Cultura y entretenimiento

Charles Dickens y su problema con las mujeres

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A.N. Wilson ha reescrito la vida del novelista en un nuevo libro que dedica especial atención a la aspereza sin compasión con la que Dickens se relacionó con las mujeres. El problema, asegura, se debe a la frialdad de su madre

Por Betty G.S

Charles Dickens tenía un problema más o menos confesable: no entendía a las mujeres. Lo reveló su hija Katey, años después de su muerte, sin ocultar el desdén que llegó a sentir por él. Dickens había tratado con crueldad a la madre de Katey, Catherine.

La brutalidad de Dickens hacia su mujer, y hacia algunos de los personajes femeninos de sus novelas (con mención de honor a la prostituta Nancy), tiene una fácil explicación: el odio del autor de Oliver Twist David Copperfield hacia su propia madre, Elizabeth, a quien nunca perdonó por enviarlo a trabajar 10 horas diarias en la fábrica de betún de Warren a los 12 años. En esa época, su padre John cumplía condena por las deudas impagadas.

«Nunca lo olvidé y nunca lo podré olvidar», fue el lamento que formuló a su amigo John Foster el escritor, resucitado al cabo de 150 años de su muerte por A.N.Wilson en The mistery of Charles Dickens. Pocos libros han ahondado tanto en el lado oscuro del novelista.

La nueva biografía de Dickens arranca precisamente con los subterfugios que rodearon su propia muerte, precedida del viaje que hizo el 8 de junio de 1870 para visitar a su amante, la actriz Nelly Ternan, con quien mantuvo una relación de 13 años. Todas las semanas, Dickens tomaba puntualmente el tren a Peckam, donde vivía Nelly, que el día de marras recibió puntualmente el pago de 15 libras (trece chelines y nueve peniques) para el mantenimiento de la casa donde vivía.

La muerte del escritor a los 58 años y en la cresta de su éxito, fue propia de una de sus novelas. «No hace falta mucha imaginación para darse cuenta de qué fue lo le causó la apoplejía», recuerda A.N Wilson. «Dickens había sido el padre de 10 hijos y era un hombre de gran apetito sexual, que había trasladado a su vida amorosa la misma y exuberante energía que la escritura, al periodismo, a los viajes…».

El desenlace amoroso de Dickens habría hundido su reputación. De modo que Nelly pidió ayuda a un voluntario de una iglesia cercana y consiguió un carruaje para trasladar a Dickens semiinconsciente a su casa en Kent. Lo que ocurrió después no está muy claro, aunque Nelly había desaparecido ya de la escena cuando el escritor, falleció a las 6:10 horas del día siguiente en el hogar familiar.

Dickens debió gran parte de su popularidad a las recreaciones en vivo de sus relatos. La escena del asesinato de Nancy se había convertido en su obsesión y llegó a interpretarla 26.

 «Tengo normalmente 72 pulsaciones por minuto, pero puedo subir a 112 y me puede llevar de 10 a 12 minutos volver a mi estado habitual después de esa escena», confesó Dickens, que bromeaba diciendo que el asesinato de Nelly sacaba sus «instintos asesinos».

Las cuentas pendientes con su madre las arrastra Dickens hasta su matrimonio con Catherine Hogarth, hija de su director en The Morning Chronicle. Catherine tuvo 10 hijo y siguió mientras pudo el endiablado ritmo vital de su marido. Después, se apodero de ella una «fatiga indescifrable» que muchos atribuían al terror que le causaba Charles Dickens. Su editor Frederick Evans se negó a visitarle en su casa porque «no podía soportar la crueldad hacia su esposa y los insultos feroces, ante sus hijos y sirvientes».

En 1857, Dickens ordenó a su ama de llaves que levantara una barrera física entre su dormitorio y el de su esposa para evitar el mínimo contacto. Con el tiempo, la acabaría expulsándola de la casa familiar en Bloomsbury y confinándola junto a su hijo Charlie en Gloucester Crescent.

«Todas sus novelas cuentan en el fondo una historia de su desdoblamiento en la vida real: Dickens fue mitad policía bueno, mitad policía malo», escribe Wilson, que reconoce su sesgo inicial a favor del escritor. Con el tiempo, y en segundas lecturas, ha reconocido su propensión al sentimentalismo y hacia lo grotesco en sus inolvidables personajes