Cultura y entretenimiento

Cuadros de la Colección Frick que han llegado al Prado: Goya, Velazquez, Murillo y El Greco hasta el 2 de julio

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El Museo del Prado y The Frick Collection han llegado a un acuerdo para que nueve obras de la colección norteamericana se muestren en Madrid esta primavera, desde este martes, 7 de marzo, y durante cuatro meses, hasta el próximo 2 de julio.
LMN

Serán nueve obras emblemáticas las que realizarán este singular viaje a España con el patrocinio de la Comunidad de Madrid. En concreto, se trata de ‘Un oficial’‘La fragua’, ‘Don Pedro, Duque de Osuna’, de Goya; ‘St. Jerome’‘La Purificación del templo’ y ‘Vicenzo Anastagi’, de El Greco; ‘Autorretrato’, de Murillo, y ‘Felipe IV de España’, de Velázquez.

La mayoría de estos cuadros fueron adquiridos por el industrial, filántropo y fundador del museo, Henry Clay Frick, cuya colección se considera hoy uno de los mayores tesoros culturales de Nueva York. El Estado ha asegurado en 434 millones de euros las nueve obras para su exhibición.

Sepamos más de la colección Frick de Nueva York

Sólo una docena de calles al sur del Fa,oso Metrp`plitan Museum of art, en plena milla de los museos, se levanta la mansión de Henry Clay Frick.

Fue en 1912 cuando este magnate de la industria del coque y el acero, nativo de Pittsburgh, en el estado de Pennsylvania, se instaló en este precioso palacio de Thomas Hastings, el mismo arquitecto que apenas unos años antes había levantado otra joya en la ciudad, la sede principal de la New York Public Library.

Además de ser avispado en los negocios, Frick tenía buen ojo con el arte y acabó amasando una gran colección que cedió a la ciudad para ser exhibida al público después de su muerte.

En los años 30, su hogar se convirtió en un museo que ofrece algo único: cotillear la opulenta vida de la clase alta de Nueva York mientras contemplas obras de los grandes maestros europeos de la pintura y escultura.

La Frick Collection es uno de esos pocos secretos que guardan unos neoyorquinos que se resisten a compartir un espacio con tanto encanto y sin las aglomeraciones de los otros museos de su misma avenida.

La mansión histórica va a estar cerrada durante los próximos dos años por unas laboriosas obras de ampliación y porque abre una sucursal temporal ññamafa Frick Madisona tan solo cinco minutos de su hogar habitual.

Antes de entrar en el dramático cambio en la nueva disposición de la colección, tenemos que admirar la arquitectura que la acoge. El edificio Breuer ocupa una de las esquinas de la calle 75 con Madison Avenue y atrae inmediatamente todos los ojos.

En la segunda planta encontramos piezas de maestros del norte de Europa de la talla de Vermeer, Rembrandt, Hals y Van Dyck. El tercer nivel se centra en las escuelas italiana y española para admirar obras de Velázquez, Murillo, El Greco y Goya. Por último, en el cuarto piso, podemos contemplar grandes pintores franceses e ingleses, como Turner y Constable, y también una impresionante colección de esculturas y porcelana.

Toda la colección, que incluye piezas que no se exhiben regularmente en la mansión, está dispuesta despojada de interferencias. Por no haber no hay ni carteles explicativos de las obras. Aquí la prioridad es quedarse embobado ante los cuadros y recorrer a un librillo de mano o a la aplicación de móvil que funciona de audioguía para ponerse al día.

En unas paredes grises desnudas y enmarcadas por un techo de hormigón y un suelo de madera, el arte despunta. En el segundo piso se pueden ver tres obras originales de Vermeer, juntas, en el mismo espacio. Pero sin muebles, alfombras, ni interferencias. Es una experiencia nueva de algo que quizá ya hayas visto. Y verás cómo, ante esta sobriedadlos más mínimos detalles resaltan”.

Otra de las paradas obligatorias es la sala del tercer piso donde se exhibe ‘San Francisco en éxtasis’ de Giovanni Bellini. Este rincón del museo es de los pocos que recibe luz natural a través de una ventana trapezoide y la iluminación traza un inesperado paralelismo con la obra de este maestro italiano.

Aunque la pintura se lleva gran parte del protagonismo, el Frick Madison nos empuja a detenernos en la sección de porcelana. Las tazas, teteras y vasijas, dispuestas por colores, como se hacía originalmente en las tiendas, flotan en la pared en una forma muy artística ya en si misma.

Sin duda, el nuevo Frick Madison hará esta espera de dos años más llevadera. Cuando terminen las obras en la mansión de la Quinta Avenida habremos salido ganando. No sólo tendremos más galerías y una zona dedicada a la investigación y lectura más amplias sino que, por primera vez, podremos visitar el segundo piso donde residía la familia Frick y que muy pronto se llenaran de arte.