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AEMET nos detalla todo lo que no sabemos de las “auroras boleares” y por qué han llegado tan al sur

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La madrugada de este viernes al sábado, y no se descarta que vuelvan a aparecer,  ha tenido lugar algo muy inusual que se ha podido contemplar en el cielo de España y otras partes del mundo: la aurora boreal.

El principal motivo por el que se han podido ver auroras boreales en latitudes inusualmente bajas del hemisferio norte se debe a una potente tormenta solar, sin precedentes en los últimos 20 años. 

La Aemet recuerda que, según la Organización Meteorológica Mundial, «una aurora polar es un electrometeoro consistente en un fenómeno luminoso que aparece en las capas superiores de la atmósfera en forma de arcos, bandas, cortinas, etc».

De este modo, al contrario que los fenómenos meteorológicos habituales, las auroras boreales «se forman mucho más arriba de la troposfera, normalmente a una altitud de entre 90 y 150 km», apunta este organismo.

La formación de una aurora boreal surge «por la interacción entre el viento solar y el campo magnético de la Tierra. El viento solar es más fuerte en momentos cercanos a la máxima actividad solar, que se produce en ciclos de entre 10 y 12 años», aclaran.

Además, cabe tener en cuenta que, actualmente, el ciclo de actividad solar se está acercando al máximo: «Las manchas solares indican las zonas de actividad magnética solar asociada con erupciones solares atmosféricas y eyecciones de masa coronal», prosigue la Aemet en su explicación.

Las auroras boreales aparecen entonces en el cielo debido «a la presencia de partículas cargadas eléctricamente y eyectadas desde el sol (el viento solar), que actúan sobre los gases enrarecidos de las capas superiores de la atmósfera».

En este sentido, «el campo magnético de la Tierra canaliza las partículas, principalmente electrones y protones, que colisionan con los átomos y moléculas de los gases de las capas superiores de la atmósfera (termosfera y exosfera)».

Esas colisiones provocan que «los electrones de los átomos de nitrógeno y de oxígeno asciendan temporalmente a un estado energético superior, ‘excitado», indica la Aemet.

«Al recuperarse los niveles de energía normales, se libera energía que se emite en forma de fotones de luz con distintas longitudes de onda», que corresponden a los diferentes colores que se observan en el cielo durante este fenómeno.

Aunque las auroras «se observan principalmente en arcos próximos a los polos magnéticos (los óvalos aurorales)», puede darse el caso que está ocurriendo este fin de semana en España y otros puntos más al sur del hemisferio norte. «Si la actividad solar es muy intensa, como actualmente, las eyecciones de masa coronal o erupciones solares atmosféricas pueden intensificar el viento solar y alcanzar la magnetosfera de la Tierra, desencadenando una tormenta geomagnética».

«Durante estos fenómenos, el óvalo auroral se ensancha temporalmente, lo que permite percibir auroras desde latitudes más bajas», como se ha podido ver en la pasada madrugada. De este modo, «las tormentas geomagnéticas severas de las últimas horas permiten observar auroras boreales (así se llaman las auroras polares del hemisferio norte) desde España, algo muy poco habitual», concluyen.