Cultura y entretenimiento

Artes y oficios, de Jesús Munárriz

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“Me retraso media hora”. Estupendo -pensé-. Estaba lloviendo así que tenía dos opciones, o resguardarme al calor de un café en un bar cercano al Ayuntamiento, o ponerme la gorra roja de caza y otear en Salustiano Olózaga, 14. Ni cotiza que puse rumbo directo a Hiperión.
Pedro Robledo

Comprar poesía en estos tiempos -no hablemos ya de leerla- conlleva mérito. Entrar en la Librería literaria Hiperión es todo un ritual anticomercial. Con su romántico horario de apertura y su puerta siempre cerrada (acuden a abrirla manualmente una vez has pulsado el timbre, como en el siglo pasado). Y a pesar de todo, es frecuente juntarse con dos o tres personas más que vienen a lo mismo.

En esta ocasión, dos poemarios decidieron venir conmigo. Iba con la escopeta cargada y fue el editor y dueño de la librería el que disparó primero desde la estantería: Artes y oficios, de Jesús Munárriz. Escrito en 2002, se trata de un fantástico poemario de menos de cien páginas y más de cincuenta poemas.

El libro es un trampantojo. Juega a ser directorio de artes y profesiones. En realidad, es más una mirada reflexiva y crítica de ciertas actitudes y personajes con los que tarde o temprano nos vamos a tener que topar. Hay sitio para la denuncia, como en el poema “Marido”. Y sitio para el homenaje, como en “Veterano”, que recuerda sin nombrar a Marcial Lafuente (¡Qué ganas tengo ahora de echarle mano a sus novelas del oeste!).

Hay muchas formas de estar en la vida, y Jesús Munárriz las versifica en estas páginas. Por lo que me toca, me ha gustado mucho el poema “Comerciante”:

Subrayó el comerciante / las excelencias de su mercancía: lo seguro del abastecimiento, / lo inocuo de su empleo, / su duración, prácticamente ilimitada / y su fácil transporte, / la sencillez de su almacenamiento, / la inexistencia de su caducidad, / sus usos tan variados, / sus propiedades no contaminantes, / lo inmenso de los yacimientos / y su precio económico, ajustado, / que hacían aún más tentador / unas facilidades de pago extraordinarias. /

Al final convenció y cerró un gran negocio / en el desierto / el vendedor de arena.

O el poema “Cazador”, en el que describe la actitud que debe de tener un poeta (y Munárriz de eso algo sabe):

Igual que el cazador / va de par de mañana entre barbechos / caminando, ojeando / en todas direcciones, deseando / ver brotar la pieza, /

así se echa a la calle, / al mundo cada día / el que desea / ver cuajar el verso / en cuanto le rodea, / le afecta, / le fascina.

Leyendo Artes y oficios, sorprende lo actual que sigue siendo 20 años después, y es que la mirada aguda del poeta disecciona de forma elegante pero precisa la naturaleza humana. Un ejemplo claro es el poema “Experto”:

Atiborrado de saber / inútil / está especializado / en naderías.

El campo, desde luego, / lo domina.

A diario contempla / su vacío / a ver si va brotando.

Concluyendo. En Artes y oficios el lector encontrará a un poeta lúcido, crítico, juguetón. Entrará a un poemario y saldrá con la sensación de haber leído una biografía. Un Oráculo manual y arte de la prudencia para los que saben leer entre versos. Un manual de instrucciones para intentar salir ileso de las eternas trampas de la vida. Para no confundir nunca valor y precio. Ni convertirse en lo que nunca se quiso ser.

www.pedrorobledo.com