinos de la boda entre el productor y la estrella de ‘Gigante’.

Cuentan las malas lenguas que Fisher empezó a sentirse atraído por la Taylor cuando ésta estaba embarazada de su tercer hijo y él mismo tenía otro en camino con Reynolds.

La muerte de Todd en un accidente de aviación en 1958 aceleró el acercamiento entre ambos. Cuando Eddie Fisher tuvo que consolar a la triste viuda en que se había convertido Elizabeth Taylor, la cosa se le acabó yendo de las manos.

Debbie Reynolds no sabía que tenía al enemigo en su propia casa. En tiempos de machismo exacerbado, se podría pensar que ese enemigo era Liz Taylor. Pero no nos equivoquemos: el adversario era su propio marido, Eddie. Fue él el que insistió en invitar a la bella viuda a su casa para que pasase junto a ellos unas vacaciones, para recuperarse del duro golpe.

Cierta noche, tras una fiesta, Eddie Fisher y Elizabeth Taylor, con unas cuantas copas de más y la libido por las nubes, no evitaron acercarse.

Los impulsos hicieron el resto y, desde aquel momento, pasaron a ser amantes. Cuando la prensa descubrió el romance, pocos tuvieron piedad de ambos. Mucho menos la puritana América de la era Eisenhower, en la que las mujeres aparecían con el pavo asado y el delantal colocado en mil y un anuncios de idílica perfección.

Para castigar a Fisher, la NBC llegó a cancelar ‘The Eddie Fisher Show’, construido a mayor gloria del cantante. Tampoco faltaron las tribunas en prensa que colocaban a Debbie Reynolds en el papel de esposa vilipendiada. Una de sus mejores amigas le había birlado el marido y la había dejado compuesta, sin marido y con dos hijos (uno de los dos, la famosa princesa Leia, Carrie Fisher).

«Eddie y Elizabeth fueron vilipendiados. Él fue declarado un fracasado y un perdedor oportunista, y Elizabeth fue etiquetada como una chica mala y una puta destructora de hogares. Debbie, la niña buena, la víctima inocente, desprevenida y madre soltera, fue acogida globalmente con amor y simpatía», escribía en 2018 el hijo de Fisher y Reynolds.

Lo cierto es que en 1959 Fisher se lio la manta a la cabeza y se divorció de Debbie para casarse con Elizabeth Taylor. El karma quiso pagarle con la misma moneda cuando, tres años más tarde, Liz le engañó con Richard Burton en pleno rodaje de ‘Cleopatra’.

Aquel fue otro escándalo más en el rosario de escándalos de la estrella. Ella ya estaba acostumbrada a la mala publicidad, pero no Fisher, que sufrió lo suyo cuando vio que él mismo se convertía en cornudo.

Reynolds también se volvió a casar en 1960, esta vez con el millonario empresario Harry Karl. Pasaron años hasta que ella y Elizabeth, que antaño habían sido compañeras en la Metro-Goldwyn-Mayer, volvieron a encontrarse.

Fue a bordo del crucero Queen Elizabeth, en 1966. Y no, pese a lo que pueda parecer, no se tiraron de los pelos ni intentaron tirar a la oponente por la borda. Reynolds y Taylor hablaron del tema y, para sorpresa de un mundo que adoraba las enemistades entre mujeres de postín, acabaron reconciliándose.

La firma de la paz hizo que la protagonista de ‘Cantando bajo la lluvia’ y su nuevo marido aceptasen cenar con Liz Taylor y Richard Burton en el restaurante de la embarcación.

Al final, fue el pobre Eddie Fisher, con una carrera ahogada por el alcohol y los desmadres de todos los colores, el que salió peor parado.

Fisher falleció un 22 de septiembre de 2010, también hace diez años, seis meses antes que Liz Taylor, tras complicaciones por una cirugía de cadera.

Siempre se quejó de que aquel triángulo amoroso hubiese afeado su carrera musical y le siguiesen preguntando por lo mismo cuando cumplía años. La buena de Debbie murió en diciembre de 2016, un día después de su hija Carrie Fisher. Elizabeth Taylor fue enterrada en una ceremonia judía privada, presidida por el rabino Jerry Cutler, el día después de su muerte, en el Forest Lawn Memorial Park en Glendale, California. Taylor está enterrada en el Gran Mausoleo, donde el acceso público a su tumba está restringido.