EL POETA FRANCISCO BRINES. VALENCIA 13.2.09 FOTO. JESUS CÍSCAR.

Donde muere la muerte, de Francisco Brines

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Siempre me han producido fascinación los poemarios póstumos. La última palabra antes del adiós definitivo. El último servicio a una vida, a la poesía, a los lectores fieles. Nada grave, de Ángel González, es por ejemplo uno de mis poemario favoritos.
Pedro Robledo

Así que este siempre complicado mes de septiembre requería algo especial. Qué mejor opción que recordar a Francisco Brines (1932-2021) y su poemario póstumo Donde Muere la muerte.

Si en el caso de Nada grave, los amigos del poeta hallaron poemas sueltos que pudieron compilar para sacarlos de la oscuridad del cajón, el caso de Donde muere la muerte es muy distinto. 

Francisco Brines estuvo trabajando ex profeso durante los últimos veinticinco años en el poemario. La muerte le llegó a los ochenta y nueve años. El libro estaba pensado como legado. No pudo darle los últimos remates, la última revisión, pero se nota en cada uno de los veinticuatro poemas que conforman el libro un cuidado y una precisión artesanal. De oficio. 

El tono es de despedida, tal vez de lamento. Tiene mucho de recuerdo, de agradecimiento a la vida, el sentimiento hacia sus padres, hacia el azahar y la mar de la costa valenciana. Su Elca. Su Oliva. Pero siempre mirando a la muerte de frente. Con plena consciencia de lo que hubo y de lo que viene, del que ya todo es pasado a tal punto que no queda espacio para el futuro.

Donde muere la muerte es aceptación desde la resignación. Con elegancia. Con estoicismo. Pero resignación al fin y al cabo. Marca muy bien el tono el poema La suerte de la moneda:

“DE improviso un cansancio, tan profundo / que hubo sólo el deseo de morir. / Salí a la luz, y vi que el triste mundo / se afanaba, frenético, en vivir.

Es mi destino adverso, y me confundo: si rescato el vivir, tendré sólo el morir.” 

Así son los poemas que encontramos en este libro. Intensos y quintaesenciados, como advierte en la solapa la editorial, Tusquets Editores, en esta colección Marginales a la que pertenece Donde Muere la Muerte.

Brines escribe y reflexiona sobre la vida desde el borde del fin de su existencia, mirando de frente mientras echa un ojo al retrovisor. Y nos muestra su verdad. Lo que él ha encontrado al final del camino. Como también lo hizo su compañero de la generación del 50 en Nada grave, o José Hierro, si queremos meterle en ese mismo grupo, en ese poema magnífico que tituló Vida.

Por lo que podemos leer, todos encontraron lo mismo cuando llegaron al “otoño de las rosas”. Y desde allí pudieron ver absolutamente todo, que era nada. Nos lo deja claro en el primer poema del libro: Mi resumen:

“«COMO si nada hubiera sucedido.»/ ES ese mi resumen / y está en él mi epitafio. /

Habla mi nada al vivo / y él se asoma a un espejo / que no refleja a nadie.”

Así el autor nos deja claro lo que vamos a encontrar en las siguientes páginas, a modo de testimonio de vida. Nada de ego ni orgullo por lo logrado, el reconocimiento, los premios, la crítica, los lectores. Tan sólo un agradecimiento por haber podido disfrutar de la belleza y el amor, y el deseo resignado de un mañana eterno.

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